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Argentina: Los resultados en Córdoba acentúan la crisis del proceso electoral

La derrota apabullante de Mario Negri, el candidato de Cambiemos, en las elecciones de Córdoba del domingo pasado ha expuesto la disgregación creciente del campo macrista cuando falta un mes apenas para la inscripción de las listas de candidatos que intervendrán en la elección nacional. Un espacio vacante del macrismo o una división de Cambiemos privarían al gobierno del poder político mínimo para abordar la presión devaluatoria, la carestía incontrolada y la fabulosa crisis industrial. Por otro lado, se acentuaría la incertidumbre sobre el desenlace de las elecciones, con todas las consecuencias que esto acarrearía en el campo financiero y en el acuerdo con el FMI.

Córdoba expuso en forma anticipada este tipo de escenarios en la división del bloque macrista, entre dos radicales Negri y Mestre y Juez en la provincia y en el distrito capital. La provincia que le dio el triunfo a Macri en 2015 giró ahora 180 grados. A finales de mayo próximo, la convención de la UCR deberá decidir, precisamente, si el radicalismo sigue o no en Cambiemos, y la posibilidad de que sufra una división cualquiera sea la decisión que tome. Una parte de la UCR se encuentra negociando con Lavagna un frente de “unión nacional” de características inciertas, que no tiene el guiño de los renovadores de Massa ni todavía el de otros sectores no kirchneristas. Los gobernadores que ya fueron consagrados en ocho provincias, incluidos los peronistas, se encuentran también divididos en cuanto a qué candidatura nacional adherir. En medio de estos ajetreos, los gurúes financieros insistieron en pronosticar acerca de la ingobernabilidad en que quedaría Argentina con un futuro gobierno minoritario en el Congreso y en las provincias y con vencimientos de deuda pública impagables.

La victoria contundente del gobernador Schiaretti no ha abierto una salida a este escenario. Socio del macrismo durante más de tres años se ha convertido en parte de una operación de recambio – sin la necesidad del menor gesto de ruptura con el macrismo. Esa expectativa de recambio alimentó la campaña electoral del peronismo de Córdoba, o sea de un macrismo que abandona el barco macrista. Esa operación, sin embargo, no logra cuajar, porque Lavagna no se quiere someter al veredicto de las Paso y Massa no renuncia a su candidatura. La capacidad de arbitraje de Schiaretti se pondrá a prueba en pocos días. En lo hace a los sondeos de opinión, ninguno hace sombra a las intenciones de voto que recoge Cristina Kirchner. “Sobria” o “moderada”, CFK no logró apaciguar a ninguno de sus adversarios en cuanto a sus intenciones de gobierno – ni con el retiro de su candidato en Córdoba para apoyar a Schiaretti. Los gobernadores no articulan políticamente, a pesar de que derrotaron o neutralizaron a los candidatos de los bloques nacionales en sus provincias. Esto representa otra evidencia de la fragilidad estructural del macrismo, por un lado, y especialmente del kirchnerismo. En resumen, la frase de Schiaretti según la cual “los de afuera (de la provincia) son de palo”, podría convertirse en “han cagado a palos a los de afuera”, sin atisbo de salida.

Defol o no defol

Mientras se tejen y destejen maniobras en varios ámbitos, la base de la crisis en desarrollo se ensancha de día en día. El pago a los acreedores internacionales ha consumido el 90% de las reservas en divisas aportadas por el FM, en el curso de este añoI; se achica el poder de fuego del Banco Central para combatir una fuga de dinero. Los pronósticos de reactivación han sido desmentidos de nuevo – la crisis industrial es espectacular. Lavagna y Kicillof han vuelto a coincidir: han dicho que el refinanciamiento de la deuda externa no puede esperar a la jura del próximo gobierno. Esto supone un nuevo acuerdo con el FMI, que ahora deberían suscribir también los candidatos en disputa. Un reestructuración alternativa supondría quitas de capital y rebaja de intereses inaceptables para los acreedores. Se ha conenzado a mentar operaciones de crédito con los bancos centrales de Estados Unidos, por un lado, y China, por el otro. Esto cuando la guerra económica internacional está volteando a la bolsas de todo el mundo y el precio de la soja – que se cotiza por debajo de los 300 dólares y se acerca al costo de producción. Las elecciones en Argentina se enlazan, asimismo, con la crisis continental que se desarrolló en torno a Venezuela. Esto explica que todos los candidatos hayan adoptado posiciones intervencionistas, desde Macri, Lavagna y Pichetto hasta CFK – que apoya al Grupo de Contacto que forman Uruguay, México y Bolivia, que impulsan también nuevas elecciones en Venezuela, mientras el bloqueo y las sanciones económicas contra Venezuela rayan el salvajismo. La línea componedora o, mejor, capituladora del kirchnerismo, no le ha sido correspondida, sin embargo, por la derecha continental.

El desplome del FIT

En las elecciones del domingo en Córdoba, el Frente de Izquierda ha sufrido un desplome de votos que debe merecer la mayor atención. Ha descendido un 40% respecto a 2015, lo que reduce su representación provincial de tres legisladores a uno. El 3% de los sufragios que ha obtenido, en promedio, se encuentra muy lejos del 9% de 2013, en una elección mucho más difícil porque era nacional. Sólo el fraude político-judicial impidió, en ese año, consagrar una diputada al Congreso. Estos resultados reclaman un balance político sin concesiones.

La amplitud del retroceso se ve acentuada por el retiro de la candidatura del kirchnerismo, el cual ha sido caracterizado, repetidamente, como una “contención” del avance de la izquierda – ahora lo habría sido el pejotismo-proto macrista. La simple eliminación del ‘obstáculo’ kirchnerista no redundó en un crecimiento sino en una caída mayor – o sea que el ‘obstáculo’ se encuentra en otro lado.

Los obreros de las grandes fábricas no han aportado sus votos, como en el pasado, ni tampoco los trabajadores desocupados. Esto después de la experiencia de un bloque de tres diputados en la Legislatura. Tampoco aportó el movimiento de mujeres, que se ha destacado por sus luchas masivas. La campaña electoral feminista del FIT, sin fronteras de clase y por lo tanto pluriclasista, no sirvió para atraer el voto de la mujer, como se supone que era el propósito. Se impuso, sin debate previo en el conjunto del FIT, el seguidismo a las últimas modas del feminismo, como el llamado lenguaje inclusivo, apalancando la especie de que el cese de la opresión de la mujer se podría viabilizar por fuera de la lucha de clases y la revolución social. El MST, por su parte, obtuvo una representación igual a la del FIT, a pesar de su presentación en solitario, lo cual acentúa la percepción de fracaso del FIT en Córdoba.

Un principio de balance de estos resultados no hay que buscarlos en la campaña electoral misma tomada en su conjunto. Las alternativas políticas no emergen en las elecciones sino antes de ellas; se deben presentar en ellas como alternativas establecidas.

Es necesario confrontar la línea de acción adoptada con el desarrollo y las alternativas que plantean el derrumbe del gobierno macrista y el impacto de este derrumbe en todas las clases sociales. Esta situación de crisis política incluye la crisis del proceso electoral y la necesidad de un planteo de poder para toda la etapa. La crisis política del proceso electoral explica la expectativa del electorado de que Schiaretti se aparte de Macri en nombre de la necesidad de “superar la grieta”.

La intervención de la izquierda en las elecciones adolece de un déficit de caracterización política. El PTS, por ejemplo, luego de explicar la necesidad de acompañar el planteo de Asamblea Constituyente con la convocatoria de consejos obreros, abando lisa y llanamente la Constituyente y sacó de la manga la consigna de que “la crisis la paguen los especuladores” – propia de gente como Bernie Sanders y Jeremy Corbyn. No ocupa un lugar central la crisis continental, cuando Guaidó pide la intervención del Comando Sur de Trump y Macri apoya a Guaidó.

El FIT, en definitiva, no se ha convertido en un frente único de lucha de la izquierda, como fue planteado en forma reiterada, sino, cada vez más, en una etiqueta electoral de características auto-proclamatorias e intervención episódica. Fue dejada de lado la línea estratégica expuesta en el Manifiesto Político del FIT, en 2013. Al confinarse a las elecciones y no tomar a la lucha de clases en su conjunto, el FIT ha quedado preso de las presiones electorales y democratizantes. El ingreso a la campaña electoral nacional requiere un balance de las elecciones en Córdoba y de las que la precedieron, especialmente Santa Fe. En esta provincia el FIT revalidó su ascendiente relativo en el Cordón Industrial, pero no superó las Paso y en muchos distritos fue superado por el solitario MST.

Los revolucionarios tienen la obligación de criticar su propia política y sus propias acciones.


14 de Mayo de 2019

Jorge Altamira

Dirigente histórico del Partido Obrero (Argentina)

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