La discusión del 8 de marzo ha condensado, en todo el país, las divergencias que recorren el movimiento de mujeres. Prácticamente en todas las comisiones organizadoras se ha planteado un debate intenso sobre la vigencia de la consigna “El Estado es responsable”.
No es poca cosa. La convicción de que el Estado es responsable de la opresión de las mujeres y las penurias que implica -desde el femicidio y la violencia hasta la precarización y el desempleo- es una idea enraizada del movimiento de mujeres en la Argentina. El Estado es el estado capitalista, o sea el protector de las relaciones sociales vigentes, que son relaciones de explotación, que se han agudizado como consecuencia de la decadencia capitalista y de la serie de bancarrotas financieras. En otros países se impuso el criterio feminista que ancla la lucha de las mujeres en el antagonismo con los hombres. Es una caracterización interesada, que expresa al reducido grupo de mujeres en condiciones de reclamar un “empoderamiento” en los directorios de las corporaciones y en los gabinetes gubernamentales. En esos salones no sufren la opresión del estado sino el monopolio de los hombres – de la clase capitalista.
“El Estado es responsable” fue definido en una comisión de alrededor de 300 delegadas de mujeres y disidencias, reunidas en la tercera Asamblea Nacional de Trabajadores, en Buenos Aires. En 2003, después de dos días de deliberación, las piqueteras votaron un programa que une las reivindicaciones específicas con las generales de la clase obrera y reivindicaron como propios los métodos de la movilización, la huelga, la soberanía de las asambleas, los cortes de ruta-, se pronunciaron por la unidad de acción con los hombres de la clase y orientaron sus demandas hacia el Estado capitalista y sus gobiernos. La consigna fue una iniciativa de mujeres trabajadoras, y fue votada por un colectivo de trabajadores. Llevaron, luego, esa posición a los encuentros de mujeres y a todos los ámbitos donde dimos pelea. Fue adoptada masivamente, al punto que se impuso en las convocatorias del Ni una Menos, a pesar de que esta organización sostiene: “El femicidio es colectivo: un pacto entre machos” (NUM 2-5-17).
Ahora, las corrientes afines al kirchnerismo o que operan en los círculos periféricos a él, dicen que la cosa cambió. Que el gobierno “que nos dio (sic) el aborto”, no debe ser atacado políticamente, o sea con relación a su política y a los intereses que representa. Para resolver la opresión de las mujeres, añaden, sería necesaria una reforma del sistema judicial patriarcal para así construir una justicia feminista. La realidad cotidiana desmiente este dislate, porque muestra que la vida de la mujer está condicionada por una red de relaciones sociales y políticas de neto carácter opresivo. Los cursos de “género” que ordena la Ley Micaela no convierten al aparato del Estado y sus fuerzas de seguridad en aliados de las mujeres. El capitalismo no ha producido en la historia una sola revolución cultural – los enormes progresos arrancados por las mujeres en materia de derechos y de irrupción política, han acentuado la confrontación con el estado capitalista. Ninguna reforma, por otro lado, podría sustraer a la mujer de la tendencia a la pauperización y a la miseria social que sufren los trabajadores de parte del capitalismo.
En la Ciudad de Buenos Aires, el bloque feminista kirchnerista -PCR, NUM, Ammar, Movimiento Evita, Mala Junta y las CTA, entre otras- explicitó que se oponían a que hubiera escenario o documento común ya que no iban a avalar ningún cuestionamiento al gobierno o al Ministerio de Mujeres, Diversidad y Géneros. “El Estado somos nosotras, el gobierno somos nosotras”. Estas declaraciones constituyen un apoyo incondicional al gobierno del ajuste de los salarios y las jubilaciones, o sea que aplica por anticipado el acuerdo con el FMI que no se atreve a firmar.
La cerrada defensa de la burocracia sindical -“las compañeras sindicalistas”- y las funcionarias – “acá no se habla ni contra Elizabeth Gómez Alcorta ni contra Estela Díaz”-, es un otro apoyo incondicional a la función patronal de la burocracia sindical en el movimiento obrero. Confirma la apetencia de este sector por el ascenso social en los entresijos del Estado vigente. No se muerden los labios a la hora de defender el cuadro miseria social pavorosa, la ‘nueva normalidad’ (circular y trabajar mientras el virus se reproduce a tasas mayores), la falta de vacunas, el regreso a clases contra todo riesgo, el incumplimiento de la IVE y los femicidios, la represión a las familias de mujeres asesinadas, la subordinación a los agroexportadores y al FMI. Un puñado de leyes “con perspectiva de género” es una estafa política al movimiento de la mujer, que se divulga a medida que crece y no para de crecer la descomposición capitalista.
Finalmente, el FITU y otras formaciones elaboraron un documento propio. De corte antigubernamental, sin embargo, el texto refleja desde el encabezado la fuerte adaptación de la izquierda a la presión del feminismo – convertido hoy prácticamente en una ideología del poder.
El Plenario de Trabajadoras en la Tendencia del Partido Obrero acompañará la movilización independiente de la izquierda y entrará con ella a la Plaza de los dos Congresos. Pero no firmó el documento.
El Polo Obrero y el Plenario de Trabajadoras en la tendencia del Partido Obrero concentra en el Obelisco a partir de las 15.30. A las 16.30 se sumará a la columna de la izquierda que avanzará hacia la Plaza de los Dos Congresos.