A pocas semanas de cumplirse un año de la revuelta que se inicio el 18 de octubre en el país, las calles vuelven a coparse de radicalidad y movilización. El actuar de las fuerzas represivas el viernes 2 de octubre, en una nueva y masiva movilización en Plaza Dignidad, terminó con una desatada represión contra las y los luchadores, arrojando a un joven al río Mapocho. Este intento de homicidio se dio bajo total impunidad, sin prestarse ningún servicio de rescate al menor. Este actuar, el mismo que se llevo a cabo durante la revuelta – que dejo a miles de mutiladxs, torturadxs, encarceladxs y asesinadxs – generó la rabia popular y la rearticulación de la movilización en pos de la recuperación de las principales plazas del país, en exigencia del fin de la impunidad y el juicio y castigo a los responsables directos y políticos de las vejaciones a los DDHH de todas y todos los luchadores.
Un pacto que tambalea
Este actuar criminal de las fuerzas represivas se da a pocas semanas de llevarse a cabo el plebiscito del 25 de octubre – acuerdo firmado el pasado 15 de noviembre -. El trucho “pacto por la paz y la nueva constitución” firmado bajo cuatro paredes desde el Frente Amplio hasta la derecha más conservadora, que intenta frenar la senda revolucionaria que se abrió hace casi un año, hoy se ve en completo tambaleo, pues si en octubre 30 pesos generaron la rebelión, hoy los 30 años tienen más fuerza que nunca.
El régimen pinochetista ha dado cuenta de su caducidad histórica, pues no tiene nada más que ofrecer que miseria al conjunto de la clase trabajadora. La crisis económica que se viene agudizar con la llegada de la pandemia en Marzo al país, ha dejado a millones de desocupados, a cargado la crisis en sus hombros, reactivando las ollas comunes como una urgencia de primera necesidad. Por su parte, la política de asistencia social del gobierno ha sido totalmente insuficiente pues ha puesto por delante la ganancia de las y los capitalistas por sobre la vida del conjunto de la clase trabajadora. Una ley de “desprotección” del empleo, un Ingreso familiar de emergencia insuficiente, un plan de bonos “parches” que no ponen freno a la problemática pauperizadora a la que están sujetas las y los trabajadores del país. Ni la recuperación del 10% de los fondos de pensiones puede detener una movilización imparable que no encontrará salida en los márgenes de este régimen criminal.
No soltar las calles, Defender el programa de la revolución
El régimen burgués se encuentra en una profunda crisis, que solo puede ser superada a través de mayor represión y precarización de la vida de las y los trabajadores. Esta profunda crisis que se expresa en el quiebre de la derecha, en el gobierno y entre los propios poderes del estado y sus instituciones, como los pacos, está acompañada de una tendencia viva a la rebelión de las masas, que obliga, por tanto, a que el conjunto de la clase trabajadora junto al pueblo delibere un programa acorde a ella, con las demandas más sentidas que han puesto las masas las calles. El fin de AFP, el fin de la represión, la defensa de la vida y el trabajo, la libertad a las y los presxs políticxs, desmilitarización del Wallmapu, fin de violencia machista y desmantelamiento de las fuerzas represivas, solo puede ser llevado a cabo con la deliberación de un programa que ponga por delante la lucha por una verdadera asamblea constituyente libre y soberana, sin trampas ni acuerdos truchos, que sea impulsada y deliberada por las y los luchadores.
Es por esto desde el POR mantenemos nuestra posición de que para echar abajo el régimen pinochetista se hace necesaria la mas enérgica movilización de las masas, que saque a Piñera del poder e impulse la lucha por una asamblea constituyente libre y soberana, pues aparece como el puente entre las reivindicaciones más sentidas de la clase trabajadora y la lucha por el poder político. Hoy más que nunca no podemos soltar las calles.
¡HUELGA GENERAL! ¡FUERA ROZAS, FUERA PIÑERA Y TODO EL RÉGIMEN PINOCHETISTA!
¡POR UN GOBIERNO DE LA CLASE TRABAJADORA Y UNA CONSTITUYENTE LIBRE Y SOBERANA!