100 años de Octubre: Las elecciones municipales de mayo y junio de 1917

Uno de los hechos menos conocidos y tratados de la Revolución Rusa fueron las elecciones a las Dumas municipales el 29 y 30 de mayo de 1917 en San Petersburgo y el 27 de junio en Moscú. Marc Ferro, el historiador que dio relieve al hecho, planteó que prácticamente ninguno de los memorialistas de la revolución mencionó estas elecciones ni valoró sus resultados, lo que es cierto a condición de excluir a León Trotsky, que le dedicó un párrafo medular en el capítulo XXI, “Las masas evolucionan”, de su monumental Historia de la Revolución Rusa.
Justamente, mayo y junio de 1917 son meses cruciales en cuanto a la maduración de las masas en relación con el Gobierno Provisional burgués surgido de la Revolución de Febrero y a los soviet que lo apoyan. El gobierno de coalición, intentando contener la crisis, la amplificó a niveles exasperantes: continuó la participación de Rusia en la Primera Guerra, a pesar del rechazo creciente de la población; se negó a entregar la tierra a los campesinos, desplazando el punto a la convocatoria de una Asamblea Constituyente en fecha incierta; dejó actuar a los empresarios, que despidieron sin pausa y organizaron el sabotaje a su propia producción; fue incapaz de armar una respuesta frente a la acción de los campesinos que disponían de excedentes de trigo y se negaron a venderlos al precio fijado. Se trataba, sin embargo, de algo tan crucial como no morirse de hambre, una encrucijada que los bolcheviques llamaron a enfrentar por medio de los soviets, a los que llamaron (infructuosamente, en un primer momento) a organizar el intercambio de trigo por herramientas y prendas de vestir.
El Congreso de campesinos convocado en mayo de 1917 estuvo dominado por los socialistas revolucionarios y se pronunció sin fisuras en favor del Gobierno Provisional. Aunque una conferencia de obreros fabriles de San Petersburgo convocada a fines del mismo mes se erigió en el primer cónclave representativo con mayoría bolchevique, el primer Congreso de Soviets de toda Rusia, celebrado a continuación, pareció volver a traer tranquilidad a la burguesía. Sobre 822 delegados con derecho a voto, 285 eran socialistas revolucionarios (SR), 245 mencheviques -empeñados también en el apoyo al gobierno-, 195 representantes de pequeños grupos o sin partido, y 105 bolcheviques, finalmente, una minoría aislada. Sin embargo, la foto podía ocultar la tendencia: no sólo los bolcheviques eran ya mayoría en fabriles sino que en el Congreso hicieron su debut los diez delegados de los socialdemócratas unificados “que apoyaron firmemente a los bolcheviques durante las tres semanas que duró” (E. H. Carr).
Las municipales
Lenin intervino activamente en las elecciones a las Dumas en los dos mayores centros urbanos de Rusia, convocadas en el período de mayor libertad política de su historia. Puso el acento en dos cuestiones. Una, rebatir la pretensión de circunscribir la campaña a una esfera municipal, planteando que la realización de reclamos apremiantes -fijación de un límite a los alquileres, requisa de las existencias de víveres, etc.- exigía romper con la guerra imperialista, retirar todo apoyo al gobierno de los capitalistas, actuar contra la “sacrosanta propiedad privada” e impedir el restablecimiento de la policía y sustituirla por una milicia general del pueblo. Esta consigna era particularmente subrayada porque era “el sistema en el que el control -de las fábricas, de las viviendas, de la distribución de los productos no quedará… en letra muerta”. Una segunda cuestión fue el llamado a incluir en las listas de los bolcheviques a los mencheviques que rompieron con el social patriotismo y el llamado “defensismo revolucionario” -que encubría una política belicista en nombre de la defensa de la patria. La Conferencia de abril del bolcheviquismo había llamado a impulsar “el acercamiento y la unión con grupos y movimientos que realmente se hallan en el campo del internacionalismo”. Entre ellos y en lugar eminente, la organización de los “socialistas unificados”, liderada por Trotsky, que aportó varios de los candidatos de las listas, en lo que constituyó la primera acción unitaria entre ambas organizaciones.
Un despertar político contradictorio
En San Petersburgo, sobre 709.475 votantes y 801 escaños, la mayor votación correspondió a los SR y mencheviques (276.231 votos, 299 escaños, un 38,9%) seguidos, lejos, por la derecha -los cadetes (172.315 votos, 185 escaños)- y luego por los bolcheviques con un 22,5% (159.986, 156 escaños). En Moscú, populistas, SR y mencheviques obtuvieron un 71,4%, los cadetes, un 17 y los bolcheviques, un 11,6.
“Mientras que los bolcheviques se iban apoderando de las fábricas y de los regimientos, sin que nada pudiese contener su avance, las elecciones a las Dumas democráticas daban un predominio enorme y, al parecer, cada vez mayor, a los conciliadores. Era ésta una de las contradicciones más agudas y enigmáticas de la revolución”, sostuvo Trotsky. “Los sectores avanzados de los obreros y campesinos se sacudían apresuradamente las ilusiones conciliadoras. Entretanto, las grandes capas de la pequeña burguesía urbana empezaban apenas a moverse. A esas masas dispersas, las elecciones democráticas les brindaban, tal vez por primera vez, una de las raras posibilidades de manifestarse políticamente. Mientras que el obrero, todavía ayer menchevique o socialrrevolucionario, votaba por el Partido Bolchevique, arrastrando al soldado; el cochero, el portero, el tendero, el dependiente, el maestro de escuela, realizando un acto ‘tan heroico’ como votar a los SR, salían por primera vez, políticamente de la nada”.
Los bolcheviques tuvieron, de este modo, una radiografía política de la lenta evolución de las capas medias que seguían confiando en el Gobierno Provisional, porque éste encarnaba en su conciencia la Revolución de Febrero. Pero, a la vez, no como una llamarada en ascenso, sino como un resplandor que languidece.
Pero, por otro lado, las elecciones a las Dumas se presentaron como un canal político alternativo, sustentado en la democracia formal (un hombre, un voto) en oposición al doble poder de obreros y campesinos, erigido en los soviets. Este desvío podía hacer pensar al votante de las capas medias que el centro de la revolución estaba en las Dumas y no en los consejos obreros, un equívoco que el Partido Bolchevique combatió por fuera y por dentro de las elecciones “institucionales”.
La manifestación del 18 de junio
Las elecciones a la Duma de San Petersburgo cerraron mayo. Los bolcheviques llamaron a manifestarse el 10 de junio bajo las consignas: “¡Abajo la Duma zarista! ¡Abajo los diez ministros capitalistas (del Gobierno Provisional)! ¡Todo el poder al Soviet Panruso de Obreros, Soldados y Campesinos! Que el soviet fije las condiciones de una paz justa”. El Congreso de los Soviets apreció que esta convocatoria era un ataque a su poder -y hasta un proyecto de golpe de Estado prohibió la movilización y convocó otra, bajo su dirección, para el 18. Lenin canceló la movilización del 10 y llamó a ocupar las calles el día fijado por el Congreso. El domingo 18, una multitud coreó las consignas bolcheviques en lo que Lenin llamaría, “un día de viraje”. Fue la primera manifestación pública en que la que se expuso la política del proletariado para salir de la encrucijada y abrir el camino a la revolución. La burguesía, lisa y llanamente, desapareció de la escena. Mencheviques y socialrrevolucionarios, sostenes del Gobierno Provisional en los soviets, fueron minoría. Por estas mismas razones, por ser la primera movilización de masas en la que se abren paso las consignas revolucionarias, precipitaría todas las fuerzas sociales en contra de las clases que se empeñan en la victoria del proceso abierto con la Revolución de Febrero.
Sin embargo, el 20 de junio, en la Conferencia de organizaciones bolcheviques de soldados, Lenin lanzará una advertencia sobre los siguientes pasos: “Debemos mantenernos especialmente atentos y prudentes con el fin de no caer en la provocación. Un paso incorrecto de nuestra parte puede echar a perder todo el trabajo. La táctica de esperar los acontecimientos es hoy la mejor”. Las provincias y Moscú seguían a San Peters-burgo con lentitud. Los bolcheviques adoptaron como política frenar una nueva protesta que podría provocar fatiga, aislamiento, calmar la impaciencia de una fracción creciente de obreros y soldados, pero afectar el proceso revolucionario en su conjunto.
Una política que se pondrá a prueba con las Jornadas de Julio.

Fuentes:Marc Ferro: La Revolución de 1917, Albín Michel, París, 1997. E. H. Carr: La Revolución Bolchevique (1917-1923), Alianza Universidad, Madrid, 1985.
León Trotsky: Historia de la Revolución Rusa, Galerna, Buenos Aires, 1975.
J. J. Marie: Lenin, POSI, Madrid, 2008.

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Historiador y dirigente Partido Obrero (Argentina).

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Author: Christian Rath

Historiador y dirigente Partido Obrero (Argentina).