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Viglietti: el reposo del cantor

Cantautor, como principal oficio. “Preguntador” como él mismo se definió varias veces, como segunda vocación. Siempre cargaba con un grabador para no perder ocasión de “preguntar”. Acumuló un voluminoso archivo de audio de conversaciones con enormes de las letras y las notas.

Los convulsivos años 60, guerra de Vietnam, primeros años de la revolución cubana, los movimientos guerrilleros y de liberación que estallan por América Latina encuentran en Viglietti a unos de sus máximos exponentes. El debate que atravesaba a la izquierda continental y los métodos para la “liberación nacional y el socialismo” son abordados explícitamente en sus letras donde se pronuncia claramente por la guerrilla: “Por brazo, un fusil; Por luz, la mirada, Y junto a la idea; Una bala asomada” (Canción del Hombre Nuevo).

En este periodo el MLN-Tupamaros multiplicaba sus acciones y el movimiento obrero y estudiantil enfrentaba las medidas represivas del pachecato.

El ascenso de masas repercutía en el plano del canto popular o la “canción-protesta”. El principal partido proletario (PCU) y la izquierda foquista (MLN) eran los que animaban el debate sobre la táctica para enfrentar un escenario de pauperización económica (inflación) y crecientemente represivo (medidas prontas de seguridad, represión a movilizaciones de estudiantes, decretos de esencialidad contra la huelgas obreras y militarización de los lugares de trabajo).

El PCU lanzaba rayos contra las acciones “aventureras” de los tupamaros y estos criticaban el papel de “freno” que ejercían los primeros en las organizaciones de masas y la “desviación” hacia el terreno electoral. Ambos tenían razón en estos dardos que se lanzaban.

Esta encendida polémica tendría su correspondencia en el campo de los cantautores: Zitarrosa, artista orgánico del PCU lanzaba:

Yo no he cantado las duras consignas del bocamaro(tupamaro de boca) decía en “10 décimas de autocrítica” y que el artista “si cantando no razona, como cualquier proletario, deja de ser necesario, cuando el Pueblo lo abandona” y se dirigía al “compañero que lucha, sin pistola en la cintura.”

Del otro extremo, Viglietti hacia un esfuerzo por influir en el simpatizante y militante comunista:

“Nada nos queda y hay sólo, una cosa que perder. Perder la paciencia, y sólo encontrarla, en la puntería, camarada. Papel contra balas, no puede servir, canción desarmada, no enfrenta a un fusil.”

Las composiciones en torno a la figura del Che serán recurrentes y centrales durante toda su obra, idealizando al extremo la acción del revolucionario argentino delatado y asesinado en la selva Boliviana.

En 1972, y ya bajo el gobierno de Juan María Bordaberry, con la clase obrera replegada, un contexto regional donde los militares actuaban abiertamente en el escenario político y la guerrilla Tupamara diezmada y su dirección encarcelada, detienen a Viglietti. Corre como reguero de pólvora que sus captores le habrían cortado los dedos de la mano con un hacha, la noticia produce indignación en los centros de trabajo y la sublevación en los lugares de estudio. El músico era seguido especialmente por una juventud que vivía un día sí y otro también, enfrentando a la policía en las calles y montando barricadas, que se veía reflejada en los versos de guerra de Viglietti. La campaña por su liberación incluyó a personalidades como a los franceses Jean Paul Sartre, Mitterrand y el argentino Julio Cortázar.

Yo sé que es preciso vencer,

yo sé que es preciso luchar,

yo sé que es preciso morir,

yo sé que es preciso matar.

Cantaba en el disco Trópicos, musicalizando el poema del alemán Bertolt Brecht, como para que nadie se equivocara de que aún con su apoyo al novel Frente Amplio en las elecciones del 1971, seguía bregando por una revolución que no podía provenir de las urnas. El golpe de Estado en Chile y la caída del gobierno de la Unidad Popular, vendría para confirmar esta imposibilidad con toda su brutalidad.

El golpe en Uruguay provocará la partida al exilio de todos los artistas vinculados a la izquierda. México, España, Francia fueron los lugares donde pasó la mayor parte de su diáspora.

De regreso en 1984, dedica todos sus esfuerzos a la denuncia de los crímenes cometidos durante los años de plomo, el asesinato, la tortura y persecución de toda una generación ocuparan un lugar vital en su obra. El apoyo a las candidaturas del FA y su adhesión al líder histórico tupamaro, Raul Sendic (padre), la batalla por la reforma agraria y el reparto de la tierra serán los contornos que lo definirán hasta sus últimos días.

Mantendrá que el Che, al igual que Allende, cayeron “como caen las semillas”, sin sacar las conclusiones de esas experiencias trágicas y la necesidad de superarlas positivamente.

Sus gestos fueron siempre de solidaridad con las luchas de su pueblo. Actividades y festivales de Sindicatos, gremios estudiantiles, familiares de desaparecidos lo tuvieron entre sus animadores.

Seducido por los gobiernos progresistas de la última década como el boliviano, afirmará: “Vino Evo Morales (…) cuando uno piensa en estas experiencias de progresismo, de socialismo, con sus avances e imperfecciones, uno se da cuenta de que América Latina también ha vivido de los sacrificios que ocurrieron, que nada fue en vano.”

Entrevistado en 2004, a la pregunta sobre cómo definiría la actualidad de la canción social, responderá de forma llamativa: “Las definiciones son todo un problema. Canción -protesta en una época, luego canción comprometida, a veces canción testimonial, aquí canción con fundamento. He terminado por adoptar el término con qué titulo mis trabajos actuales: “canciones humanas”. (2004) Las fronteras entre las clases, es remplazada por la categoría común que nos iguala como especie.

Aunque resulte trillado cada vez que fallece una figura de la talla de Viglietti, hablar de muerte resulta impreciso, al menos.

Pocas figuras reúnen la incondicionalidad con la que contaba. Trascendía generaciones y orientaciones políticas.

En el tiempo de guerra (y revoluciones) que atravesamos, que la vida de Viglietti y su obra sirva para un balance de la izquierda y las tareas que tenemos por delante.

Camilo Márquez

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