Natalia Leiva
En el marco de la batalla presupuestal, queda claro que los trabajadores de la educación hemos desarrollado una intensa lucha, que logró trascender los reclamos económicos y posicionarse frente al gobierno del FA y las pautas del hambre que intenta imponer. Da muestra de ello el decreto de prohibición del derecho a huelga, llamado “de esencialidad”, que buscaba distraer a los trabajadores de sus verdaderos objetivos: el 6% para ANEP y UdelaR, salario mínimo igual a $30.000, construcción y mantenimiento de edificios, rechazo a la reforma privatizadora y pauperizadora. El gobierno no está dispuesto a gravar a los grandes capitales, pero sí a firmar la prohibición de las libertades sindicales. Esto golpeó duro a la masa de votantes del FA –dentro y fuera de la educación–, por lo que la respuesta no tardó en llegar.
A través de multitudinarias manifestaciones tanto en Montevideo como en el interior del país, se logró derrotar esta maniobra –casi espontáneamente miles de trabajadores recorrieron el MTSS, la Dinatra y la Torre Ejecutiva el mismo día en que se decretó la esencialidad, en el interior se ocuparon decenas de centros educativos de forma simultánea, en un claro ejemplo de desobediencia al gobierno.
Asimismo, todas las asambleas de los sindicatos de la educación definieron continuar o profundizar las medidas de lucha. Este proceso encontró su cristalización en la presión para que se votara un paro parcial del PITCNT, al tiempo que se desconoció la “sugerencia” de la Mesa Representativa y el Secretariado de levantar las medidas al tiempo que la esencialidad.
Todo este movimiento logró un triunfo parcial: derrotar en los hechos (y refrendar a nivel jurídico) a la esencialidad y volver al eje del conflicto, la plataforma reivindicativa.
Claro está que la burocracia sindical va a intentar firmar el convenio rechazado por las asambleas y que el gobierno va a buscar centrar el foco en que “cedió” deponiendo la esencialidad. Ante esto, es necesario continuar impulsando la lucha y la unidad de los gremios de la educación, para superar a las direcciones oficialistas.
Los trabajadores de la educación sabemos que es posible conquistar nuestras reivindicaciones, a través de una lucha consecuente. Que el gobierno encuentre la fórmula que crea conveniente para contemplar los reclamos: mensaje complementario, decreto del poder ejecutivo, negociaciones en el consejo de salarios.
Hasta ahora, hemos logrado parciales victorias, pero es necesario que nos mantengamos firmes en nuestros reclamos y en los métodos para alcanzarlos, canalizando la bronca y la desilusión en lucha y organización.
¡Arriba los que luchan, esta pelea recién comienza y nos encuentra más fuertes y unidos que nunca!
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