La “Conferencia Latinoamericana” convocada por el FIT-U de Argentina no generó mucha expectativa, ni produjo tampoco ningún resultado. No produjo acciones prácticas, y lo que es peor no produjo ninguna clarificación política.
La dirección “oficial” del Partido Obrero se centró en polemizar con las otras organizaciones del FIT-U, contraponiendo la política que estas llevan en Argentina con la que llevan en otros países. Según el PO (O), mientras el FIT-U es un ejemplo de independencia de clase y de política revolucionaria, estas corrientes aplican en otros países distintas variantes de seguidismo a direcciones pequeño-burguesas -nombrándose en forma insistente su pertenencia al PSOL de Brasil o el Frente Amplio del Perú. Cómo sería posible que las “casas matrices” de estas corrientes (que están radicadas en Buenos Aires) mantuvieran una política correcta mientras que las organizaciones que alientan en otros países (sustancialmente mucho más minoritarias) integren frentes populares o partidos “amplios” supuestamente “anti-capitalistas”, es una verdadera incógnita. Que no fue explicada por los que reclamaban insistentemente que el PTS, IS y MST realizaran en otros países lo mismo que hacen en Argentina, es decir, constituir un “Frente de Izquierda”.
Este planteamiento no se detuvo a reflexionar, por ejemplo, que en Uruguay las organizaciones que se referencian en las del FIT-U no tienen la menor incidencia en la lucha de clases ni son medianamente conocidas. Esto vale para las que se relacionan con el PTS o el MST, que carecen de un periódico o una intervención mínimamente sostenida en el país. Pero mucho más vale para la nueva incorporación que ha realizado el PO (O): una supuesta “Agrupación León Trotsky” que nadie conoce, que no tiene siquiera un blog o una página en Facebook, que nunca produjo un documento fundacional ni para el caso un volante para distribuir en las masivas marchas que se realizan prácticamente cada semana en Montevideo. Qué progreso podría implicar constituir un FIT-U en Uruguay, con estas organizaciones, todavía estamos por averiguarlo. Seguramente no sería muy distinta la realidad en muchos otros países del continente. Evidentemente, el PO (O) se ha pasado a una metodología que históriamente fue rechazada por el Partido Obrero, que es promover organizaciones ficticias que no tienen intervención real en la lucha de clases. Basta su ejemplo oriental.
Sin embargo, lo peor es que la iniciativa de “crear uno, dos, tres FIT-U” en América Latina coloca el debate en un terreno electoralista sin perspectivas. Porque lo que necesitamos los trabajadores y la izquierda que se proclama revolucionaria no son aparatos electorales, sino organizaciones combativas, con una estrategia de poder para la clase obrera. Se necesitan congresos de trabajadores, coordinadoras de lucha, frentes únicos que actúen como tales en la lucha de clases. El FIT-U está lejos de ser eso, porque no puede actuar unido ni siquiera en el parlamento; en los sindicatos carece de unidad para enfrentar a la burocracia sindical. ¿Cómo puede ser colocado un frente de estas características como “modelo a seguir”? El FIT-U debería ser criticado por este comportamiento altamente oportunista, que el Partido Obrero reconocía y criticaba desde su fundación, no lo ocultaba. Mejor dicho: el PO histórico criticaba al FIT, porque el FIT-U profundizó sus vicios no sólo con la incorporación del MST sino sobre todo con la expulsión de la Tendencia del PO. Las acciones del FIT-U (y del PO oficial) en las legislaturas y el Congreso, otorgando quórum para que salgan leyes anti-obreras o privatizadoras (presupuesto y venta de bienes estatales, en el Chacho, por ejemplo) o directamente votando leyes reaccionarias y anti-democráticas como la que permite tipificar como anti-semita a quien cuestione al sionismo y el Estado de Israel, implican sin duda un salto en calidad en un proceso que sólo puede explicarse por la adaptación al parlamentarismo y el electoralismo, para lo cual fue necesario avanzar en la burocratización y el silenciamiento de las disidencias. Para los dirigentes actuales del PO, decir “Fuera Macri, asamblea constituyente” era intolerable, pero sí se podía decir “queremos que Macri termine su mandato”.
Las anteriores Conferencias realizadas en San Pablo, Buenos Aires o Montevideo, por parte de las organizaciones integrantes o simpatizantes de la CRCI, no ocultaban la debilidad de sus fuerzas, pero se preocupaban de que su elaboración sirviera para orientar la lucha de la clase obrera y para la construcción de partidos revolucionarios, cuarta-internacionalistas. Pasados los años, se puede recurrir a sus debates y resoluciones para brindar una caracterización y una orientación revolucionaria.
La Conferencia Latinoamericana del FIT-U fue un discutidero sin perspectiva alguna. Aunque se hicieron discursos sobre rebeliones y radicalización de la lucha de clases, la perspectiva que se planteó por parte del PO (O) fue… promover frentes electorales de las organizaciones que simpatizan con el FIT-U en el resto de América Latina. Un planteo sin pies ni cabeza, que todos saben no resuelve nada.
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