Poco más de un mes después de proclamar que el número de casos de coronavirus en los Estados Unidos pronto “se reduciría a casi cero”, Trump dijo el martes que en el mejor de los escenarios las muertes de Estados Unidos por la pandemia serían 240.000. El domingo reconoció “un muy buen trabajo”, y que “no se puede salvar una vida humana a cualquier costo”.
A reglón seguido, Trump sugirió que las enfermeras y los médicos en Nueva York están robando y vendiendo barbijos y otros equipos de protección. Al mismo tiempo, dijo que los estadounidenses y el personal de salud “pueden usar bufandas” en lugar de barbijos, algo que ya hacía el personal de salud, al que el presidente acusa de “robo”.
La Unión Internacional de Empleados de Servicio (SEIU) demanda pruebas, tratamiento y equipos de protección personal (EPP). Piden que el gobierno federal libere las reservas de máscaras en la Reserva Estratégica Nacional, use la Ley de Producción de Defensa (DPA) para producir el equipo necesario para los trabajadores y hospitales. El sindicato National Nurses United (NNU) le respondió a Trump: “la amenaza es usted”.
A los trabajadores asegurados no les cubren tests y desisten atenderse, aún con síntomas. Las compañías de seguros de salud podrían aumentar las primas un 40% (NYT, 28/3). La internación por neumonía puede costar 72.000 dólares.
La escasez de materiales hace que muchos no puedan presentarse a trabajar. Los hospitales dijeron que las existencias de suministros no durarían. En Minnesota el 30% de los contagios son del personal de salud. Trump sólo utilizó el DPA para obligar a GM a fabricar ventiladores, como castigo por una interna con su CEO. Los gobernadores se quejan de que los insumos se “subastan” entre los estados al “mejor postor”, lo que hace que los precios suban; los médicos han recurrido a la reutilización de barbijos y pañuelos.
Colapso y crisis de régimen
Economistas de la FED anuncian 32% de desempleo, mientras que en la gran depresión fue 25%. 47 millones más podrían perder sus empleos para junio. El proyecto de ley de u$s 2,2 billones da u$s 600 por semana durante cuatro meses, incluyendo trabajadores contratados y precarizados. Algunos legisladores republicanos se quejaron que esto sería más de lo que cobran regularmente.
43 millones de hogares estadounidenses son inquilinos y ya hay 10 millones de nuevos desocupados (FT, 2/4). 400.000 personas pidieron congelar alquiler, hipotecas y servicios públicos, para evitar una “catástrofe” social. ParentsTogether dice que 38% de los padres no creen que podrán pagar el alquiler o hipoteca sin recortar alimentos y medicamentos. Se necesitan 12 millones de casas sociales.
Mientras Trump choca con los gobernadores en torno a las medidas y los insumos, se niega a implementar leyes “bipartisanas” que le daría el poder de reorganizar la producción para abastecerse de insumos. La demanda de las grandes empresas de reabrir la producción tras huelgas salvajes en la industria automotriz o metalúrgica, en Amazon, y en muchas tecnológicas, entra en tensión con la protección y las medidas necesarias para proteger la vida. Las medidas más autoritarias, como la posibilidad de habilitar un estado de sitio, choca con esta misma apertura, porque sería la salida más impopular y antieconómica. Ningún estado de sitio ha logrado en la historia resolver una crisis epidemiológica o económica.
El “rescate” es a medida de la guerra comercial que aumenta y de los choques agravados con China y Rusia de cara a la carrera “pos pandemia”. Estas mismas medidas, si no logran superar el brote, sólo socavarían las posibilidades de recuperación de la principal potencia económica mundial, la posibilidad de reelección de Trump, y pondría en crisis al conjunto del régimen político y social. Los demócratas, a poco de impulsar un “impeachment”, le entregan un paquete multimillonario para salvar a las grandes empresas y bancos, una suerte de cogobierno. Pero los gobernadores demócratas (California, NY) le reclaman más acciones y ayuda. La compra de acciones de las empresas por parte de la FED, serían virtuales nacionalizaciones, que no quieren ni republicanos ni demócratas (cuyo candidato principal, Biden, atacó el “socialismo” de Sanders). La crisis política y social preanuncia la movilización política de los explotados y amenaza con llevarse puesto al conjunto del régimen. La crisis del régimen atenta contra las medidas que podrían permitir una recuperación acelerada.
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