La asamblea bancaria del sábado 7 de mayo mostró el abismo –cada vez más profundo– que se ha abierto entre los trabajadores y los dirigentes sindicales subordinados al gobierno. Es la segunda asamblea donde esta dirección fracasa, tras movilizar a todo su aparato, en imponer un convenio que permite aumentar la jornada laboral en la banca estatal, y mantiene ajustes salariales una vez al año pese a la inflación creciente –y por supuesto sin ningún crecimiento durante los tres años de vigencia.
La extensión de la jornada surge como propuesta del Directorio del Banco de Seguros del Estado, presidido por el “socialista” Mario Castro. Sigue la línea del “socialista” Hollande en Francia, que también quiere imponer a los trabajadores un aumento de la jornada laboral, lo que ha generado una movilización juvenil que nos recuerda al Mayo del ’68. La Segunda Internacional estableció en 1889 la celebración del Primero de Mayo, en recuerdo de los mártires de Chicago, como jornada de lucha internacional contra los capitalistas, y en particular por la limitación y la reducción de la jornada laboral. Pero la Internacional “Socialista” ha recorrido durante décadas el camino hacia su completa integración al capitalismo, al punto que muchos de sus dirigentes han presidido la OTAN y el Fondo Monetario Internacional.
El gobierno de Tabaré Vázquez lleva adelante una reestructura en los bancos oficiales, que apunta a reducir los puestos de trabajo y a tercerizar tareas en favor de las redes de pagos y de empresas privadas. Por disposición del gobierno, se debe eliminar cada año el 25% de las vacantes generadas, y se establece un tope en el ingreso de funcionarios que impide incluso el llenado de las vacantes que no son eliminadas. Esta política forma parte de un ajuste que descarga la crisis sobre los trabajadores, y que no abrirá ninguna salida sino que va a profundizar la contracción económica.
El mismo gobierno que despilfarró 1.000 millones de dólares en ANCAP (sin mencionar los agujeros de Pluna y Fripur) es el que impulsa este ajuste contra los bancarios. Cabe señalar que en los últimos tres años los bancos del Estado ganaron la friolera de 930 millones de dólares.
No podemos dejar de señalar que el acta firmada con el gobierno establecía que la discusión sobre qué sectores pasarían al régimen de 8 horas se realizaría “en la rama”, es decir, con el Consejo de la Banca Oficial. Si el planteo de extensión horaria se originó en el Banco de Seguros, y supuestamente estaría acotado a “muy pocos sectores”, ¿por qué no negociarlo con la Comisión Representativa del BSE? Porque saben que en ella encontrarán una resistencia cerrada al aumento de la jornada laboral. Quieren negociarlo “en la rama” porque allí los “socialistas” del gobierno tienen a sus amigos “socialistas” del sindicato. Que son minoría en el BSE.
La política del gobierno está determinada por los intereses del capital financiero internacional. Es por eso que mantiene la estafa de la jubilación privada, pese a que esta perjudica notoriamente a los trabajadores. El mantenimiento de las AFAP está provocando una pérdida patrimonial al Banco de Seguros (que es la única aseguradora que interviene en el mercado de las rentas previsionales). De mantenerse la política actual, el ente asegurador no sobreviviría cinco años más. Ya se habla de “capitalizar” al BSE, aunque todavía da ganancias y tiene un patrimonio de 300 millones de dólares. En realidad, están planteando transferir dinero para mantener a las AFAP a costa del ahorro nacional. Otros planteos, que también están inspirados por el FMI y los fondos privados, son el aumento de la edad para jubilarse y la rebaja de la renta inicial para quienes se acojan al retiro. Esto está establecido a texto expreso en el programa de gobierno del Frente Amplio.
La dirigencia del PIT-CNT se lamenta por el creciente “divorcio” entre el gobierno del Frente Amplio y la que define como “su base social”: el pueblo trabajador. Está claro que la base electoral del gobierno son fundamentalmente los trabajadores (aunque los votan y financian buena parte de los capitalistas). Pero su contenido de clase no está dado por quienes lo votan. ¿A quiénes sirve el gobierno? ¿A los millonarios como los Fernández, que cerraron Fripur y dejaron un agujero de 70 millones de dólares en el BROU, o a las obreras que se quedaron sin empleo?
El PIT-CNT le pide al gobierno que no se “divorcie”, cuando Vázquez y Astori hace rato “los engañan con otros”. Ante la negativa de los dirigentes sindicales a movilizarse contra el ajuste del gobierno, se va generando un “divorcio” creciente entre esa dirigencia oficialista y las bases sindicales.
El significado político de la asamblea de la banca oficial es similar al de las asambleas docentes del año pasado, cuando las maestras y profesores rechazaron los acuerdos con el gobierno y desautorizaron a Fernando Pereira y Marcelo Abdala, y a la propia Mesa Representativa del PIT-CNT que les recomendó levantar las medidas de lucha como condición para que el gobierno dejara sin efecto la “esencialidad”. Hay que recordar la enorme marcha de 60 mil personas en oposición al decreto anti-huelgas y en apoyo a la lucha educativa. Fue una primera señal de la brecha abierta entre el gobierno y los trabajadores.
Las encuestas muestran una caída en la intención del voto al Frente Amplio (13% según Factum). Pero no un fortalecimiento de la derecha blanqui-colorada, que también cae (12%). Una derecha fragmentada y dividida, que es incapaz de oponerse seriamente a ninguna política del gobierno porque en lo esencial defiende los mismos intereses. Una derecha que se referencia en Macri y en los políticos que impulsan el golpe en Brasil, y que quiere un ajustazo aún más profundo contra los trabajadores.
Si los principales partidos han caído un 25%, marcando una tendencia que se profundizará con el agravamiento de la crisis y la imposición del ajuste fondomonetarista, se abre la perspectiva de un giro hacia la izquierda de los trabajadores y de la juventud.
Los jóvenes fueron los principales protagonistas del NO al acuerdo firmado por los dirigentes de AEBU. Las nuevas generaciones no tienen mayores ataduras con los hombres del gobierno, ni con los dirigentes sindicales que no quieren “divorciarse” de ellos. La juventud sin dudas encontrará, a través de su propia experiencia, el camino hacia el verdadero socialismo, enfrentando a los gobiernos capitalistas. Y alcanzarán la conclusión de que nuestra lucha no es sólo sindical, sino también política, por un gobierno de trabajadores y por la unidad socialista de América Latina.
Rafael Fernández es presidente de la Comisión Representativa del BSE,
e integrante del Consejo de Banca Oficial de AEBU.
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