En la mañana del miércoles 8 de febrero, el ministro Heber notificó el relevo de los jerarcas de la Policía Nacional. Hay que consignar que, antes del anuncio oficial, los implicados ya los habían hecho efectivos por su cuenta. A través de audios a las otras jerarquías policiales, manifestaron ser depuestos por órdenes directas del Presidente.
Los fundamentos esgrimidos por Heber para justificar los cambios son, claramente, un intento de separar a dichos jerarcas de los sucesos del espionaje a docentes y alumnos del liceo 41 y, al mismo tiempo, deslindar toda vinculación con el caso Astesiano.
Después de elogiar a las autoridades salientes y dar “gracias por los servicios prestados”, Heber se deshace por explicar que los relevos no se deben a ningún acontecimiento actual, sino a la entrada en una “nueva etapa” en la operativa policial, que reclama de nuevos mandos. “Nada tiene que ver con otros asuntos que tiene el ministro entre manos” (La Diaria, 8/02/23). Buen intento Luis Alberto!!….pero muy pocos en este país darán crédito a esta patraña. Tan burdo es el embuste que Lacalle admitió en medios de prensa, que uno de los separados, sí, tiene vinculación con el Custodio, pues “reconoció que en el relevo de Berriel su vínculo con Astesiano fue “un elemento más”.
¡¡La “nueva etapa” de la que se habla, es la “etapa” de la comparecencia de seis jefes policiales ante el banquillo de los acusados!! Todos vinculados con el caso del ex custodio presidencial.
La pudrición destapada con el caso Astesiano no deja de emitir su podredumbre, afectando no solamente a la cúpula policial, sino al conjunto del régimen político. No hay “Refresh” que le quite el mal olor. De ahí que, los principales miembros del gobierno y el Partido Nacional pretendan tomar distancia.
Fierro caliente como pocos, nadie lo quiere agarrar. Búsqueda en su última edición saca a relucir la íntima relación entre Patricia Rodríguez, la dirigente del sindicato policial y Astesiano. Allí se destacan los pormenores de la reunión entre Lacalle y Rodriguez para fraguar un acuerdo salarial espurio por fuera del Ministerio de Trabajo, además de revelar una trama espesa de intrigas y favores entre amigos con los recursos del Estado.
Astesiano no “es sólo un custodio”, como afirmó Alvaro Delgado, el Secretario de Presidencia, es una radiografía del régimen político uruguayo. Es la punta de un iceberg. Es un mentís para la caterva de dirigentes políticos de todos los partidos y sindicalistas tránsfugas como Pereyra y Abdala que no se cansan de alabar las “bondades” de la democracia uruguaya.
Los trabajadores debemos tomar nota de la descomposición del régimen político en el que vivimos, para arribar a la conciencia de la necesidad encarar la lucha por un gobierno de trabajadores, es decir, por un gobierno socialista bajo la dirección de la clase obrera.
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