En oposición a las encuestas manipuladas, toda la evidencia está mostrando un cambio en la situación política, donde el gobierno está sufriendo diversos traspiés que no pueden ser disimulados. El primer de ellos fue la obtención de casi 800 mil firmas a favor de un referéndum contra parte de la “Ley de Urgente Consideración” (LUC). Fue un resultado que nadie esperaba -especialmente fue inesperado para sus propios promotores- y que respondió a una reacción desde abajo ante la apatía de los principales referentes del Frente Amplio. Las elecciones en el Sindicato Médico, la Universidad, la enseñanza y el BPS, todas fueron consistentes en un retroceso de las listas derechistas que apoyan al gobierno incluso frente al período anterior en que el Partido Nacional y sus aliados eran oposición. Ante la perspectiva segura de un referéndum en la primera mitad del año próximo, que será ante todo un plebiscito sobre la gestión de Lacalle y asociados, el gobierno ha ingresado en un impasse.
El relativo inmovilismo del gobierno se ha manifestado incluso en la no aplicación de la propia LUC, por ejemplo en lo referente al aumento de los combustibles. Tras varios ajustes mensuales, Lacalle Pou ha decidido postergar los aumentos para evitar incrementar el malhumor popular y de su base electoral en particular. Pero también es previsible que la reforma jubilatoria quede postergada hasta después del referéndum, dado que presentar ahora el proyecto al parlamento haría girar toda la campaña y la propia votación en torno a esta cuestión central, cuando nada menos que el 80% de la población se opone al aumento de la edad de retiro.
La senadora Graciela Bianchi acusó al Frente Amplio de querer “desestabilizar” al gobierno, olvidando que el FA les votó más de media LUC e hizo todo lo posible para contener el referéndum o recortarlo. La oposición de centro-izquierda es un factor de estabilización del gobierno, pese a que desde las bases del movimiento obrero crecen las tendencias a la lucha. La participación del Frente Amplio y la cúpula del PIT-CNT en la “Comisión de Expertos” para reformar la seguridad social es una prueba contundente, así como el hecho de que no impulsan ninguna movilización para derrotar esa reforma. Por el contrario, los probables candidatos del FA en la próxima elección defienden la continuidad de las AFAP. Bergara estuvo en contra del propio referéndum, y Orsi y Cosse han manifestado que las AFAP podrían financiar las obras de infraestructura del área metropolitana.
El Congreso del PIT-CNT ratificó la dirección mayoritaria, que frena la lucha del movimiento obrero en función de la negociación con el gobierno y que se subordina al calendario electoral y la estrategia del Frente Amplio de “volver en 2024”. En función de esta orientación, pretende contener las luchas con el pretexto de que el centro es el referéndum, y apostando a crear una “Nueva Mayoría” con aliados aún más a la derecha del propio FA. Mientras tanto, esta dirección sindical ha aceptado los ajustes salariales por debajo de la inflación, negándose a la unificación de las luchas. La integración del sindicato policial al Secretariado del PIT-CNT -mientras que un 25% de los delegados votó su expulsión- es una expresión más de la integración al Estado de la burocracia sindical, y de los vasos comunicantes entre gobierno y oposición: cabe recordar que el sindicato policial defiende la LUC y la política de seguridad de Lacalle.
Contra esta orientación han chocado los diversos conflictos e incluso las huelgas que han estallado en esta última etapa, como las de las Pesca, Soofrica, SUNCA en UPM, el Puerto, y más recientemente la Federación de la Carne. También en la enseñanza se está saliendo a la lucha contra la eliminación de horas y grupos (recorte presupuestal), y en defensa de las libertades democráticas y sindicales (frente a la embestida contra los docentes de San José).
La aprobación en el Congreso del PIT-CNT de una resolución que plantea la movilización contra la reforma jubilatoria, que rechaza el aumento de la edad de retiro y la extensión de las AFAP, y que exige aumentar los aportes patronales, es un indicador de que en la base del movimiento obrero existe una elevada conciencia sobre el alcance de esa reforma y la necesidad de enfrentarla. Este planteamiento en realidad se contradice con toda la orientación de la dirección frenteamplista, y puede concretarse únicamente a través de una lucha contra la propia burocracia sindical y por organizar comités de lucha o coordinadoras barriales para impulsar esa campaña.
El Congreso del PIT-CNT ratificó la necesidad de poner en pie una dirección clasista, que permita efectivamente unificar a la clase obrera para luchar contra los ataques capitalistas y por una salida propia frente a la crisis. La burocracia sindical divide a los trabajadores y frena su lucha, por lo que la constitución de un bloque clasista en los sindicatos es una tarea fundamental para la próxima etapa. Las votaciones en el Congreso mostraron que existe una fracción importante del movimiento sindical que es una base para esa tarea impostergable. Para llevarla adelante se impone la necesidad de impulsar Encuentros de trabajadores y un Congreso obrero clasista, que apoye y unifique las luchas y organice una campaña por un plan de lucha consecuente. La Coordinación de Sindicatos es el lugar donde se organiza la mayoría de estos delegados y activistas, por lo que tiene una gran responsabilidad para contribuir a una campaña independiente contra la LUC y la reforma de la seguridad social, que no se subordine al Frente Amplio sino que -como dice el documento de la propia Coordinación de Sindicatos- impulse un plan de lucha consecuente “incluida al huelga general”.
La izquierda clasista debe delimitarse del Frente Amplio, que no sólo votó gran parte de la LUC sino que en muchos aspectos es un precursor de la misma: decretos de servicios esenciales contra la huelga de la educación y otros sindicatos, prohibición de ocupaciones de oficinas y empresas públicas, decreto 401/008 (descuentos por paros por encima del tiempo no trabajado), decreto anti-piquetes, mega operativos (razzias) en los barrios populares, entre otros aspectos como el mantenimiento de las AFAP y la rebaja y las exoneraciones de los aportes patronales. Impulsamos una campaña por el SI en el referéndum de carácter independiente, que organice coordinaciones barriales para luchar contra el gobierno y su LUC, y contra la reforma jubilatoria del FMI, en apoyo a todas las luchas populares, impulsando la movilización consecuente “incluyendo la huelga general”. En esta perspectiva proponemos una campaña en común a organizaciones de izquierda y a sindicatos y agrupaciones clasistas, para derrotar al gobierno y construir una alternativa de dirección.
La bancarrota capitalista amenaza a las conquistas de la clase obrera en todo el planeta, y a una caída aún más pronunciada de las condiciones de vida populares, por lo que debemos prepararnos para una etapa de lucha excepcional. Las organizaciones de izquierda que se centran en la acción electoral o parlamentaria, olvidan que la etapa actual no es de “reformas sociales” progresivas sino de convulsiones y ataques a las conquistas existentes, por la vía del electoralismo terminan integrándose al régimen político como un apéndice. Las corrientes sindicales que se limitan a la acción sindical para defenderse frente a los ataques patronales o en el mejor de los casos pugnar por alguna mejora, tampoco perciben el cuadro de catástrofe social que plantea el régimen social actual, en su decadencia. Fue llamativo en el Congreso del PIT-CNT que todos los documentos señalaban que la crisis capitalista raja las paredes, pero no planteaban la lucha por la superación del capitalismo, en especial el documento mayoritario que postulaba la necesidad de una alianza con la burguesía “progresista”. Es fundamental introducir un debate en la izquierda que se proclama clasista o incluso revolucionaria, para alcanzar una correcta comprensión de la etapa histórica que vivimos y su potencialidad revolucionaria. Una izquierda clasista sólo puede organizarse sobre la base de un programa obrero que plantee la lucha por un gobierno de trabajadores y la unidad socialista de América Latina. La acción (sindical, electoral, parlamentaria) no puede oscurecer esta perspectiva sino que debe contribuir a preparar a la clase obrera para intervenir en forma independiente en las futuras e inevitables crisis políticas y sociales.
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