La UP cuenta con un diputado, el dirigente del 26M Eduardo Rubio, pero el mismo se las arregló para pasar totalmente desapercibido en las más importantes jornadas de la lucha docente y estudiantil. Lo menos que se podía esperar de un diputado de ‘izquierda radical’ era que interpelara a Murro y Muñoz cuando declararon la esencialidad, o que hiciera lo propio con Bonomi y el mismo Murro cuando desalojaron a palazos al estudiantado de secundaria del Codicen. Nada de esto sucedió.
Mientras los estudiantes convocaban a marchas en repudio a la represión, la U.P. hacía sus propias marchas (a la misma hora) “contra al carestía”. Los militantes del 26M se dieron el lujo de romper con ADES y FENAPES en medio de la huelga más dura en los últimos años, constituyendo una “Sindicato de Trabajadores de la Educación” totalmente insignificante y que no ha convocado a ninguna lucha. Mientras Abdala atacaba a los gremios de la enseñanza de Montevideo, intentando regimentarlos para que la burocracia sindical pueda firmar los falsos ‘convenios’ impuestos por el gobierno, el 26M los ataca a su vez por… integrar el PIT-CNT. No son lo suficientemente ‘radicales’, deben ser despreciados, y nada menos que en el mismo momento que sufren el ataque unificado desde el gobierno, la cúpula del PIT-CNT, y la derecha blanqui-colorada.
El sectarismo en relación al proceso de lucha del movimiento obrero está al servicio de una política parlamentarista, que tampoco es de lucha. La UP viene impulsando reformas legislativas, completamente al margen de la lucha popular, en lugar de utilizar su posición en el parlamento para ser el vocero de esas luchas.