La lucha en defensa de la educación pública tiene una larga tradición en Uruguay, la combinación de la lucha docente con la estudiantil, ha dado lugar a importantes huelgas y luchas reivindicativas, desde la lucha contra la reforma Rama en 1995, hasta las luchas presupuestales contra los gobiernos del FA con la culminación del 2015. Durante la lucha presupuestal del 2017 los métodos de lucha de los años anteriores se pusieron en práctica, con numerosos liceos ocupados, el IPA ocupado y paros docentes, aunque las reivindicaciones que se alcanzaron fueron parciales y de cada instituto, ya que no se logró avanzar en una plataforma única de todos los sectores de la educación que plantee reclamos de conjunto. La incapacidad de lograr un frente único de los distintos sectores de la educación, con una organización basada en la movilización de las bases, y la deliberación política, ha sido uno de los principales motivos de que las experiencias de lucha de los últimos años no triunfen. Así el 2018-19 transcurrió con una relativa atenuación del conflicto educativo, de vez en cuando perturbada por acciones generalmente aisladas, hasta que la entrada en la etapa de la pandemia terminó de replegar a la mayoría de centros de estudiantes y sindicatos.
Nos encontramos así ante un desafío histórico para la lucha en defensa de la educación pública, que es lograr sacar conclusiones de los fracasos anteriores e ir a la acción aspirando a lograr un verdadero movimiento de lucha, capaz de desatar una huelga educativa contundente.
La necesidad de superar los errores del pasado se vuelve aún más urgente cuando vemos la dimensión del ajuste en curso y su ensañamiento con la educación. Es clarificador ver la amplía participación que han tomado distintos sectores capitalistas nacionales e internacionales en las decisiones de la educación pública, y es que el período de los think-tank (ejemplo, Eduy21) ya no es necesario porque los capitalistas están metidos directamente en espacios de decisión y consulta de la educación, no necesitan organizarse por fuera. Las reformas en secundaria, con un ataque a las humanidades y artísticos, imponen una formación mucho menos integral que forma una fuerza de trabajo mayoritariamente descalificada, con atributos útiles principalmente para el capital de la informática y el software, sector que por la automatización de los procesos productivos y hasta administrativos, se proyecta como estable a futuro, y útiles también para ser explotados en trabajos precarios. Así la lucha en defensa de las currículas revela toda su influencia en la lucha de clases planteándose como una lucha en defensa del salario y una capacitación lo más universal posible que le de ciertas garantías a los trabajadores en el mercado de trabajo. Lo mismo ocurre en formación en educación donde las reformas que han sido puestas sobre la mesa en distintos documentos plantean un ataque a la integralidad de la formación docente, propugnando una formación transitada por distintas instituciones en las cuales se irían aprendiendo competencias y conocimientos que culminarían en el título de profesor con reconocimiento universitario. Además, montados sobre la pandemia y sus estragos, el gobierno, los capitales de la educación y otros interesados, empiezan a implementar la idea de educación híbrida, utilizando la virtualidad como un arma para ahorrar presupuesto (dicho explícitamente por Claudio Rama, sobrino de Germán, contratado por el CFE) y en un futuro poder avanzar sobre los propios puestos de trabajo.
Si a todo esto le sumamos la profundización de la represión y violación a las libertades políticas de muchos docentes, como los de San José y muchos otros, o la persecución a estudiantes de magisterio por una pintada con el centro de estudiantes, la necesidad de poner en pie de forma organizada y unificada la lucha en defensa de la educación pública, se hace evidente.
En este sentido algunas acciones vienen marcando el camino. El 29 de setiembre se realizó un paro estudiantil de los gremios de secundaria de Montevideo, y de los gremios de la Costa y Las Piedras. El 10 de noviembre el GE63 ocupó el liceo 63, con el apoyo mediante paro de otros liceos, y el 1 de diciembre comenzó la ocupación del IAVA y posteriormente la del Zorrilla. Esto nos habla de una recomposición del movimiento de lucha en secundaria, que siguiendo lo ocurrido en los anteriores años, puede terminar contagiando a estudiantes terciarios y docentes. Estos últimos vienen realizando acciones, paros, movilizaciones contra la represión sindical, y marchas como la reciente del 18 de noviembre, que logró unificar en una misma convocatoria a estudiantes docentes y funcionarios, pese a que tuvo que haber logrado movilizar todavía a más personas.
La tarea de los luchadores será entonces la de profundizar este estado latente de conflicto, unificando los reclamos y comprometiendo a cada vez más trabajadores y estudiantes con la lucha en defensa de la educación pública. La inmediatez de la lucha por derrotar las reformas y todas las políticas mercantilizadoras, no relega a un lugar poco importante la pregunta más profunda de qué educación necesitan los trabajadores para transitar las contradicciones de esta etapa histórica, y mediante que herramientas productivas, técnicas, intelectuales, y procesos sociales, se puede profundizar la capacidad de los trabajadores de organizar la vida social y transformarla de forma revolucionaria. Por el contraria esta discusión es fundamental para darle solidez a cualquier propuesta de defensa de la educación pública.
No habrá recomposición posible del movimiento estudiantil y docente (ni del movimiento obrero en general), mientras se relegue a direcciones sindicales y aparatos la tarea que debería ser de los propios trabajadores. Un frente único de lucha en la educación para ser genuino debe estar marcado por la participación generalizada de las bases en las decisiones políticas finales del frente y en la discusión de un programa. De lo contrario sería repetir la experiencia del FA, que impulsa determinados frentes como la Intersocial para terminar orientándolos a su acumulación electoral e intereses momentáneos. Los siguientes pasos que se den en la lucha en defensa de la educación pública deberán apostar al fortalecimiento del movimiento de lucha, y a la profundización de la discusión y deliberación política en este. Es tarea de los luchadores expandir la discusión de qué medios organizativos nos pueden servir para lograr esto.
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