El presidente del PIT-CNT hizo un señalamiento muy importante ante una pregunta que le realizara el semanario Búsqueda (4/4) sobre la parálisis de muchas direcciones: “Hay sindicatos que están más quietos. Pero luego abajo se corrige. Si vos vas a una barriada y de 100 te firman 90, entonces te das cuenta de que las dificultades las tuviste con algunas estructuras, con algunas direcciones pero no con la gente. Esa es la lectura que yo hago. Si las dificultades internas fueran relevantes no llegábamos a las firmas. Nosotros estamos trabajando para generar una dinámica en la que la gente le pase por arriba a la organización.”
La pregunta apuntaba a las direcciones sindicales alineadas con “Articulación”, “En Lucha”, el MPP, que no ya están “quietos” sino que están abiertamente saboteando la campaña. Abdala plantea “que la gente le pase por arriba a la organización”, es decir, a las direcciones que atacan y sabotean la campaña del plebiscito. Es una declaración inédita, sobre todo viniendo nada menos que del presidente del PIT-CNT.
Recordemos que el ex presidente de la central sindical, Fernando Pereira, es actualmente presidente del Frente Amplio, y declaró que seguramente no va a firmar la papeleta por el plebiscito (coincidiendo con Yamandú Orsi, José Mujica, Mario Bergara y muchos otros dirigentes frenteamplistas). No son posiciones personales: el Frente Amplio votó dejar en “libertad de acción” a sus dirigentes (habilitando el ataque público a la campaña del PIT-CNT) y a su vez prohibió a los comités de base que apoyen la juntada de firmas. Los sindicatos que están “quietos” no responden a una interna gremial, sino a la subordinación de sus dirigentes a la política del Frente Amplio.
Abdala destaca que las bases sindicales están firmando, que la inmensa mayoría está con el plebiscito, y que sus dirigentes no representan entonces el sentimiento y la postura de los afiliados, en otras palabras: actúan como polea de transmisión de una fuerza extraña al movimiento obrero, en este caso al aparato del FA que subordina a la clase obrera a los intereses del gran capital. La campaña de las firmas sólo es posible llevarla al triunfo si “la gente (las bases obreras) le pasan por arriba a la organización (las direcciones pro-burguesas)”.
El presidente del PIT-CNT reconoce que él no era partidario de este plebiscito. “Tuvimos algunas diferencias tácticas internas con eso, pero estamos muy conformes con lo que se está haciendo. Nos pusimos al frente.” El PCU impulsaba otra posición, que buscaba un consenso del Frente Amplio y las direcciones sindicales: un plebiscito que simplemente derogara la ley jubilatoria del gobierno, pero que no estableciera en la Constitución la prohibición de aumentar la edad de retiro por encima de los 60 años, ni la eliminación de la jubilación privada (AFAP), ni el aumento de las pasividades más bajas. La cuestión de la edad de retiro y las AFAP era decisiva, porque el Frente Amplio defiende el mantenimiento de la jubilación privada -más allá de alguna retórica crítica, durante 15 años de gobierno con mayoría parlamentaria se negaron a tocar esta estafa- y es inocultable que los primeros que hablaron de aumentar la edad de retiro fueron Astori y Mujica, no Lacalle Pou. El intento frustrado de Abdala y el PCU, de conciliar el planteo obrero con la política de las direcciones burguesas del Frente Amplio, es otra expresión más de la crisis de dirección de la clase obrera, porque un partido que se denomina “comunista” en definitiva actúa como bisagra que liga a los trabajadores a direcciones burguesas y fondomonetaristas.
Marcelo Abdala toma distancia del planteo de Fernando Gambera, secretario general del sindicato bancario y dirigente del PIT-CNT de la corriente Articulación, quien afirma que “el objetivo principal de este año es sacar a la derecha del gobierno”. Gambera hace campaña en favor de Yamandú Orsi, quien a su vez ataca el plebiscito del PIT-CNT y llama a no firmar. El MPP de Orsi tapa las pintadas de los sindicatos en favor de la recolección de firmas. Abdala dice que “no formularía en esos términos tan electorales” el objetivo del PIT-CNT: “desde el punto de vista del movimiento obrero y popular hay una visión de la necesidad de cambios profundos que no pasan siquiera por una mejor administración de la economía y de la distribución del ingreso de una matriz productiva dependiente. Vamos más a fondo: cómo diversificamos la matriz productiva; cómo —en vez de solamente distribución de los ingresos a través de los Consejos de Salarios y políticas sociales— vamos a un proceso de distribución de la riqueza, lo contrario al modelo de la desigualdad, que fue lo que se implementó en estos cinco años. Los planteos nuestros son de fondo. No es solo una pauta un poco más generosa en los Consejos de Salarios. Si vos mirás lo que pasó en América Latina con los golpes blandos, con el ascenso de versiones cada vez más extremas de la derecha, incluyendo lo que pasa en Argentina, en todos los lugares hay profundas decepciones de promesas incumplidas o de cambios que no se hicieron. Bueno, nosotros vamos a fondo.”
El presidente del PIT-CNT reconoce un panorama internacional de carácter convulsivo, de violentos giros políticos y de agudización de la lucha de clases, y se adscribe a las posiciones que hablan de “cambios profundos” o “giro a la izquierda”, que subrayan los “límites del progresismo”, y admite que la insatisfacción de las demandas populares es lo que abre paso a la derecha. La orientación que fija para la clase obrera sin embargo es actuar como factor de presión sobre los progresistas, para que cumplan sus promesas o vayan “más a fondo” de lo que estos quieren ir. En oposición a una estrategia de poder para la clase obrera, de lucha por un gobierno de trabajadores, se plantea que la clase obrera “acumule fuerzas” con fracciones burguesas y las empuje “girar a la izquierda”. Esta política -que en el pasado se formuló como la del “gobierno en disputa”- bloquea el planteamiento del gobierno obrero y la lucha por el socialismo, y ya fracasó en el período de gobierno del Frente Amplio (y en todos los procesos nacionalistas o centroizquierdistas latinoamericanos). Colocar a la clase obrera detrás de la ilusión de un giro a la izquierda de fuerzas políticas que no quieren romper con el imperialismo ni mucho menos superar el régimen capitalista es condenarla a la impotencia y llevarla a una nueva frustración.
Abdala apoya la candidatura de Carolina Cosse en el Frente Amplio, en torno a la cual vienen agrupándose buena parte de los partidos que plantean el “giro a la izquierda”, aunque también la apoyan Rafael Michelini, Pablo Ferreri, Florencia Astori e incluso el batllista José Pablo Franzini Batlle, hasta hace poco integrante del Partido Colorado. Este agrupamiento “socialdemócrata” que está con Cosse se ha pronunciado en contra del plebiscito del PIT-CNT. La propia ex Intendenta de Montevideo ha firmado por el plebiscito pero no está de acuerdo con su contenido, y está intentando no pronunciarse sobre el voto a la reforma constitucional del PIT-CNT por lo menos hasta después de las elecciones internas. Abdala reconoce esta situación pero espera que una gran cantidad de firmas pueda generar una presión para cambiar esa posición de Cosse y hasta del FA: “Creo que puede haber sorpresas y sorpresas desde el punto de vista de los apoyos en la base. Hemos visto que a veces algunas direcciones cuestionan la propuesta pero las bases firman. Yo sería todavía cauto en el análisis. Me parece que está todavía en movimiento. Y si vos llegás a las firmas, si llegás de manera holgada, si planteás un debate ordenado, si la gente empieza a manifestar que está buena la idea… Algunos apoyos políticos se pueden transformar. Nosotros cuando salimos a juntar las firmas tenemos un diálogo muy respetuoso con quienes están de acuerdo y con quienes no. Pero todo indica que hay mucha gente que está de acuerdo.”
Las encuestas le dan la razón a Abdala en cuanto al apoyo popular a la iniciativa. Por ejemplo, el politólogo Oscar Bottinelli afirmó en el periodístico de TV Ciudad “La letra chica” que casi el 80% de la población ya tiene posición definida sobre el plebiscito, lo cual es un nivel de conocimiento muy alto de la existencia de este movimiento. Según Bottinelli, el 82% de los encuestados está de acuerdo en la equiparación de las jubilaciones y pensiones mínimas al Salario Mínimo Nacional. Además, el 69% está de acuerdo en restablecer la jubilación a los 60 años. Incluso un 35% se manifiesta de acuerdo en eliminar las AFAP. Es evidente que los cambios propuestos tienen un elevado nivel de popularidad y también es evidente que eso ya lo saben Cosse y Orsi. Si no se han pronunciado a favor, cuando además ya saben que se van a alcanzar las firmas, no es por motivos electorales. La “conveniencia electoral” debería inclinar la balanza a favor del plebiscito, no en contra. Están adoptando una posición antipopular porque son fuerzas capitalistas, defienden los intereses de los empresarios y el capital financiero. Abdala ha planteado en algunas oportunidades que el aporte patronal en Uruguay es de los más bajos en la región, y que es el único país en que los obreros aportan el doble que las empresas (además de existir un 26% de exoneraciones a sectores capitalistas). El presidente del PIT-CNT sabe que fue el Frente Amplio el último que bajó el aporte patronal, del 12% al 7,5%. Es claro que defienden a las grandes empresas, no al movimiento obrero.
Las declaraciones de Marcelo Abdala deben ser tomadas en cuenta porque ponen el dedo en la llaga respecto a las políticas de las direcciones sindicales y políticas, que subordinan al movimiento obrero a intereses ajenos, y bloquean una estrategia de independencia de clase, de lucha por el poder para la clase obrera y por el socialismo. Abdala reconoce que las direcciones están echando para atrás, que las bases tienden a superarlas, y plantea incluso “pasarles por arriba” -pero sólo en el proceso de las firmas, no impulsa una movilización de masas, ni mucho menos romper con los Orsi y Cía. El PCU y el PS señalan las limitaciones del progresismo pero se ocultan las limitaciones propias: se dirigen a repetir en forma empeorada la experiencia del mal llamado “progresismo” (que no impulsa un “progreso” sino que acepta el “retroceso” en la cuestión jubilatoria). Hay que recordar que el PCU tuvo un rol destacado en los gobiernos de Vázquez y Mujica, y fue nada menos que desde los ministerios “comunistas” (y la Intendencia de Ana Olivera) que el gobierno aplicó los llamados “servicios esenciales”, es decir, la prohibición de las huelgas (al extremo de utilizar al ejército como rompehuelgas contra los municipales de Montevideo). Cuando las papas quemaron, la “presión sobre el gobierno progresista” se quebró, y el PCU incluso archivó la tesis del “gobierno en disputa”.
En oposición a los frentes “populares”, de colaboración de clases o alianza con la burguesía “progresista”, pongamos en pie un frente de trabajadores.
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