¿Un dèjá vu de 50 años?
Francia está viviendo, en estas semanas, intensas jornadas de lucha obrera y estudiantil. Remueve los recuerdos de aquel 68 y los miedos de la burguesía a una posible repetición. Los estudiantes franceses han ocupado entre el mes de marzo y estos días, más de 25 universidades en todo el país. Los enfrentamientos políticos con el gobierno y las autoridades universitarias están sobre la mesa: ya han destituido dos rectores. Los estudiantes han tomado los métodos heredados de las generaciones protagonistas hace 50 años y los aplican en su lucha actual contra la Ley de Orientación y Rendimiento Escolar (ley ORE), también llamada ley Vidal por el nombre de la ministra de educación impulsora de la reforma. La represión policial no se ha hecho esperar y la convergencia con las huelgas obreras despierta los peores temores de la clase dominante.
La (contra)reforma macronista
Esta contrarreforma educativa se incluye en un conjunto de reformas y ataques a los servicios públicos impulsadas por el gobierno de Macron, como la reforma laboral del año pasado y el desmantelamiento y privatización del sistema de transporte ferroviario que encendió la huelga las últimas semanas. En este caso, el ataque a la educación pública tiene como uno de sus objetivos limitar el ingreso masivo de estudiantes a las Universidades. Una especie de selección que determina qué bachilleres podrán acceder a la educación superior. Esta selección se implementa mediante una plataforma virtual llamada Parcoursup, donde el estudiante secundario, en su último año de bachillerato debe elaborar su perfil de estudiante para las carreras a las que se candidatea cursar. Esta especie de currículum vitae académico incluye las instituciones donde cursó el estudiante, la escolaridad, es decir, las calificaciones obtenidas en la educación media y entre otras cosas, cartas motivacionales donde el bachiller argumenta por qué pretende cursar tal o cuál carrera. La selección está a cargo de docentes y consejeros universitarios, quienes determinan según la calidad de esa presentación quiénes ingresan. En las palabras de gobernantes y rectores, esta reforma ayudaría a orientar de entrada el curso educativo de los estudiantes, evitando que ingresen a carreras que no continuarán, y por lo tanto, se obtendría de eso un mejor reparto de cupos estudiantiles en la universidad, evitando la superpoblación. En los hechos, esta selección determina que aquellos estudiantes que vienen de institutos considerados de menor calidad (por ejemplo los institutos técnicos), aquellos que tienen calificaciones más bajas o incluso aquellos adolescentes que no tienen claro a su joven edad qué carreras seguir, no sean aceptados en las universidades. Esta segregación ataca, particularmente, a los estudiantes que provienen de familias con menores ingresos y apunta a la selección de una élite que cumple con los exigentes requisitos para acceder. Es una violación completa del derecho universal a la educación pública superior.
Respuesta estudiantil
El rechazo que obtuvo la reforma en los estudiantes secundarios encendió la chispa en las capas estudiantiles universitarias y un reguero de ocupaciones y huelgas atraviesa Francia en el último mes. A los estudiantes se le han sumado más de 400 docentes que enfrentan la contrarreforma y la conectan con las políticas de recorte presupuestal y el bloqueo a la creación de empleos universitarios que sufren desde hace una década.
Más de 25 universidades han sido ocupadas en el último mes en importantes ciudades como París, Nantes, Toulouse, Burdeos y Lyon, entre otras. Además, varios decanos han decidido cerrar las instituciones para evitar las ocupaciones estudiantiles. Los estudiantes desarrollan en las universidades asambleas generales, debates, huelgas y boicots a los exámenes parciales. En más de una ocasión las autoridades han recurrido a la policía republicana para terminar con los bloqueos. Ante esto, un conjunto de presidentes universitarios afines a la ley ORE se ha posicionado ante estas movilizaciones con la intención de ceder algunas disposiciones como el aumento de cupos para hacer pasar la ‘parte gorda’ de la ley. El presidente de la universidad de Rouen-Normandie caracterizó las negociaciones entre estudiantes y el gobierno como un diálogo de sordos y llamó a ambos sectores a flexibilizar posiciones (Le Monde, 18/4). Se pretende curar de espanto. Todas estas características emulan con una similitud impresionante los hechos de 1968.
¿Un dèjá vu?
El término “dèjá vu” significa en francés ya visto, y es la sensación que genera al día de hoy los levantamientos simultáneos de estudiantes y trabajadores franceses. Si bien no podemos equipararlo mecánicamente con el proceso de 1968, el inicio de las movilizaciones y los métodos de lucha de aquel año tienen grandes similitudes con la actualidad. Fue a fines de 1967 que el gobierno impulsó una reforma sobre la Universidad con un objetivo limitacionista y de recorte de carreras, el Plan Fouchet, conocido así por el nombre del Ministro de Educación del momento. Esta contrarreforma educativa se enmarcó en una situación política general de apoyo por parte de los estudiantes a los guerrilleros vietnamitas que enfrentaban al imperialismo yankee; se sucedió al asesinato del Che en Bolivia, por el cual se hicieron manifestaciones; y calzó con una nueva generación de jóvenes que se hizo a un costado de la regimentación del estalinista Partido Comunista Francés y superó sus límites en una lucha general que de la mano de la clase obrera hizo temblar las bases del poder burgués en un mundo dominado por la coexistencia pacífica entre el imperialismo y la URSS. Las ocupaciones de universidades y fábricas-, huelgas, piquetes y enfrentamientos con la policía brotaron por todo el país superando las intenciones del PCF, que pretendió en todo momento hundir la rebelión popular.
La situación política actual en Francia está entrelazada por el ajuste que viene desarrollando Macron, en el marco de una crisis capitalista con un alcance destructivo sin precedentes, donde se reflejan los bombardeos sobre Siria que tiene a Francia, EE.UU. e Inglaterra como responsables. La experiencia histórica acumulada de los estudiantes y trabajadores franceses deja abiertas las puertas del futuro en Francia, donde la rebelión puede alcanzar e incluso superar la de 1968 y abrir así una nueva perspectiva para la clase obrera mundial.
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