La famosa teoría del goteo o del derrame que defienden los socialdemócratas y pseudo-izquierdistas genuflexos ante el capitalismo es una falacia disfrazada de economicismo; se trata de una mentira que se repite y se intenta imponer como postulado hegemónico dentro de la izquierda a los efectos de lograr el apoyo de la clase obrera y que esta, engañada y traicionada, siga sufriendo las consecuencias del capitalismo con la esperanza de que en algún momento su situación irá a mejorar.
Esta teoría se basa en la siguiente analogía: la riqueza generada por la sociedad va llenando una copa. Lo que se encuentra dentro de la copa es lo que pertenece a los ricos, a los empresarios, y las gotas que van cayendo son la parte que le corresponde a la inmensa mayoría de la población, es decir, a los trabajadores. Así, se plantea que, si se genera una cantidad mayor de riqueza, la copa se desborda cada vez más, y por ende, más riqueza “cae” hacia los trabajadores, que verán así aumentado su nivel de vida y se podrá lograr la erradicación de la pobreza dentro de los límites del sistema capitalista.
Pensemos esta situación por un segundo, y démonos cuenta del absoluto ridículo en que caen los “teóricos” que defienden esta posición. Se está partiendo de la base de que la clase de los capitalistas tiene un límite en cuanto a su avaricia, a su deseo de poseer, y que es posible generar una cantidad de riqueza tal, que los capitalistas se conformen con una parte y dejen que todo el excedente se vuelque hacia la clase obrera.
La copa, a medida que se va llenando, también aumenta su tamaño exponencialmente. La clase capitalista lo ha demostrado desde hace siglos, jamás se conforma con determinado nivel de riqueza sino que busca, en una carrera sin frenos lograr una acumulación mayor, a costa de los trabajadores que cargan sobre sus espaldas la generación cada vez mayor de riquezas.
Es sencillo entender esto, la riqueza generada en este país es la mayor de toda su historia, pero el derrame es cada vez menor. Se ha avanzado en términos nominales, pero no en términos reales. La inflación se come todos los ajustes (por IPC proyectado, no IPC real) y los miserables aumentos salariales (este año el gobierno aspira a convenios no mayores al 3%). La canasta familiar (supera los $50.000 frente a un salario mínimo que no llega a $8.000), los alquileres, el boleto (que aumentó dos veces este año), los medicamentos, son cada vez mayores. Los leves incrementos salariales no logran compensar la permanente caída del poder de compra de los trabajadores, dado que los productos que más aumentan son los más demandados por los sectores más pobres (la yerba es un ejemplo de esto).
El cuento del “desarrollo del país productivo”, con “justicia social” y “profundización de la democracia”, no es más que un disfraz para un modelo depredador, extractivo, que busca aumentar la riqueza del gran capital a costa de nuestra fuerza de trabajo, de los impuestos que pagamos para sostener sus exoneraciones fiscales, de aumentos salariales en función a la “productividad” del trabajador, de sometimiento a los megaproyectos y las multinacionales (sean soja, celulosa o megaminería). En este goteo, las únicas gotas que se derraman son las del sudor de las frentes de los trabajadores.
Por esto, debemos unirnos como clase que somos, para plantear una alternativa obrera y anticapitalista, por un gobierno de trabajadores. Y debemos, mientras estemos dentro del marco del sistema actual, luchar para lograr las reivindicaciones mínimas que permitan nuestra subsistencia: salario mínimo igual a media canasta familiar, que debe ser calculada por los sindicatos, y actualizable mensualmente con la inflación. Un sistema nacional y estatal de salud y de educación públicos y con los recursos necesarios para funcionar adecuadamente, que no involucre a sectores privados. Debemos exigir que se acaben los privilegios y las prebendas de los políticos (que dicen representar a los trabajadores y no han hecho más que defender los intereses del gran capital), llevando su sueldo al mismo salario que gane un obrero calificado. Desde el Partido de los Trabajadores luchamos por estas reivindicaciones y buscamos formar un frente de izquierda de trabajadores que agrupe a la clase obrera y nos permita actuar en conjunto, ya que únicamente con la unidad podemos lograr conquistar los espacios que nos pertenecen. Te invitamos a sumarte, a charlar y a debatir con nosotros.
Seba
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