Rafael Fernández
Las elecciones del año 2014 en América Latina fueron el escenario de un operativo político fantástico: la centroizquierda asustó al electorado con el “retorno de la derecha”, para inmediatamente instalar un gabinete totalmente sometido al capital financiero, para cumplir el programa de esa misma derecha.
El caso de Brasil rompe los ojos. Dilma Rousseff ganó el balotaje contra el neoliberal Aécio Neves, ganando incluso el voto de sectores a la izquierda del PT. Inmediatamente a su victoria, dio a conocer sus principales ministros: el banquero neoliberal Joaquim Levy en Economía, la terrateniente y conservadora Katia Abreu a cargo del Ministerio de Agricultura, el ex presidente de la Confederación Nacional de la Industria Armando Monteiro como ministro de Industria. Es decir, el gran capital y los latifundistas al poder.
Los K en Argentina van de cabeza a una elección en la cual terminarán votando por el derechista Scioli, al que sin embargo los “nacionales y populares” critican casi todos los días. El temor a Macri o Massa (este último también surgido del riñón K) justificará darle los votos al conservador “peronista”, que va a llevar adelante la agenda del FMI para reabrir un ciclo de endeudamiento de la Argentina.
En el caso de Uruguay, una gran parte del electorado que no quería votar a Tabaré Vázquez fue asustado con el chantaje de que “retornaba la derecha”, y terminó dándole el voto a sabiendas que impondría a Astori como ministro de Economía, y llevaría adelante un acercamiento a la “Alianza para el Pacífico”.
En todos estos procesos, los partidos de izquierda que se colocan como ‘críticos’ de la derechización de estos gobiernos supuestamente “progresistas” jugaron un rol fundamental. En nuestro país, el rol principal en este sentido correspondió al Partido “Comunista”, que fue el que incluso propuso la candidatura de Vázquez en el congreso del FA (pese a que el 40% de los delegados al Congreso del propio PCU votó en contra de esa candidatura). Todas las pavadas sobre un “giro a la izquierda” y un “gobierno en disputa” fueron definitivamente enterradas.
Los gobiernos “de izquierda” triunfantes serán los encargados de aplicar el ajustazo que reclama el FMI. No en vano al ministro de Economía de Brasil se lo llama “el joven manos de tijera”, por su afición a aplicar recortes al gasto público y social.
En el caso de Uruguay, el ajuste ya comenzó antes del 1° de marzo. La negativa a trasladar al precio del combustible la rebaja del petróleo, y el tarifazo fijado en OSE y UTE, tienen el objetivo de “hacer caja” frente a un déficit fiscal que alcanza el 3,6% del PBI. El mandato del FMI es que el déficit se reduzca al 0,5% del producto. Cabe aclarar que prácticamente la totalidad de ese déficit corresponde al pago de intereses de la deuda externa, es decir, excluidos los mismos el déficit sería casi nulo.
El gabinete designado por Vázquez confirma que se orienta con todo a un viraje hacia el Norte: busca incorporarse a la Alianza para el Pacífico, no descarta negociar un TLC con los yanquis si estos los propusieran, y se distanciará del eje “bolivariano” –que por otra parte, está en una crisis total, como consecuencia de la caída del petró leo y las materias primas.
También en Brasil el gobierno maneja la posibilidad de negociar en forma separada respecto al Mercosur, en lo que el vazquismo denomina “regionalismo abierto” –para encubrir por un lado que dará la espalda a la “región”, y por otro también ocultar el fracaso completo del Mercosur y la “integración”. El “regionalismo abierto” permitirá mantener la retórica “latinoamericanista” mientras se profundiza el sometimiento nacional al capital financiero.
La “izquierda del FMI” logró llevar a los trabajadores a votar su programa y su candidato, por lo que vamos a un nuevo período donde los explotados sufrirán un ajustazo protagonizado por “su” gobierno. El giro a la izquierda de un 5% del electorado que antes votaba al FA, es un comienzo de ruptura, pero todavía la inmensa mayoría de los trabajadores no ha agotado la experiencia frenteamplista.
En la perspectiva de nuevos recortes presupuestales y tarifazos, pasa a tener una importancia central el proceso abierto en algunos sindicatos (municipales de Canelones y Soriano, AUTE, salud pública, Casmu, docentes) donde surgen nuevas listas e incluso en algunos casos triunfan en contra de las listas de la burocracia sindical oficialista. Este año se realizarán elecciones en ADEOM, AEBU, ADES Montevideo y otros sindicatos, en las cuales es necesario intervenir para poner en pie una dirección independiente del gobierno de la izquierda fondomonetarista.
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