En las últimas jornadas el fútbol uruguayo se vio sacudido por una nueva crisis fuera de la cancha. En medio del retraso del campeonato local, por la negativa del Ministerio del Interior de custodiar partidos de alto riesgo si la AUF no instala cámaras de reconocimiento facial para fichar a los “hinchas violentos”, y la negativa de ésta de financiarlas, un nuevo frente de batalla se abrió inesperadamente: la propuesta de la empresa Nike para vestir a la selección uruguaya, hoy en manos de la alemana Puma.
Nike es la cultura
El resultado de la votación de los clubes fue apretadísimo: 10 a 9 a favor de la marca estadounidense y fue precedida de una movilización sin precedentes de las directivas, periodistas, la Mutual, y los propios jugadores de la selección, que a través del capitán Diego Godín se expresaron de forma pública en las redes sociales a favor de la propuesta de Nike. La oferta de esta consiste en 24,5 millones de dólares por 7 años, quintuplicando los números de Puma. Además, el contrato incluye una serie de “bonus” si la selección clasifica al mundial de Rusia 2018.
La polémica va mucho más allá de la camiseta. En primer lugar, porque tras Puma está el grupo Casal, dueño de los derechos de imagen de los jugadores. El verdadero dueño del fútbol local, con ramificaciones en toda Latinoamérica y que maneja tras bambalinas el conjunto de los piolines. Por tanto, es evidente que se trata de un golpe en la línea de flotación de Casal y sus socios que ven amenazado su monopolio absoluto en terreno propio.
Uruguay, escenario de disputa
Nike ostenta los derechos de imagen del flamante campeón olímpico, Brasil, y del bi-campeón de América, Chile. Es decir, tiene con qué acaparar el mercado latinoamericano de selecciones. Las especulaciones de algunos especialistas en la materia dan por buena que tras la movida se persigue más vestir a Luis Suárez en particular que al conjunto de la selección, que más bien tuvo una participación paupérrima en el último torneo continental del que justamente Suárez no jugó un minuto por estar lesionado. Según la última publicación de la revista Forbes, Nike es la marca con mayor valor en el mundo: en 2015 tuvo una facturación de 2.600 millones de euros, superando por 900 millones a quien le sigue, la cadena deportiva de televisión ESPN. Y despegadísima de Adidas y Reebok sus más cercanos competidores en indumentaria. ¿Qué es entonces lo que hay detrás de toda esta operación? En primer término, es una represalia contra Casal, por haber intervenido en denuncias a la Conmebol por posibles ilícitos en la venta de los derechos de televisación en diciembre de 2013: “El sustento de la denuncia era que la Conmebol había cedido los derechos de televisación a la empresa T&C Sports, dirigida por Burzaco, en detrimento de las ofertas presentadas por las empresas Gol TV y Global Sports, del empresario Francisco Paco Casal” (Caras y Caretas). Estos eran sólo una punta del iceberg que luego saldría a la luz dentro de lo que se conoce hoy como “fifagate” y que involucraba a toda la cúpula de la FIFA, con coimas de millones de dólares para comprar votos para la reelección de Blatter, la adjudicación de Qatar, un país de clima desértico como sede del mundial de 2022 y lavado de dinero en todas sus modalidades que terminó con la retirada de Blatter y con el titular de la Conmebol, Eugenio Figueredo tras las rejas. Con Figueredo fuera de juego, Casal se vio con el terreno libre de competidores, el que no estaba preso estaba en retirada, y con una institución rectora del fútbol mundial y continental acéfala. Justo cuando Tenfield se disponía a renovar el contrato con Puma (del cual se embolsa el 50% de los 5 millones) aparece Nike.
Es que la FIFA tiene una marcada inclinación a beneficiar a las marcas estadounidenses (Coca Cola, Nike, Mc Donald’s), en detrimento de las europeas. Detrás de todo el asunto, pulpos internacionales manejan lo más sustancial del negocio del fútbol, con los mafiosos locales de nuestro continente como socios menores. Casal mostraba una inclinada tendencia a independizarse, incluso destapando ollas podridas a través de sus peones en las directivas de los clubes que le deben favores económicos. Esta situación es intolerable para la FIFA, organización de fuerte impronta mafiosa, que maneja la caja grande. Casal debe ser desplazado o reducido a su mínima expresión.
La hoz y el martillo por la pipa
Juan Castillo, presidente de Rampla Jrs, dirigente del PIT-CNT durante décadas y actual director de trabajo, votó a favor de la propuesta de Nike: “Nunca vi una decisión de tono empresarial con una participación tan popular.” Que el fútbol sea un fenómeno popular, es algo que esta fuera de debate, que esa asamblea representara la pasión de millones de uruguayos, se cae por su propio peso. Ninguno de los presentes podría explicar su prosperidad patrimonial mientras los clubes que dicen representar en su gran mayoría no garantizan los pagos en fecha a sus jugadores. La AUF recauda millones por publicidad y derivados, la venta de jugadores garantiza sumas opulentas para los clubes, pero la gran mayoría está permanentemente con los números en rojo.
El bluff de Castillo no logra ocultar la comunión de intereses con una fiel representante del “capitalismo salvaje”, que explota millones de niños del sudeste asiático para la confección de su calzado e indumentaria.
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