La cuestión de la vivienda es un factor de crisis en el mundo entero. Con el estallido de la pandemia cobró una importancia aún mayor y es el reflejo más acabado, junto con el derrumbe de los sistemas de salud, de una catástrofe humanitaria en regla. La pérdida de puestos de trabajo, los despidos y envíos al seguro de paro multiplicó los lanzamientos y desalojos. Cualquier transeúnte puede apreciar el incremento de personas viviendo en las calles y avenidas. Los asentamientos no hacen sino aumentar y expandirse, mientras los alquileres se disparan.
Es completamente natural entonces que el caso Andrade capture la atención de la opinión pública. El senador y dirigente sindical construyó su vivienda en San Luis, Canelones con procedimientos no del todo lícitos, pero frecuentes. Las irregularidades ventiladas por el programa Santo y Seña, un inconfundible operador del gobierno son insignificantes. El monto de la deuda acumulada –sumadas las multas– no alcanza los cien mil pesos. Andrade en su defensa, se enredó en una explicación sobre las donaciones que hace y los topes a los que está sometido su salario como legislador que le impidieron cumplir con los pagos correspondientes. Para salir del atolladero, Casaravilla jerarca de la comuna canaria se tomó la libertad de comunicarse directamente con Andrade para solucionar la deuda. Orsi, el intendente departamental se enteró y lo destituyó por saltearse los procedimientos de trámite que deben seguir los morosos. En seguida el sector de Casaravilla emitió un comunicado respaldando a este y sosteniendo que no fue removido, sino que presentó su renuncia en desacuerdo con esta desautorización. Llegados a este punto el casó ya ocupa un lugar crítico en la interna del FA nada menos que entre dos dirigentes que aparecen como los más probables candidatos en una interna con la vista puesta en las próximas elecciones. Los dardos van y vienen.
La derecha ha explotado estas torpezas para desarrollar un ataque político a una de las figuras en ascenso de la oposición. El oficialismo golpeado luego de que se alcanzaran las firmas contra la LUC, maniobra para recobrar una iniciativa que le cayó al FA en las manos pero que hace todos los esfuerzos posibles por devolver al gobierno. La defensa de Andrade incluso antes de que se emitiera el programa que lo señalaba, es un alegato que denuncia más de lo que él mismo quisiera, pues para adquirir no ya su vivienda, sino el terreno, debió endeudarse, recurrir a diferentes formas de beneficios y pasar una serie de penurias como estar años sin luz ni agua según describe. Ahora bien, todos estos desaguisados mientras gobernaba el FA y él formaba parte de ese gobierno en un lugar destacado.
Los cuerpos parlamentarios están crecientemente integrados por un personal político implicado en todo tipo de malversaciones y corruptelas y entrelazados con negociados hechos a base de recursos de orígenes dudosos u oscuros. Expresan fielmente la descomposición de los regímenes que representan. La hipocresía de estos jueces no podría ser mayor. Los parlamentos son cada vez más un aguantadero en todas partes donde existen. Con muy poco el oficialismo ha puesto a la defensiva al cuadro más reputado y destacado de la oposición política. El FA es una fuerza en permanente recule.
El trasfondo de todo este sainete pone sobre la mesa el problema del acceso al techo de la población trabajadora que no ha solucionado ninguna de las fuerzas que gobernaron. Durante quince años el Frente Amplio no pudo ni votar un marco para regular los alquileres, algo que está por detrás de cualquier reformismo serio.
El país tiene los brazos, los medios y los fondos para resolver este problema, pero existe un régimen social que no permite juntar esos recursos y satisfacer esa demanda.
El trajín Andrade ha expuesto dos cosas: las grietas a la interna del FA del cual veremos nuevos episodios en las próximas horas, y el inicio anticipado de la campaña electoral. Todos son conscientes que un triunfo del referéndum contra los artículos de la LUC en los próximos meses pondría fin al gobierno de Lacalle, y al mismo tiempo colocaría al FA directamente en la línea de sucesión. Por eso los pasos del FA son con calculada moderación, incluso para respaldar a uno de sus alfiles. Esto se explica porque la centroizquierda rechaza (y teme) la idea de subir sobre la base de movilizaciones e incluso de un estallido del gobierno actual.
Por si fuera poco, parió la abuela. Las movilizaciones sindicales se han disparado, combinando todos los métodos de lucha conocidos en distinto grado, aún en forma vaporosa. Pero no solo, en el campo empresarial también hay movimiento, sectores capitalistas apuran para que se aplique su programa y empiezan a mostrarse impacientes.
Hay que salir de ese laberinto que constituye el FA, incluso en sus versiones más izquierdistas. Hay que construir un poderosos partido obrero al calor de las luchas en desarrollo.
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