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Fidel y la Revolución Cubana

Parte I

Ha muerto el jefe de la revolución que cambió para siempre la historia de América Latina. Es la pérdida de uno de los máximos líderes de varias generaciones de luchadores revolucionarios que vieron en la defensa de Cuba y la Revolución Cubana el futuro de latinoamérica, el progreso de la clase obrera y los sectores oprimidos en la lucha contra el imperialismo y las posibilidades históricas de la revolución socialista. Sin embargo, su legado debe ser asimilado críticamente por la juventud y los luchadores, pues los procesos deben ser analizados y criticados en sus contrdicciones para que puedan ser superados.

Revolución y enseñanzas

El movimiento liderado por Fidel Castro que expropió a la oligarquía y el gran capital, se nutrió ideológicamente de las experiencias fracasadas del poderoso proceso revolucionario de 1930/33 que mediante una huelga general derrocó la dictadura de Machado, estableciendo el gobierno de Ramón Grau que impulsó una agenda nacionalista. Grau instauró la jornada de ocho horas, disolvió los antiguos partidos, creó tribunales especiales para juzgar a los machadistas, estableció la autonomía universitaria e intervino la compañía de electricidad. En poco tiempo, el movimiento revolucionario disolvió prácticamente el ejército. El gobierno designó a Fulgencio Batista como comandante de las fuerzas armadas, quien va a desarrollar una violenta represión contra el movimiento obrero. El gobierno de Grau se fue desintegrando bajo la presión combinada de los obreros en huelga y la burguesía que pretendía aplastarlos. Finalmente, en 1934 Batista da un golpe militar, el movimiento popular es duramente reprimido y puesto en clandestinidad.

Las conclusiones de este proceso revolucionario serán un valioso patrimonio del catrismo. Las limitaciones de su dirección nacionalista pequeñoburguesa llevaron a la derrota a la poderosa revolución de 1930/33.  Sus pretensiones constitucionalistas, su respeto al aparato del estado, su negativa a armar a los trabajadores para enfrentar el golpe, la llevaron a capitular ante el imperialismo y a rendirse sin combate frente a los opresores nacionales y los masacradores del movimiento obrero y popular. Esta revolución inconclusa demostró la potencialidad de la huelga general revolucionaria, al tiempo que que planteó la liberación nacional en términos sociales y no simplemente jurídicos o formales.

El Moncada y el programa de Fidel: “La historia me absolverá”

A principios la década de los ’40, Batista se trasforma en el árbitro político y presidente de Cuba en un cogobierno con el Partido Comunista (luego PSP) en un frente denominado “Coalición Socialista Democrática”. En 1944, el Partido Auténtico de Grau San Martín triunfa en las elecciones sobre el candidato de Batista -que es apoyado por el PC.

Sobre finales de la década se forma el “Partido Ortodoxo” que levanta un programa nacionalista: devolución de las tierras y riquezas a los cubanos, diversificación de la producción agrícola, liquidar el monopolio del azúcar, nacionalizar los servicios municipales, garantizar el derecho al trabajo y elevación de salarios. Los ortodoxos concitan el apoyo popular y, particularmente, de la juventud universitaria, del movimiento obrero y la puequeñoburguesía. El ala izquierda del Partido Ortodoxo era su juventud que denunciaba al imperialismo y reivindicaba el “sistema socialista”.

En las elecciones de 1952 los ortodoxos eran los favoritos. Para impedir la victoria de los nacionalistas, Batista y la embajada norteamericana montaron un golpe de Estado. No hubo ninguna reacción al golpe por parte del partido ortodoxo, el PC o los sindicatos dominados por éste. La resistencia quedó en manos de los estudiantes universitarios y militantes de base del Partido Ortodoxo, cuyo centro fue la Universidad de la Habana. El dirigente de una resistencia heroica era un joven abogado que dirigía la Federación Universitaria y candidato a diputado por los ortodoxos: Fidel Castro. Fidel, rechazó la pasividad de su partido y afirmó que “la respuesta a la violencia del dictador debería ser dada por las armas”.

Pocos meses después, Castro y sus compañeros comenzarían con la crítica de las armas. El 26 de Julio de 1953 Fidel encabeza el asalto al Cuartel de Moncada, con la intención de desatar la insurreción contra Batista. El asalto es un desastre total, que dejó numerosas víctimas entre los jóvenes activistas revolucionarios. La dictadura inicia un juicio contra Fidel, y éste lo utiliza como tribuna de denuncia política; donde pronuncia su famoso discurso “La Historia me absolverá”, desarrollando todo un programa político. Convirtió su defensa en una violenta denuncia de la tortura y el asesinato de los militantes que se habían rendido, de la sistemática violación de los derechos de juicio y, por sobre todo, en una sistemática y pormenorizada denuncia del régimen de Batista, de las privaciones de las masas empobrecidas y de la opresión nacional y social en Cuba. Castro formuló los objetivos políticos de su movimiento: “El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación, el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya resolución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política”[1].  Es decir, un programa centrado en la convocatoria a elecciones libres y la vigencia de las constitución democrática burguesa de 1940, es decir, el reemplazo de la dictadura por la democracia con la expectativa de realizar en ese marco una reforma agraria.

El triunfo de la revolución

Finalmente Fidel es encarcelado, luego amnistiado y exiliado a México, desde donde organiza junto con el Che Guevara el desembarco en Cuba en 1956, con la previsión del llamado a un huelga general, que también fracasa. El ataque de las fuerzas armadas de Batista al desembarco deja doce sobrevivientes que se repliegan a la Sierra Maestra, iniciando la guerrilla del movimiento revolucionario 26 de Julio. El MR26 de Julio comenzó a tener una enorme influencia en la ciudad, especialmente bajo el liderazgo de Frank País, un joven de 22 años que estaba al frente de la organización de las huelgas del movimiento obrero, manifestaciones y abastecimiento de la guerrilla. En 1957, País es asesinado y se desata una huelga general que se extendió por las provincias más importantes, mientras el ejército y gobierno de Batista comenzaba a mostrar signos de aguda descomposición.

En este cuadro, se inician gestiones de toda la oposición burguesa (apoyadas por los yanquis que eran los que sostenían al gobierno de Batista) para negociar con la dictadura su salida ordenada y la convocatoria a elecciones. Todos los partidos de la oposición burguesa firman el llamado “Pacto de Miami”, exigiendo a la dictadura elecciones. Incluso un ala del del M26 de Julio. Fidel en la Sierra Maestra guarda silencio durante varios días. Es el Che el que toma la vanguardia de la oposición y le reclama a Fidel a través de una carta (porque estaba en otro frente de lucha) que se defina abiertamente en contra de ese Pacto. El reclamo es que la dictadura debe ser derrocada, y no negociar con ella una salida electoral, porque mientras ella este en el gobierno va a condicionar con todo su poder social, político, militar-represivo esas elecciones. Finalmente, Fidel denunció el “Pacto de Miami”, la actuación de los representantes del MR26 y retiró a su movimiento del acuerdo. Aprovechó para enfatizar que “el poder sería tomado por una huelga general de carácter insurreccional”.

A principios de 1958, la guerrilla derrota definitivamente a las tropas de Batista en Sierra Maestra y comienza a transmitir “Radio Rebelde”, que se transformó en una poderosa herramienta de agitación política. En todo este período, el Partido Comunista (PSP) había rechazado públicamente la actividad guerrillera del MR26 de Julio. Batista inicia una fenomenal ofensiva contra la guerrilla que fracasa estrepitosamente y hace colapsar al ejército, sellando la suerte del régimen. En Octubre,  cuando era claro que Batista caería en poco tiempo, el PSP  declaró su apoyo al MR26 de Julio.

Sobre finales de 1958, el avance de Fidel hacia Santiago era imparable, también las columnas del Che y Camilo Cienfuegos. El 28 de diciembre, Guevara comienza el combate por Santa Clara, que quedará en manos del MR26 después de tres días de combate. En la lucha, captura un tren blindado y una enorme cantidad de material militar. El 1º de Enero de 1959, Fidel Castro entra a Santiago y llama a la huelga general para destrozar definitivamente los restos del ejército. En todo el país, las amplias masas populares tomaban por asalto las comisiarías y cuarteles, las dependencias estatales y tribunales, los medios de comunicación y nudos de transporte. Los funcionarios de Batista eran destituidos por las masas; los represores y torturadores eran detenidos; las cárceles abiertas y los presos políticos liberados. Desde Santiago, Fidel Castro marchó por tierra hacia La Habana. El viaje duró siete días; en el trayecto, se detuvo en las principales ciudades, donde ser realizaron enorme mitines populares. Durante toda esa semana, el MR26 de Julio y las masas procedieron a una demolición sistemática del aparato estatal batistiano. El 8 de enero de 1959, Fidel Castro entró triunfal en La Habana.

Las banderas de la Revolución Cubana

La victoria de la revolución está mediada por una crisis política del país, la desintegración del Estado, y el cambio de posiciones de las distintas clases sociales en medio de una insurrección popular. Sin embargo, la revolución cubana no tenía un programa de carácter socialista, sus puntos de apoyo eran la convocatoria a elecciones libres y la reimplantación de la Constitución del ’40. De este modo, el primer gobierno que forma la revolución es una coalición de todas las fuerzas democráticas (muchas de carácter burgués) que apoyaron -con diversas reticencias- la lucha armada y el derrocamiento de Batista. Este primer gobierno de coalición se quiebra ante las grandes contradicciones que plantea el proceso revolucionario, que exigen medidas mucho más profundas que las elecciones libres y la constitución del ’40. El MR26 de Julio rompe con la burguesía democrática, y se produce el pasaje hacia un gobierno exclusivo de éste. Se conforma un gobierno de tipo bonapartista, que adquiere características de arbitraje político.

En un primer período, el gobierno decretó la rebaja de los alquileres, la intervención de la compañía telefónica (norteamericana); la expropiación de las propiedades de los altos funcionarios de Batista y una reforma agraria dentro de marcados cánones capitalistas, estableciendo un límite máximo de 400 hectáreas para las explotaciones agrícolas, excepto para las azucareras y arroceras, y los propietarios eran indemnizados. Ninguna de éstas era medidas socialistas y la reforma agraria era muy limitada, con respecto a las pretensiones iniciales, pero aún así establecía un profundo choque con el imperialismo.

La burguesía emigrada en Miami y el gobierno norteamericano, comenzaron una fuerte propaganda contrarrevolucionaria. EEUU reclamaba una mayor compensación por las tierras expropiadas y reclama pago total; mientras la CIA comenzaba los preparativos para invadir la isla. Frente a la hostilidad del imperialismo, los miembros del gabinete opositores a las medidas más radicales fueron renunciando y pasando a la oposición. El imperialismo golpeaba y la revolución se radicalizaba:  El nuevo gabinete tomó medidas contra las empresas norteamericanas. Nacionalizó los hoteles, expropió tierras de la Bethlehem Steel y de la International Harvester, y obligó a las petroleras a perforar los pozos concesionados. En respuesta, Estados Unidos comenzó con una afixia económica mediante el bloqueo de exportaciones de productos de primera necesidad, organizando el desabastecimiento y boicot abierto. El respaldo popular al gobierno revolucionario y a Fidel Castro era abrumador, y siguieron nuevas medidas contra la reacción: Intervino los diarios y los canales de TV privados (convertidos en tribunas de la contrarrevolución) y confiscó un millón de hectáreas de propiedad de grandes compañías, muchas de ellas norteamericanas; expropió las refinerías, las compañías de teléfonos y electricidad y todos los ingenios de propiedad norteamericana.

En 1961, mediante una enorme movilización popular, de más de un millón de trabajadores armados, la revolución logró derrotar la invasión estadounidense en Playa Girón. Fue el momento en que Fidel Castro declaró el carácter socialista de la revolución cubana y el punto más álgido del proceso revolucionario.

En un cuadro dominado por una bancarrota mundial cada vez más profunda y el agotamiento de los gobiernos nacionalistas y cetroizquierdistas de la última década, la Revolución Cubana debe convertirse, nuevamente, en el foco de referencia para la clase obrera y el movimiento popular de toda América Latina. Sus enseñanzas son vitales: para llevar a cabo las tareas democráticas en los países atrasados (soberanía nacional, reforma agraria, libertades democráticas, etc) el proceso revolucionario chocó inevitablemente con las fuerzas contrarrevolucionarias (imperialismo, oligarquías, burguesías nacionales) que trataron de impedir este proceso, lo que obligó a expropiarlas profundizando el curso de la revolución. En definitiva, no se puede avanzar sin enfrentar al capitalismo, sin terminar con el imperialismo, las oligarquías, sin expropiar al capital y establecer un gobierno de trabajadores y la Unidad Socialista de América Latina. Esa es la gran conclusión y el mejor homenaje a Fidel Castro es luchar por estas banderas.

[1]     “La historia me absolverá” http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2009/05/la-historia-me-absolvera-fidel-castro.pdf

Nicolas Marrero

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