El PS pasó de la dislocación a la fractura expuesta y al cierre de esta nota el partido mas viejo de la izquierda uruguaya tiene posibilidades altas de sufrir un tsunami de renuncias masivas. El punto en discordia es la candidatura a la intendencia de Montevideo (40% de la población). Es que Daniel Martínez, miembro del partido anunció que no sería candidato a la relección. Esta decisión la comunicó por Twitter el 28 de diciembre (el día de los inocentes). El 10 de enero el Secretario General del Partido Socialista, Gonzalo Civila (que pertenece al ala “ortodoxa” enfrentada al ex intendente) comunicó que el partido apoyaría a Carolina Cosse, ex ministra de industria, que también es apoyada por el Partido Comunista, entre otros. Pasadas 48 horas el entorno de Martínez dejó filtrar a la prensa que no renunciaba a la candidatura si se daban ciertas condiciones y existían sectores de la coalición que lo impulsaran. Lo que siguió fueron tormentosas y maratónicas reuniones de la cúpula del PS para convencer a los “renovadores” (el ala de Martínez) de que desactivaran la maniobra. Los renovadores, lejos de eso confirmaron que no sólo apoyaban, sino que alentaban la candidatura. Hay que decir que las candidaturas a la intendencia en el PS suelen ser decididas por los organismos departamentales. En Montevideo dominan los “ortodoxos” también llamada “fracción Agraciada” por ser la avenida donde se encuentra el local de la departamental capitalina, plaza fuerte de los últimos.
La actual crisis es la última de una serie de choques internos y alejamientos. La derrota electoral a nivel nacional hace peligrar la estabilidad de las distintas camarillas, consolidadas durante 15 años a base del presupuesto estatal. La nave se les va de las manos y el reñidero se vuelve inclemente. Los demás grupos se han encerrado sobre si mismos temiendo un efecto contagio. Es que la hecatombe del PS es apenas el prólogo del destino que acecha a todo el Frente Amplio. El ala que representa Civila, sobre todo a través de Olesker, se caracteriza por la defensa del intervencionismo estatal, pondera los procesos “bolivarianos” a nivel continental, propone utilizar las reservas del Banco Central para financiar emprendimientos estatales, etc. Todo esto antes de perder el gobierno, si cuando el FA tenia la manija –incluso con los “ortodoxos” con papeles destacados como el propio Olesker siendo ministro– todo esto fracasó, ¿Cuál sería el programa actual de los socialistas “duros”? No lo hay. Lo asume lateralmente el propio comunicado del Comité Ejecutivo:
“En esta última etapa el Partido ha vuelto a vivir momentos complejos por diferencias y alejamientos, los mismos han estado relacionados con debates sobre decisiones electorales” (Comunicado del CEN 20/01)
Los alejamientos fueron mas bien desprendimientos en cadena de figuras con responsabilidades en el gobierno. El último, Álvaro García de la OPP, antes Eduardo De León, Fernando Nopitsch (secretario general de la Intendencia de Montevideo), Pedro Apezteguia (OPP). Todos los alejamientos suelen ir acompañados de críticas al rumbo “populista” en el que se habría embarcado el partido. El mas claro de todos fue De León, al decir de Olesker, que encabezó la lista al senado:
(…) “propone sistemáticamente recetas del pasado para problemas del presente y del futuro” [una] “economía mágica que felizmente no fue adoptada por los programas del Frente Amplio”.
Por el lado de los “renovadores” han hecho una última propuesta para intentar mantener una unidad ficticia: calcar las listas y permitir que cada quien haga campaña por quien piensa que es el mejor candidato, es decir, el nudo del problema se revela como exclusivamente electoral. El arribismo de las camarillas se exhibe a plena luz del día. Esta maniobra de ingeniería electoral fue rechazada por el ala ortodoxa que amenazó a los adversarios con el estatuto y sanciones.
Martínez está evaluando presentar su renuncia al partido, lo cual abriría el grifo para una desbandada en regla. A su tiempo ha reunido una quincena de grupos tras su candidatura, todos menores.
Está ausente en la degollina los grandes problemas que se plantean ante el cambio de gobierno. Los partidos del FA no preparan a su base para ningún “enfrentamiento” con la derecha, están muy ocupados en la competencia por asegurarse su sueldo por los próximos cinco años.
El partido socialista no tiene línea ni líderes. Lo que aun se conserva de su juventud asiste impávida con asientos preferenciales al cisma. Luego de 15 años de gobierno, esa juventud debe realizar un balance y sacar todas las conclusiones. El socialismo, es otra cosa.
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