ES UN MONSTRUO GRANDE Y PISA FUERTE
El IRPF alcanzó una cifra récord de recaudación en 2016 -más de 1.500 millones de dólares-, el equivalente a un 3% del PBI. Esto sin tener en cuenta el ajuste fiscal del año pasado, donde se subieron los porcentajes a descontar a los ingresos de más de 54.166 pesos nominales – es decir menos de 40.000 líquidos-. Estos sueldos, ‘de privilegio’ para el gobierno, apenas superan la media canasta familiar.
Este impuesto es un verdadero recorte de los salarios para más de 400.000 trabajadores uruguayos. El gobierno del FA recauda a través del IRPF un 85% de los trabajadores y sólo un 15% del capital. Este simple dato revela toda una concepción y orientación política, más allá de la retórica ‘progresista’, el peso de los impuestos recae sobre la clase obrera y las capas medias.
De hecho, desde 2008 a 2016, el porcentaje del PBI del aporte de los trabajadores por concepto de IRPF pasó de 1,9% a 2,5%. Esto supone -de acuerdo al PBI actual- que los trabajadores aportan 300 millones de dólares más al año que en 2008.
Dentro de la recaudación impositiva general, el impuesto pasó de significar un 10,6% en 2008 a un 15,2% en 2016. Mientras la carga tributaria aumentó su monto para los trabajadores, paralelamente se redujo para el gran capital -fundamentalmente extranjero-. Las exoneraciones impositivas a las inversiones y grandes empresas alcanzan hoy la cifra de los 1.800 millones de dólares anuales. Montes del Plata, UPM, la especulación inmobiliaria y financiera, gozan de enormes privilegios. En tanto, los trabajadores somos sometidos a una presión impositiva destinada a pagar fundamentalmente los intereses de la cada vez más abultada deuda pública del país.
El peso promedio del IRPF en los salarios alcanza un 6,1%. Si le sumamos los aportes al Fonasa (de un 3% a un 8%), Jubilatorio (15%) y la tasa promedio del IVA, en el entorno de la mitad del salario nominal del trabajador ‘vuelve’ al Estado bajo diversas formas contributivas. Ese Estado no garantiza salario, salud, educación y vivienda digna para los trabajadores. Privatiza y terceriza, promoviendo el lucro capitalista en base a la precarización de la mano de obra -reducción de salarios y empeoramiento de las condiciones de trabajo-.
Tampoco actúa enérgicamente cuando los capitalistas cierran y dejan a los trabajadores en la calle (Fripur, Tiempost, Fanapel, La Spezia, Polo, Sherwin Williams y demás). A esto sumemos las decenas de miles de desocupados en los últimos años en la construcción. A todas luces, la estructura social y económica impulsada por el FA, es funcional a los intereses del gran capital y opuesta a los de los trabajadores.
El Partido de los Trabajadores plantea la abolición de los impuestos a los salarios y jubilaciones, y su sustitución por impuestos progresivos a las grandes fortunas, así como el no pago de la deuda externa. La crisis capitalista la deben pagar los capitalistas, no los trabajadores.
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