La situación que se ha generado en torno a la modificación de la Caja militar –que se discute en el parlamento – , y las sanciones que el gobierno realizó al Comandante en Jefe del Ejército Guido Manini Ríos por realizar declaraciones públicas sobre la reforma, deja de manifiesto la crisis por arriba que recorre a todo el arco político nacional. En primer término, es preciso señalar que la reforma de la Caja militar es una reforma tibia que apenas modifica los privilegios que tienen los militares respecto del conjunto de los trabajadores del país, privilegios consagrados bajo la dictadura militar. Es también benevolente respecto de las modificaciones que han sido implementadas a las otras Cajas – por ejemplo de profesionales-. Por tanto lejos de eliminar los privilegios militares, y de proceder a desmantelar las FF.AA el gobierno pretende realizar, – producto de la demanda del FMI de bajar el déficit fiscal y proceder a un ajuste- algunos retoques y recortes a las jubilaciones de las FF.AA, así como el aumento de la edad de retiro. En este cuadro, es menester señalar que en todos estos años de gobierno Frenteamplista se ha desarrollado una política de absoluta conciliación y complicidad respecto de las FF.AA a partir de garantizar la impunidad de los crímenes de Lesa Humanidad y mantener todos sus privilegios. Uno de los mayores garantes de esta política fue sin dudas el ex ministro Eleuterio Fernández Huidobro, quien fue denunciado en diversas ocasiones por parte de Familiares de Detenidos Desaparecidos por la obstrucción de investigaciones en los batallones del Ejército. Fue bajo la administración de Mujica que Manini Ríos (un militar reaccionario perteneciente a la logia Tenientes Artigas), fue nombrado comandante en Jefe del Ejército.
El respaldo de Mujica a Manini Ríos, diciendo que el comandante ‘hizo lo que tenía que hacer’ transformándolo en una especie de representante de los intereses corporativos de los militares, es un intento sin perspectivas de conciliación con los altos mandos para cerrar la grieta abierta. La entonación días después en la Rural del Prado de la marcha de los Tres Arboles del Partido Nacional por parte de la Banda de la Escuela Militar fue otra expresión del creciente divorcio entre el Ejército y el gobierno.
La intervención en la escena política del Jefe del Ejército, coincide además con la campaña que un sector del Partido Nacional viene realizando de sacar a los militares a la calle, a partir de la recolección de firmas y de la realizar una reforma constitucional. Un sector de la burguesía reclama un viraje político y un ascenso de la militarización.
En América Latina el Ejército ofició de árbitro de los llamados ‘golpes parlamentarios’: la destitución de Zelaya en Honduras, Lugo en Paraguay o Rousseff en Brasil atestiguan la fragilidad y provisoriedad de la tan mentada etapa democrática en América Latina. El golpe en Brasil se produjo luego de que el gobierno del PT revelara su inconsistencia para aplicar la política de ajuste que reclamaba el capital. En Uruguay asistimos a un agotamiento del ajuste ‘gradual’ que lleva adelante Vázquez, crecientes sectores de la burguesía señalan la necesidad de modificar la relación preexistente entre las clases; esto es, una ofensiva más decidida contra los trabajadores. Por esto, es necesario desarrollar una perspectiva independiente que enfrente esta orientación, reforzando la izquierda obrera y socialista.
*Publicado en Voces el 22/09/2018
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