El atentado fallido contra Trump es una expresión de la enorme ‘grieta’ que se ha desarrollado en la política y la sociedad norteamericana. Si el desenlace hubiera sido otro, las elecciones que deben realizarse el próximo 5 de noviembre habrían transcurrido bajo el estado de sitio. Aunque se han mostrado evidencias de que el joven que disparó contra Trump actuó por su cuenta y que tampoco registra antecedentes penales o políticos, quedaron expuestas fallas gruesas en la protección a cargo de los servicios de seguridad del estado. El francotirador desenfundó un arma larga en el techo de un galpón que había sido excluido del perímetro de seguridad; tampoco hubo intención de capturarlo con vida. La seguridad ofreció los mismos baches que en ocasión del atentado contra CFK, sin la excusa de que la expresidenta había decidido moverse dentro de una multitud.
La polarización política en Estados Unidos es impulsada por la ultraderecha que encabeza el mismo Trump; sus adversarios se mueven a la defensiva y en clave conciliadora. Anida en la cabeza del Estado, como lo evidencia la catarata de absoluciones judiciales que ha recibido Trump por la comisión de diversos delitos, pero en especial el asalto a Congreso para promover un golpe de estado; la Corte Suprema encuadró las acciones golpistas del 6 de enero de 2001 entre las prerrogativas presidenciales de su mandato. Lo mismo ocurre con la brutalidad de la actuación policial, que cumple con las disposiciones de protocolos institucionales; los crímenes de la policía se encuentran en los miles por año – en especial contra la población negra e inmigrante, y jóvenes. La misma absolución fue aplicada a asesinos de manifestantes que protestaban contra la represión. Trump no olvidó respaldar ninguna de ellas. Las bandas trumpistas amenazaron de muerte incluso a la gobernadora del estado de Michigan. Elon Musk, el multibillonario fascista que es dueño de la red social X (ex Twitter), endilgó el atentado a una conspiración de los adversarios políticos de Trump. Cuando la ejecución de un atentado político no parece tener dueño, los pronunciamientos que le siguen de inmediato ponen de manifiesto la trama que le da el contexto. El presidente Biden y sus correligionarios son los que no la ven cuando piden que no se utilice lo ocurrido para fomentar una ‘épica’. Para el Financial Times, “América está a un paso del abismo” (14/7).
La prensa se pregunta ahora acerca de los efectos que tendrá este atentado en las urnas o qué uso hará Trump de él. Esto se sabrá en los próximos días cuando se reúna la convención republicana para consagrar la fórmula presidencial oficial. Se verá en el discurso de Trump y en la designación de su candidato a la vice-presidencia. Trump reaccionó enseguida de recibir un balazo que le rozó la oreja derecha con una exhortación “a la lucha”.
El retroceso social de Estados Unidos en las últimas décadas se manifiesta en el desarrollo de un escenario de guerra civil larvada y exhortaciones a encararla sin remordimientos. El programa republicano para las próximas elecciones es una copia del de Milei – incluidas sus improvisaciones, contradicciones y aventurerismo. Anuncia la reducción del impuesto a las ganancias empresarias al mínimo, cuando el déficit fiscal de Estados Unidos es del 8% del PBI – unos dos billones de dólares al año. Incluye una guerra política y comercial contra los países ‘comunistas’ y aquellos que profesan la doctrina de la economía neo-clásica, o sea la mayor parte de la Unión Europea. Como ocurrió con la promesa de Macri y Milei – “las jubilaciones no se tocan”-, Trump ya tiene en vista una motosierra. Trump explotará la oportunidad política que le ofrece este atentado para acentuar su demagogia nacionalista, que en un país imperialista es sinónimo de fascismo. Las seguridades del The Wall Street Journal, de que “las instituciones democráticas” de Estados Unidos son “muy fuertes” como para que prospere el fascismo, son una pésima lectura del comportamiento de esas instituciones y de la decadencia del capitalismo norteamericano y del capitalismo en su conjunto.
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