Colaboraciones

Educación: Cuando los números no son suficientes para abordar situaciones concretas

 O cuando las realidades de la escuela pública desbordan análisis cuantitativos


El mes pasado la FUM ( Federación Uruguaya de Magisterio) denunció superpoblación en primaria. Plantean que hay más de 1000 grupos con 30 alumnos o más. A nivel de Educación Inicial, es casi el 50 % de los grupos los que tienen 30 niños o más. Y denunciaron, además, que cerca de 1000 maestros en todo el país están “sin cargo”, es decir desempleados.

Por otro lado Olga de las Heras, directora general de la DGEIP, en el informe que presentó a un mes de iniciarse los cursos, aseguró que hay 9440 alumnos menos y que la diferencia de cargos existentes entre 2023 y 2024 es de 81 a 82: “Si hay menos alumnos, hay menos grupos, ya que los grupos se conforman de acuerdo a la cantidad de alumnos”, sentenció. Parece que a la directora general no le interesa ninguna otra variable en la conformación de los grupos.

Esto resulta bastante reduccionista, máxime si tenemos en cuenta que en el mismo informe se plantea que hay más de 4000 alumnos que no se encuentran en condiciones de seguir los cursos, por haber sido promovidos sin los requisitos mínimos para ello. Las promociones automáticas en determinados grados no estarían dando los resultados esperados, pero no se quieren otorgar los fondos necesarios para abordar esta situación, pues sería reconocer su propio fracaso.

Tomemos por caso, una experiencia concreta: una maestra suplente, en un segundo año, con 27 alumnos, en una escuela de tiempo completo, en un barrio con características de alta vulnerabilidad de Montevideo.

Luego de estudiar los registros de docentes anteriores del grupo, y de todos los informes y habiendo intercambiado con colegas de esa y de otras escuelas, concluyo que la gravedad de la situación de ese grupo no era excepcional, sino que era general.

A través de una nota elevada a las autoridades de Primaria y luego publicada, se denunció la violación de derechos de los alumnos, de los docentes y de las familias por parte de las autoridades al no dar respuesta a los innumerables planteos realizados por los docentes. Sin embargo, la respuesta de las autoridades fue nula.

Esta lucha transcurría en medio de una campaña fuerte acerca de las “bondades” de la reforma educativa, con su vocero Robert Silva -hoy candidato por el Partido Colorado, con el eslogan “el coraje de hacer”.

Entre otras “bondades” estaba reducir la inequidad interna del sistema educativo, extendiendo la modalidad de tiempo completo y tiempo extendido. Frente a semejante bombardeo mediático mentiroso resulta difícil procesar y difundir, lo que ocurre en las aulas con nuestros alumnos.

Nuestros alumnos en su inmensa mayoría proviene de hogares que se encuentran por debajo de la línea de pobreza.

En el siguiente artículo, se plantea un aumento de la pobreza de 8,8% a 10,1% entre 2019 y 2023: 350.000 personas están por debajo de la línea de pobreza. “La pobreza incide en mayor medida en hogares extendidos o compuestos y en monoparentales femeninos (en particular en aquellos con presencia de menores de cuatro años). A su vez, los mayores porcentajes de pobreza se registran en hogares encabezados por jefas menores de 30 años, datos planteados en el informe de género del INE. La pobreza infantil está directamente relacionada a la pobreza del conjunto de la familia, en especial de esas madres jóvenes que sufren el desempleo y los salarios sumergidos”, agrega N. Leiva en su artículo. Estas son las mamás y las familias que transitan el día a día con los docentes.

Considero pertinente transcribir algunos párrafos de la carta enviada a las autoridades, pues a veces cuesta dimensionar la realidad cotidiana que vive cada docente, junto a sus alumnos y a las familias. Muchas veces, docentes en la más absoluta soledad, resintiendo la salud física y mental, en un intento de comprender tal “esquizofrenia” discursiva mediática y el trabajo del día a día.

“Grupo escolar, con un alto grado de complejidad tanto desde lo pedagógico como desde lo conductual, perteneciente a un contexto familiar, social, cultural y económico de extrema vulnerabilidad.

[Hay] alumnos presentan importantes desajustes y trastornos que conllevan situaciones de riesgo tanto para sí como para el entorno. Los procesos de aprendizaje de estos alumnos están muy comprometidos, con un importante rezago, lo que les genera un importante monto de frustración (…)

Algunos de los núcleos familiares están en seguimiento en policlínicas de ASSE o desde el Hospital Pereira Rossell, por situaciones de violencia doméstica, ausentismo y analfabetismo, etc.

En este complejo encuadre grupal se ingresa un alumno con dos intentos de autoeliminación, [en seguimiento por parte de otra] escuela (…).

Ni ayudantes terapéuticos, ni maestros de apoyo, ni maestros itinerantes de enseñanza especial, ni equipos multidisciplinarios figuran entre los recursos de la institución para este grupo.

A esta problemática se suma la infraestructura edilicia en que se dictan las clases. El grupo funciona en un contenedor, en el patio de la escuela, configurando un importante grado de hacinamiento.

Estos niños se configuran como emergentes de un cuadro escolar altamente conflictivo, pero deben ser tenidos en cuenta otros alumnos, cuyos entornos familiares son más estables, pero que requieren de un apoyo constante e individualizado para lograr un adecuado proceso de aprendizaje y que ven obstaculizados dichos procesos ya que la problemática antes descripta y no atendida por los profesionales adecuados, no propicia ni el clima, ni los tiempos adecuados que aseguren su derecho a una enseñanza de calidad.

Las familias de estos alumnos, se han acercado a la escuela y a la inspección, para manifestar su preocupación a la vez que enojo al considerar (con razón) que ven lesionados los derechos de sus hijos de aprender”

Todo esto configura un caso de omisión, negligencia y violación de los derechos de todos los alumnos, pues nadie puede pensar que el resto de alumnos pueda, en ese entorno, aprender.

Resulta criminal el planteo de la directora general de Primaria, en tanto atenta contra todos los derechos de los alumnos, de los docentes y familias al decir que si hay menos alumnos deben haber menos grupos. Estas situaciones que se van generalizando a pasos agigantados dejaría al descubierto el vacío del eslogan “el coraje de hacer” de Robert Silva, cuando refiere a la transformación educativa.

Es imperiosa la creación de equipos multidisciplinarios en todas las escuelas, la creación de grupos reducidos de no más de 20 estudiantes, eliminando la superpoblación y el desempleo de los maestros. A su vez, deben existir políticas de empleo, vivienda y salud para el conjunto de las familias trabajadoras.

Rosario Paula

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