El cuadro político internacional ha sido sacudido por la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses del pasado martes 8 de Noviembre. Trump, triunfó aún con buena parte de la burguesía en su contra, jugada a una victoria de Hillary como lo expresó la caída de las bolsas en todo el mundo. El giro político hacia un régimen de poder personal de contenido reaccionario en el centro imperialismo expresa la fenomenal crisis mundial en curso, que tiene a EEUU en el epicentro con una deuda que supera el 120% del PBI y un empeoramiento de las condiciones de empleo y de salario de los trabajadores. En estas condiciones, Trump, supo explotar a su favor la crisis económica detrás de un planteo de guerra comercial y financiera, desarrollando una política proteccionista -devaluación y aranceles-, desvalorización de la deuda pública y ‘creación de empleos’ como parte de la reindustrialización de EEUU. De fondo, se trata de una política imperialista de ataque a la clase obrera en un cuadro de aguda desintegración del régimen político norteamericano.
Inmovilismo
Este giro se produce en momentos en que la crisis capitalista está golpeando con fuerza a América Latina, provocando el desplome de sus economías y regímenes políticos como lo expresa Venezuela, Brasil o Argentina. Uruguay, no es la excepción. El gobierno de Vázquez se encuentra completamente empantanado para “mantener el rumbo”, como lo había expresado a comienzos de año.
Un aspecto de este impasse, es el alejamiento del diputado Gonzalo Mujica del Frente Amplio, no sólo deja al gobierno sin mayoría parlamentaria en la cámara baja, sino que expresa – junto a la aparición de Novick con su ‘Partido de la Gente’- una tendencia hacía la disgregación y fragmentación de los partidos y un cambio en el régimen político.
En principio, esta situación ya le plantea al gobierno la necesidad de abrir negociaciones más allá del FA, para lograr el voto 50. Si bien, en el caso de la investigadora por Aire Fresco y en la reforma a la Caja Militar, la Unidad Popular ‘solucionó’ el problema, el día de mañana la solución puede depender de algún diputado blanco o colorado, o del propio Novick (como sucedió en la Junta Departamental de Montevideo con el fondo capital).
El gobierno deberá en un escenario de crisis, y de ajuste, (dónde el próximo año se vota un nuevo presupuesto), regimentar a su propia bancada en los acuerdos que necesite generar con los partidos de derecha, o avanzar en el quiebre de la disciplina de sus parlamentarios. Tampoco se puede descartar el reforzamiento de la figura del presidente, y el establecimiento de un nuevo gobierno por decreto, como una vía de salida frente a la crisis. Las variantes son muchas y es preciso ver como se desenvuelve la crisis, pero en cualquier caso, este desenlace en la orientación del gobierno, no parece ser augurioso para los trabajadores y sus intereses.
Salvavidas a la deriva
El fenómeno que opera hacia una disgregación no es algo que golpea solamente al gobierno. El Partido Colorado está en su mínima expresión histórica, atravesado de cuestionamientos y disputas internas, mientras que el Partido Nacional ha encontrado su límite y se encuentra también paralizado por su interna. El ascenso político de Novick como expresión independiente de ambos, constituye sin dudas una amenaza para ellos, pues ya abrió un período de ‘pases’ hacia un conglomerado que pretende ‘superar las divergencias ideológicas’, y que a diferencia de los partidos tradicionales, se presenta flexible a la hora de establecer coaliciones más amplias, ofreciéndose así como rueda de auxilio y al mismo tiempo de recambio. El impasse de la derecha para canalizar el creciente descontento con el gobierno tiene que ver – además de por su propia incapacidad- por el ‘espectáculo’ que ofrecen los gobiernos vecinos; Temer y Macri todavía no han demostrado tener capacidad para pilotear la bancarrota y profundizar el ajuste sin desatar una rebelión popular que se los lleve puestos. En Uruguay, todas las clases sociales tienen su mirada puesta sobre estos regímenes, y esperan algún desenlace, que permita delinear alguna salida.
Por su parte la izquierda organizada en Unidad Popular, en el nuevo escenario, oscila entre el seguidismo a blancos y colorados (denuncias en relación a ANCAP, elecciones del BPS) y en actuar como salvavidas del FA, dejando de manifiesto su incapacidad de desarrollar una perspectiva de izquierda independiente de las variantes capitalistas.
De la disputa a la defensa
Las declaraciones del díscolo Gonzalo Mujica, de que el FA no se ha derechizado lo suficiente, expresa no sólo la opinión de un renegado, sino el sentir y las exigencias de diversos sectores capitalistas, y del capital financiero que exigen ir más a fondo con el ajuste y el enfrentamiento al movimiento obrero. El alejamiento de G. Mujica es un nuevo mensaje, de que la perspectiva de un gobierno de colaboración de clases se encuentra agotada, a pesar de que el ‘ala rebelde’ de la coalición aún se aferre a ella. Su defensa, (que tuvo un escalón más con la jornada contra el neoliberalismo y la presencia de Dilma Rousseff) esconde o escamotea que es el propio Frente Amplio quién lleva adelante la política que exigen el FMI y el gran capital, a través de las privatizaciones (PPP), el recorte del gasto en salud y educación, los impuestos a los sueldos, y la rebaja salarial, y augura un abandono de la ‘disputa’, para defender la unidad y estrechar filas.
La negativa del Ejecutivo a modificar las pautas salariales en la actual ronda de consejo de salarios, encuentra a FUECYS y al SUNCA enfrentados a las patronales y al gobierno, sin posibilidad de cerrar un acuerdo. Andrade ha amenazado al gobierno con el retorno de los fogones en la construcción, es decir, con ir a la huelga si no hay alguna modificación. El PIT-CNT por su parte, convocó un nuevo paro con movilización para el 24 de este mes, para presionar a Tabaré para que otorgue alguna migaja para destrabar los consejos de salarios. El problema es que una huelga en el SUNCA no es algo que se pueda controlar fácilmente, el propio oficialismo lo sabe bien y teme que un enfrentamiento directo entre el sindicato y el gobierno incendie además otras praderas, es decir, se transforme en un camino a seguir para otros sindicatos de menor tamaño. Por eso el triunfo del SUNCA para derrotar el techo salarial del gobierno, es vital para el conjunto del movimiento obrero.
Abrir una salida
En todo este proceso, la izquierda de los ‘ex-rebeldes’ y ahora la UP han demostrado su inconsistencia política, yendo a la cola del ala derecha del FA para enfrentar a los Lacalle o Novick. Entregan de este modo, la posibilidad de una polarización política por izquierda lo que termina abonando a una victoria de la reacción, como quedó de manifiesto en el triunfo de Trump donde Sander se plegó a Clinton, luego de haber denunciado su carácter capitalista y proimperialista.
La izquierda y el movimiento obrero se encuentra frente a un enorme desafío. Es preciso desarrollar un balance de conjunto de las experiencias nacionalistas y centroizquierdistas, desarrollar un programa y un plan para derrotar el ajuste, defender las conquistas y las condiciones de vida de las masas frente a quienes buscan aplastar al movimiento obrero organizado, y sobre esta base superar la estrategia policlasista que lleva a los trabajadores a la derrota, para abrir una perspectiva socialista, independiente para la juventud y la clase obrera.
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