Informe de apertura de la Asamblea Abierta realizada el viernes 3 de mayo, a cargo de Nicolas Marrero.
Compañeros y compañeras, damos inicio a la Asamblea Abierta convocada por el Partido de los Trabajadores.
En esta actividad de deliberación política que tenderemos en las próximas horas, se encuentran presentes compañeros representativos de importantes luchas en el seno de los sindicatos, de la juventud y el movimiento estudiantil, en el movimiento de la mujer, de las organizaciones que batallan contra la instalación de UPM, es decir, una composición que expresa las luchas que la clase obrera y sus organizaciones está desarrollando en todos los terrenos. También están presentes compañeros de otras organizaciones como de Izquierda Socialista de los Trabajadores. En definitiva, esta Asamblea está compuesta por los constructores de la independencia política de la clase obrera.
La Asamblea fue convocada con el objetivo de abrir una deliberación política entre los luchadores y la izquierda, que prepare la condiciones de conciencia y organización para enfrentar el ajuste capitalista en el camino de una victoria de los trabajadores contra la explotación del capital.
Estrategia política
Se trata de una deliberación con el fin de construir una salida política, en base al debate de una caracterización y estrategia política. Nosotros, el PT, partimos un señalamiento muy preciso: estamos en presencia de una bancarrota capitalista y de sus Estados y la emergencia, por otra parte, de crisis políticas e incluso tendencia a rebeliones populares, donde las masas se niegan a cargar con la factura del ajuste.
Es lo que sucede en la lejana África con los levantamientos populares en Sudán y Argelia donde la clase obrera tiene un enorme protagonismo, en Hungría contra las reformas laborales, pero también en el centro de Europa con las luchas en Francia con los “chalecos amarillos”, contra la privatización del ferrocarril y la reforma de la previsión social y contra el avance de un programa de desmantelamiento de derechos conquistados. En América Latina, hemos asistido a levantamientos populares en Haití, en Nicaragua, en Honduras frente a los planes de ajuste del FMI que lo aplican los gobiernos neoliberales y progresistas. En Brasil, los sindicatos combativos se están organizando y llamando a la huelga general contra el proyecto de reforma previsional de Bolsonaro, que está inmerso en divergencias al interior del propio gobierno. Mientras en Argentina, asistimos a una crisis del gobierno y de todo el régimen político, donde un gobierno que es agente de los fondos financieros internacionales y los bancos está siendo atacado por esos mismos bancos y fondos y ha perdido definitivamente el apoyo de la ciudadanía. Finalmente, el martes asistimos a un nuevo fracaso de la intentona golpista del imperialismo yanqui en Venezuela, las masas venezolanas no acudieron al llamado de los Trump y Guaidó; pero tampoco encuentran salida en un régimen que está rematando el petróleo en favor de Rusia y China.
En definitiva, las crisis capitalistas socavan el orden vigente y está dando lugar a crisis políticas y del régimen en su conjunto. “Todo lo sólido se desvanece en el aire”. En lugar de un progreso social, la sobreproducción de materias primas, mercancías y capitales nos lleva a la catástrofe, miserias y guerras. En un signo de declinación histórica de un régimen social de explotación, que ya no puede siquiera sostener esa explotación para la mayoría de la población. Las reformas previsionales, laborales, las privatizaciones, la prohibición de piquetes y huelgas o reglamentación sindical, la depredación del ambiente con UPM, en definitiva, detrás de los intentos de ofensiva del capital sobre el trabajo se encuentra esta crisis mundial. Nuestra estrategia es la superación de este régimen que se pudre gobernado por los grandes grupos económicos, por un gobierno de quienes viven de su trabajo.
Campaña electoral, la autonomía política de la clase obrera
¿Por que señalamos? Porque ninguna campaña electoral en Uruguay puede sustraerse a la dinámica de derrumbe presente. Y, desde el PT, buscamos que la campaña electoral sea un escenario para construir una alternativa política independiente, enraizada con las luchas actuales y las que tenemos que preparar. Terminar con la atomización de la clase obrera y dar un paso decisivo para lograr la autonomía política de esa clase obrera. El terreno electoral es, en definitiva, lucha clases, una lucha política de partidos y programas. En esta lucha nosotros intervenimos para que la clase obrera actúe con un proyecto político propio en combate al proyecto político de los partidos del capital y de conciliación de clases.
Esta intervención en las elecciones y -si fuera posible- la utilización de la tribuna parlamentaria, están subordinados a la acción independiente de los trabajadores, extra-parlamentaria. Rechazamos completamente la estrategia que subordina la acción popular a los caminos constitucionales y parlamentarios. Esa política conduce a la desmoralización y la desmovilización de los trabajadores. La obtención de diputados debe estar al servicio de impulsar la acción directa del movimiento obrero. Para enfrentar la agenda del capital, el camino es reforzar la movilización popular. La utilización revolucionaria del parlamento es una escuela fundamental para el movimiento obrero, que lo debe preparar para disputar el poder a la clase capitalista.
Y esta política la desenvolvemos en circunstancias específicas de la dinámica de bancarrota. El aspecto político más destacado que confronta a la izquierda es la bancarrota del Frente Popular que, en el caso de Uruguay, es el derrumbe de una estrategia política de largo plazo de alianza con la burguesía nativa primero y la internacional después que iba a permitir transformaciones sociales, la emancipación nacional y terminar con el sometimiento a la banca. El resultado de esta política es claro: durante quince años, y con mayorías parlamentarias, ese frente policlasista ocupó el gobierno, agudizando la concentración y extranjerización de la tierra en pocas manos, agravando la dependencia a la banca, impulsando más zonas francas, favoreciendo a multinacionales depredadoras del medio ambiente, y en definitiva haciendo aún más dependiente a la economía nacional de las materias primas y sus precios internacionales.
El período frenteamplista culmina miserablemente, sin haber tocado los intereses de los grandes capitalistas, terratenientes y banqueros, y con un estancamiento económico innegable, un creciente desempleo, y caída de los salarios. La única conclusión posible es que la estrategia de alianza con sectores capitalistas, que ha maniatado al movimiento obrero durante décadas, ha fracasado en forma completa e irreversible.
Los gobiernos de unidad con sectores capitalistas conducen a la impotencia y a la desmoralización del movimiento obrero. Esta es la única conclusión que se puede extraer de la mal llamada experiencia “progresista”.
El “cuco” del fantasma de la derecha, utilizado por el FA, busca llevar al movimiento obrero a la parálisis y la impotencia, no para movilizarlo. Para enfrentar cualquier proceso derechista o fascistizante, los trabajadores deben confiar únicamente en su acción independiente, autónoma, no con alianzas con la burguesía.
La gran conclusión es la necesidad de que el movimiento obrero levante su propio programa. Por todo esto, necesitamos reforzar el debate político, los comité de apoyo, asambleas para impulsar la campaña por el PT y una alternativa política de los trabajadores.
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