Buenos Aires, 2 y 3 de abril de 2018
Las organizaciones obreras, socialistas y revolucionarias reunidas en la Conferencia Internacional convocada por el Partido Obrero de Argentina, el Partido de los Trabajadores de Uruguay, el EEK de Grecia y el DIP de Turquía, que tuvo lugar en la ciudad de Buenos Aires en los días 2 y 3 de abril, emitimos la siguiente declaración, ante el escenario de crisis económicas y políticas, guerras y rebeliones populares abierto a escala mundial.
El crecimiento de las guerras internacionales y fenómenos como el de Trump o el Brexit, ponen de manifiesto que la crisis mundial no puede resolverse por medios puramente económicos. Se refuerzan las tendencias a la rivalidad internacional, la guerra fiscal y comercial, rompiendo los equilibrios internos en las naciones y alterando las coyunturas episódicas entre las clases. La restauración capitalista, a su vez, no puede resolverse como un proceso pacífico. Asistimos a una de las transiciones históricas más contradictorias y violentas de la historia.
Guerra y restauración capitalista
Desde la disolución de la Unión Soviética, la humanidad ha ingresado en un nuevo ciclo de guerras imperialistas, lideradas fundamentalmente por el imperialismo norteamericano.
Las guerras que han estallado en Medio Oriente y el Norte de África, los espacios ex yugoslavos y soviéticos, Afganistán y África desde la década de 1990, son la expresión de las tendencias fundamentales del período de restauración capitalista, de la nueva gran depresión que se ha instalado desde 2007-2008 y la consiguiente guerra económica que se ha establecido.
Las llamadas guerras ‘locales’ o ‘por procuración’, o sea por medio del armamento de agentes ‘nativos’, tienen un hilo conductor internacional, o sea que forman parte de la tentativa de enfrentar la crisis por medio de una recolonización del planeta, en especial del espacio de los ex ‘estados socialistas’. El ciclo de guerras imperialistas ingresa, en cierto modo, en una nueva etapa; en el mar del sur de China, Corea del Norte, Ucrania (región de Donbass) emergen conflictos directos con Rusia y China.
El aumento de las tensiones y antagonismos entre las clases dominantes y gobiernos en Grecia y Turquía son totalmente explotados por los imperialistas de Estados Unidos y la Unión Europea y amenaza con ampliar la extensión de la guerra imperialista en la región del Egeo y los Balcanes. Llamamos a los trabajadores y oprimidos en Grecia, Turquía y Chipre a unirse y luchar contra el enemigo común: el imperialismo y el capitalismo. Guerra contra las guerras imperialistas y capitalistas. Por la unificación de la lucha de todos los pueblos en una Federación Socialista.
La crisis capitalista
Estas guerras imperialistas están estrechamente ligadas a la crisis capitalista, iniciada a principios de la década del 70, y que ha cobrado una dimensión colosal con la bancarrota de 2007/8. La bancarrota capitalista no es sino la expresión explosiva de un largo período de agotamiento del desarrollo de las fuerzas productivas y de la decadencia histórica del régimen. Un cuarto de siglo después de la disolución de la URSS y del proceso restauracionista en China, se pone de manifiesto que el impasse histórico del capitalismo no tiene vía de salida por medios económicos y políticos. La integración de las ex economías estatizadas a la economía capitalista mundial no puede proceder por medios ‘pacíficos’.
Ingresa con fuerza la perspectiva de una disolución de la UE, no solamente con la debacle de Grecia, sino enseguida con el Brexit y el ascenso de fuerzas de derecha, en especial en Alemania e Italia, con la bandera demagógica de ‘recuperar las soberanías nacionales’. Un ejemplo de las fuerzas centrífugas de la crisis de la UE se pone de manifiesto en el Estado español, la lucha de millones de pensionistas en las calles contra el vaciamiento del sistema estatal de jubilaciones se ve en todo el estado y muestra la centralidad de la clase obrera en defensa de sus conquistas. En este cuadro defendemos el derecho a la autodeterminación de los pueblos del Estado español incluida su independencia y luchamos por una federación socialista de los pueblos ibéricos.
La amenaza de disolución nacional, en Rusia, impulsa la creación de un gobierno de la KGB, encabezado por Putin, y hace emerger los regímenes autoritarios y bonapartistas, de carácter restauracionista, en casi todos los estados del ex ‘bloque socialista’ y en China. La explosión financiera en China, en 2014 y el crecimiento de una amenaza de bancarrota generalizada, explica el reclamo de poderes excepcionales por parte de la camarilla de Xi Jing-pin.
La bancarrota capitalista ha producido un repliegue nacional, entendido como instrumento de guerras comerciales, fiscales y financieras – y, en definitiva, la guerra misma. La bancarrota le ha recordado a los Estados imperialistas que su primera obligación es rescatar de la quiebra a los capitales de sus propios países. Esto se manifiesta, por sobre todo, en Estados Unidos, y en una quiebra de las relaciones internacionales en su conjunto que exacerba las contradicciones del imperialismo. Trump ha recogido el desafío de esta crisis con la consigna “America First”, es decir la guerra en todos los planos, internacionales y nacionales. El ascenso de Trump plantea una crisis de régimen político norteamericano y liga las guerras imperialistas al aniquilamiento de los derechos democráticos en Estados Unidos.
La depresión económica que se produjo después de la crisis financiera de 2007-2008 ha sido el caldo de cultivo de alimañas fascistas, por un lado, como así también de giros bruscos de las masas hacia la izquierda y rebeliones populares por el otro. Esta depresión no es más que la expresión concreta del declive histórico del modo de producción capitalista. La socialización e internacionalización de las fuerzas productivas requiere, a una escala creciente, que la economía mundial se planifique sobre la base de la propiedad pública, bajo la dirección de la clase obrera. Contra cualquier expresión de violencia fascista llamamos al frente único de la clase obrera en defensa de las organizaciones de trabajadores. Denunciamos el apadrinamiento y complicidad de las instituciones y gobiernos de las democracias capitalistas en el desarrollo de los movimientos fascistas y reivindicamos el planteo de la defensa de los trabajadores respecto a la burguesía que es el método para derrotar los ataques fascistas y llevar esta lucha a la victoria.
La conferencia resuelve la organización de una campaña política contra la xenofobia y el fascismo organizados, contra toda forma de discriminación y opresión y llama a la movilización de la clase obrera contra esta barbarie.
China y Rusia
La ‘ruta de la seda’ y la fundación de bancos internacionales representa una tentativa, por parte de China, de esquivar las consecuencias de la crisis capitalista mundial. De ninguna manera una salida. Constituye, a término, una carga fiscal para el estado, dada la ausencia de una burguesía nacional. Una gran cantidad de emprendimientos de este plan ya han entrado en una parálisis. Ni en Rusia, como tampoco en China se ha formado un capital imperialista, y la posibilidad de un imperialismo de exclusiva base estatal es una hipótesis inconsistente. Estos regímenes de transición al capitalismo enfrentan los polos, por un lado de la colonización imperialista (y guerras), y por el otro de la revolución proletaria. En una hipótesis de guerra imperialista contra Rusia y/o China, para llevar a término una restauración capitalista de carácter colonial, los socialistas revolucionarios vamos a luchar por la derrota completa del imperialismo y a aprovechar esa lucha para impulsar el resurgimiento de los soviets, como poder político independiente de la clase obrera; expropiar a la oligarquía y a la burocracia y desarrollar una revolución socialista, defendiendo la libre autodeterminación de los pueblos, en la perspectiva de la reconstrucción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en el origen revolucionario e internacionalista de la revolución de Octubre.
En Ucrania, defendemos la resistencia contra la colonización imperialista de la Otan y el FMI; el apoyo a la resistencia de Donbass y la expropiación de la oligarquía asentada en la región protegida por el régimen de Putin; por una Ucrania independiente y socialista.
Medio Oriente
En su afán por rodear y aislar a Rusia y China, el imperialismo, junto con su aliado sionista, ha mantenido viva la llama de la guerra en la región del Medio Oriente y el Norte de África desde la Guerra del Golfo de 1991. En el siglo XXI, una sucesión de guerras estalló en Irak, Líbano, Gaza, Libia, Siria y Yemen. Existe un claro peligro de una única guerra en toda la región. Cada campo es impulsado por los intereses del imperialismo y las potencias regionales, atravesados por la división sectaria. El imperialismo estadounidense, ahora bajo Trump, trabaja de la mano con Israel y Arabia Saudita, secundado por Egipto, para aislar a Irán y su bloque de alianzas (que se extiende a través de los regímenes o las fuerzas de oposición en Iraq, Siria, Líbano, Yemen, Bahrein e incluso las provincias occidentales de Arabia Saudita), en el que Turquía juega en los dos campos.
En la guerra en curso en Siria, denunciamos los compromisos recíprocos entre la Otan, Rusia, Turquía e Israel, y reclamamos el cese de la intervención militar extranjera; la organización de una asistencia humanitaria internacional, bajo control de las organizaciones obreras; el libre acceso de refugiados e inmigrantes a todos los países y la ayuda para su residencia; el desarme de los grupos armados, las organizaciones talafistas – sectarias y la expulsión de la camarilla dinástica de los Al Assad, en la perspectiva de la Federación Socialista de Medio Oriente. Solamente en esta perspectiva podrán realizarse las aspiraciones nacionales de la nación kurda.
La reciente matanza de palestinos por parte del Estado de Israel, se inscribe en el cuadro de la ofensiva militarista en la cual se encuentra embarcado el sionismo y el imperialismo en todo medio oriente. En el marco de la perspectiva de la Federación Socialista de Medio Oriente planteamos la destrucción del estado sionista y el establecimiento de una República laica y democrática en Palestina, donde coexistan judíos y Árabes.
América Latina
América Latina se destaca, en la presente etapa, por el derrumbe de las experiencias ‘nacionalistas’. Todas ellas vieron la luz como consecuencia de la crisis mundial, en las sacudidas previas al estallido de 2008. Fueron el instrumento de una operación de rescate del capital y se han hundido, en el período reciente, por la misma crisis mundial. El derrumbe ‘nacional y popular’ ha creado una situación particular: la emergencia de gobiernos de derecha, unos por medio de elecciones, otros por medio de golpes de estado ‘parlamentarios’. Al lado de estas experiencias se desarrollan luchas masivas, aunque Macri y Temer han logrado hacer pasar reformas estratégicas antiobreras con la colaboración del peronismo y el PT. La reciente crisis y caída del gobierno Kuczynski pone de manifiesto que la derecha no reúne las condiciones políticas para estabilizar la región.
América Latina no está al margen de las guerras imperialistas, ni podría estarlo, en su condición de patio trasero del imperialismo yanqui. El Pentágono ha montado un gigantesco sistema militar en la región, desde la IV Flota, las bases en la Amazonia y la tentativa de implantarlas en la Triple Frontera.
Advertimos acerca de la amenaza de bloqueo económico, golpismo e intervención militar en Venezuela, y llamamos a enfrentarla por medio de la agitación y la movilización. En esta lucha, advertimos, por sobre todo, que Maduro no es un gobierno de trabajadores sino de oligarcas políticos y económicos, ‘boliburguesía’, y que se empeña en un compromiso con el capital financiero, como lo demuestra, entre tantos otros, el hipotecamiento de las reservas petroleras o su subasta al capital internacional.
Una vez más y para siempre: Por los Estados Unidos Socialistas de América Latina.
Rebeliones populares
Las recientes rebeliones populares que han tenido lugar en Túnez, Sudán, Irán y Marruecos, son ecos de la anterior espectacular ola revolucionaria de 2011-2013, desde las revoluciones árabes, a España y Grecia, desde Turquía y los Balcanes, hasta Wall Street y Brasil. Estos recientes eventos han mostrado el carácter provisional de las derrotas de las revoluciones árabes -cuya máxima expresión fue la revolución en Egipto- así como de la viabilidad de los regímenes políticos que se montaron sobre esas derrotas.
En Francia, a pesar de haber pasado la reforma laboral sin lucha, fruto del colaboracionismo de la burocracia sindical, el anuncio de la privatización del ferrocarril dio lugar a una indignación generalizada y un movimiento de lucha de los trabajadores que se inscribe en la perspectiva de la huelga general. En Alemania, la lucha del sindicato metalúrgico y del estatal por aumento salarial, abren el cauce al resurgimiento de grandes luchas obreras. En Turquía la lucha de los obreros metalúrgicos comenzada en 2015 con huelgas salvajes, con ocupación de fábricas en 2018, han resultado en una huelga de 135 mil obreros que ha ganado un éxito que es necesario remarcar. En China se viene viviendo una vigorosa recuperación de la clase obrera lo mismo que en gran parte de Asia. La tendencia de fondo a escala mundial sigue siendo el resurgimiento de grandes luchas obreras acicateadas por el conjunto de las crisis económicas y políticas.
La tendencia a la rebelión popular se manifiesta en el desarrollo que ha adquirido el movimiento de la mujer y en la radicalización de sus movilizaciones, o sea la acción directa y la huelga. La proyección política de este movimiento se expresa cuando plantea la república en España, el derrocamiento de la teocracia en Irán, el repudio a Trump y la lucha contra los Temer y los Macri en América Latina. Anticipa grandes irrupciones de masas.
En el marco de la emergencia de las rebeliones populares, la crisis de dirección de los explotados ha quedado al rojo vivo. La línea dominante de la izquierda, de centroizquierdistas y nacionalistas es acentuar sus compromisos y sometimiento al orden social vigente. El balance de esta experiencia demuestra el acierto de la estrategia de la independencia de clase y la construcción de partidos obreros revolucionarios para luchar por gobiernos de trabajadores.
Reconstruir una internacional obrera y socialista
Las organizaciones reunidas en la Conferencia Internacional, llamamos al proletariado de las metrópolis imperialistas a luchar contra las guerras desatadas por sus burguesías y sus estados, por un lado, mediante la movilización internacional, por el otro, mediante una acentuación de la lucha de clases en sus países, en la tradición del “enemigo se encuentra en mi propio país”.
Tomamos partido por un frente único de combate contra las guerras imperialistas con las masas y las organizaciones que le oponen resistencia, sin importar su color confesional, en tanto encabezan una lucha real contra el imperialismo. Denunciamos, asimismo, la complicidad de las burocracias restauracionistas y las burguesías nacionales con ese mismo imperialismo, y el propósito de valerse de él para llevar adelante sus políticas de privatizaciones en masa y la represión de la clase obrera en sus países.
Todo el desarrollo de la bancarrota capitalista y las guerras convoca una lucha de alcances históricos, solamente el derrocamiento del capitalismo y la imposición de un gobierno de trabajadores puede proceder a una reorganización integral de la sociedad sobre nuevas bases sociales.
¡Abajo las guerras imperialistas!
¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
¡Por gobiernos de trabajadores!
¡Por la construcción de partidos socialistas y revolucionarios!
¡Construyamos la internacional!
Larga vida a la revolución socialista.