La reciente resolución del parlamento cubano de abandonar el comunismo y reconocer la propiedad privada es la completa culminación del proceso de restauración capitalista en la isla. Esto supone un duro golpe para aquellos que aún tenían expectativas en un desarrollo progresivo del proceso revolucionario. Entre ellos hay varios honestos compañeros de la izquierda, que atribuían un carácter transitorio y defensivo a lo que en sí era una acumulación cuantitativa que supondría un salto en calidad: el retorno de Cuba al capitalismo.
El proceso de restauración se inicia ya en los ‘80s , profundizándose en los ‘90s con la Ley de Inversiones (ver “El proceso de restauración capitalista en Cuba” escrito por el compañero Rafael Fernández en la revista “En Defensa del Marxismo”, N 11, abril de 1996. Esto de 2018 implica completar ese camino, contextualizado en el desarrollo de la actual crisis capitalista. Cuba, al reconocer totalmente la propiedad privada de los medios de producción, se prepara para su ingreso de lleno al mercado capitalista mundial como nación semicolonial.
El abandono del comunismo -en la letra de la constitución- no es algo simplemente ‘declarativo’, ‘pragmático’ o ‘posibilista’. Supone abandonar explícitamente una perspectiva estratégica de revolución mundial -solo así es concebido el comunismo en el marxismo-. En los hechos, esta perspectiva fue desechada por Cuba en los ‘60s con la sujeción a la política exterior de la URSS, en el marco de la Guerra Fría y la ‘coexistencia pacífica’ con el imperialismo yankee.
Hoy Cuba declara su intención de ser un país “socialista, soberano, independiente, próspero y sostenible”, según declaró Esteban Lazo, el presidente de la Asamblea Nacional. Esta fue la ‘tesis’ de “El Socialismo en un solo país” de Stalin, en oposición a la revolución mundial impulsada por Trotsky -continuando la tradición del bolchevismo leninista hasta el cuarto congreso de la III Internacional Comunista-. En la URSS la novedosa ‘tesis’ estalinista marcó el inicio del proceso de degeneración burocrática de la revolución, hasta la posterior restauración capitalista.En Cuba el abandono expreso del comunismo -visto como el triunfo de la revolución mundial- se produce cuando la restauración ya fue completada, es decir que borra del papel lo que ya se cristalizó en la realidad. La experiencia histórica agrega otro elemento para sostener que ‘El Socialismo en un solo país’ es la negación del comunismo.
Para la isla se abre una etapa donde el imperialismo de los EEUU, los ‘gusanos’ de Miami y la propia burocracia castrista, pugnarán por apropiarse totalmente de su economía sobre bases capitalistas. Probablemente la burocracia asuma el rol de socio menor de los intereses e inversiones del gran capital estadounidense -como lo ha venido haciendo con el español y canadiense, entre otros-.
La continuidad del PCC -ahí sí ‘Comunista’- como partido único, regimentando a los sindicatos y al conjunto de los trabajadores, supone una garantía enorme para los intereses imperialistas y los de la misma burocracia. Se daría una situación similar a la de China y Vietnam.La economía cubana pasaría a ser una factoría dependiente de los EEUU, con mano de obra precarizada, barata y subordinada al control de la burocracia castrista devenida en capitalista.
El proceso revolucionario en Cuba fue un faro para millones de revolucionarios en América Latina y el mundo. El “Cuba sí, yankees no” fue el grito de guerra internacionalista en defensa de la revolución. Muchos aún hoy honestamente ven con admiración el ‘socialismo’ de Cuba. Aquella revolución de Fidel y el Che expropió el capital y realizó profundas transformaciones en la economía y sociedad cubana, enfrentándose al durísimo y prolongado bloqueo impuesto por el imperialismo de los EEUU. Hoy se impone sacar todas las conclusiones de ese proceso, contextualizándolo en el marco de su vinculación con la URSS burocratizada, y, más recientemente, en el desarrollo de la crisis capitalista y la voracidad de los intereses del imperialismo. De esta forma podremos corregir errores y recuperar para la clase obrera mundial una perspectiva revolucionaria.
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