Nicolás Roveri – Jorge Altamira
Es cierto que los fondos especulativos son jugadores de primer nivel en las inversiones de riesgo y en las inversiones de alto apalancamiento con dinero prestado. Pero en esta etapa de la crisis post 2008 han empezado a tener una importancia creciente los bancos centrales.
Los bancos centrales han intervenido en el salvataje bancario luego de la quiebra de Lehman Brothers. Sólo la Reserva Federal dio préstamos por 16 billones de dólares a los principales bancos mundiales.
Ahora, han pasado a tener una participación muy activa en los mercados. Por varias razones, fueron promotores de una suba de precios en los mercados de acciones, al reducir las tasas y dando liquidez a los bancos para comprar bonos privados y públicos. Han hecho algo más: compraron en forma directa acciones de empresas, más allá de haberse transformado en los principales adquirentes de títulos de la deuda pública de sus propios países. Los bancos centrales de la zona euro y de China son los últimos de la saga. Como consecuencia de esto, su capacidad para proceder a nuevos rescates bancarios ha disminuido en forma extraordinaria. La Reserva Federal ya tenía planes para deshacerse de parte de ellos -algo que la crisis en China ha obligado a postergar.
Los bancos centrales han sido, y son, compradores de acciones por medio de los llamados “fondos soberanos”, que acumulan sumas extraordinarias.
Esos fondos (SWF) se han desarrollado como consecuencia de la expansión inflacionaria de reservas internacionales provocada por la enorme emisión de dólares, euros y yenes. Las bajas tasas de interés que ofrecen las deudas públicas de los países centrales los ha impulsado a la compra de acciones de empresas (una lista, y el monto de sus inversiones, se pueden ver en www.swfinstitute.org/fund-rankings). Bajo el régimen ‘neoliberal’, el Estado se ha convertido en el accionista número uno del capital. Ahora, sin embargo, la caída de las bolsas licúa sus inversiones con gran rapidez -ni qué hablar si se desata un mercado generalizado a la baja, una vez que se pinchen las numerosas operaciones especulativas que tienen a las bolsas a flote. Se trata de inversiones de más de siete billones de dólares.
Los bancos centrales se han transformado en los mayores fondos de riesgo. El banco central de Noruega tiene un fondo con 880.000 millones -el 60% invertido en acciones, un promedio del 1,3% de todas las empresas cotizantes en todo el mundo. Los mayores fondos son de China: uno, el Safe (State Administration of Foreign Exchange), administra fondos por 3,9 billones de dólares en acciones en todo el mundo y bonos. El Bank of Japan tiene un fondo, GPIF (Government Pension Investment Fund), que administra 1,3 billones. Los emiratos tienen un fondo con 773.000 millones invertidos en acciones y bonos; Kuwait, 592.000 millones; Arabia Saudita, 672.000 millones; etc.
Asistimos a una estatización financiera. Los bancos centrales han creado, con sus inversiones, una burbuja de acciones y deuda privada (obligaciones negociables) y pública muy superior a la de 2008. El drenaje de valores del mercado ha servido para aumentarlos en forma ficticia. Al reducir los valores que se encuentran disponibles para ser negociados en el mercado, ha creado las condiciones para acentuar la pendiente de cualquier corrida de los mercados a la baja.
Conclusión: la crisis que se encuentra en desarrollo va a asestar un golpe durísimo al sistema monetario. Es entonces cuando veremos la ‘guerra monetaria’ en serio.