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Conclusiones de la Conferencia Nacional del PT

Presentación

El 27 y 28 de Octubre sesionó en Montevideo la Conferencia Nacional del Partido de los Trabajadores. A partir de informes sobre la situación política nacional e internacional se desarrollaron deliberaciones que culminaron en resoluciones de cara a la intervención práctica en las luchas políticas abiertas en Uruguay y en todo el continente.

La Conferencia del PT tuvo lugar en momentos de la inminencia del ascenso de Bolsonaro al gobierno de Brasil, cuya victoria -junto al ingreso de numerosos representantes de los bloques ruralistas, evangélico y militar- cierra, de forma provisional, el período de crisis política inaugurado en el segundo mandato de Dilma Rouseff y, decididamente, con el golpe de estado que provocó su destitución. Se abre una etapa de crisis que trasciende las fronteras de Brasil, con una intervención del imperialismo yanqui que amenaza el precario equilibrio interno de los estados América del sur, en un escenario de guerra económica internacional. A su turno, inserta a Brasil y América Latina en la fase belicista en la que ha entrado la economía y política mundial, con el refuerzo de bases militares en el Amazonas y la militarización que tiene lugar en diversas partes del continente, incluido Uruguay.

El triunfo de un bloque reaccionario constituido por una fracción de la pequeña burguesía fascista, el alto mando militar y el capital financiero ocurre luego de dieciséis años de gobierno del PT de Lula que operó como una agencia del capital, protagonizando un gigantesco esquema de corrupción, en el marco de una política de colaboración de clases en el parlamento (mensalao) y luego en el binomio ejecutivo, que benefició a los “campeones nacionales” (Eike Batista, contratistas de obras públicas) de la burguesía nacional, en un armado de alcance internacional. El triunfo fascista demostró también la incapacidad de la izquierda integrada al Estado, el PT, para ejercer la mínima defensa de los trabajadores frente a la explotación capitalista y los ataques patronales asociados a la crisis, y al veloz ascenso de la reacción política.

Uruguay no se encuentra ajeno a la transición política que vive el continente, ni al cuadro de agotamiento económico que le precede. ¿Qué lugar ocupa Uruguay en esta transición?¿Cómo comprender la situación nacional y continental después de Bolsonaro?¿Cuál debe ser la respuesta del movimiento obrero y el papel de la izquierda, en particular la que se declara revolucionaria frente a este proceso político? ¿Qué conclusiones podemos extraer de estas experiencias y cómo abordarlas en términos de programa, organización e iniciativas prácticas?

Estas cuestiones fueron materia de intenso debate en la Conferencia, a la cual asistieron organizaciones de izquierda, luchadores del movimiento obrero, de la juventud y del movimiento de la mujer. El presente folleto contiene los informes iniciales sobre la situación de Uruguay, el cuadro internacional y continental, las resoluciones políticas, la declaración final y un llamamiento público para desarrollar iniciativas políticas.

Ponemos a disposición de los lectores este texto con el objetivo de contribuir a la apertura de debate sobre la necesidad de construir un polo obrero y socialista en Uruguay, como parte de la tarea estratégica de la construcción de partidos obreros y revolucionarios y una internacional de la clase obrera.

Resolución Política de la Conferencia Nacional del PT

1. América Latina atraviesa una etapa que se caracteriza por la descomposición de los regímenes sociales y políticos, en un cuadro internacional pautado por una tendencia al desequilibrio de esos regímenes y a una crisis de poder, donde aparecen fracciones de la burguesía que ven agotados sus recursos políticos tradicionales.
El cuadro latinoamericano se encuentra pautado por el agotamiento de la experiencia nacionalista y centroizquierdista, surgida ella misma de la crisis capitalista y de la descomposición de los partidos “tradicionales” de la burguesía, que deja de manifiesto su incapacidad para desarrollar una autonomía nacional y una transformación estructural de las relaciones sociales y las condiciones de vida del pueblo trabajador. Los llamados “progresistas” han sido responsables directos de las enormes crisis y entrelazados con una gran burguesía durante sus gobiernos, incluido un extendido sistema de coimas y corrupción.

El agotamiento de los gobiernos de centroizquierda, en el cuadro de la bancarrota capitalista, ha abierto un período de crisis políticas y tentativas burguesas de establecer regímenes capaces de imponer un viraje en las condiciones de explotación de los trabajadores, a través de un ataque en regla contra sus conquistas (rebaja salarial, reforma jubilatoria y laboral, privatizaciones).
Estos operativos derechistas se expresaron ya en Honduras y en Paraguay, con procesos golpistas disfrazados de procedimientos parlamentarios o “constitucionales”, pero en los cuales los ejércitos pasaron a jugar un rol de árbitro político -al igual que hoy en Brasil, es el alto mando militar el que ha condicionado todo el operativo político que hoy conduce al ascenso de Bolsonaro.

El fracaso de los gobiernos nacionalistas dio lugar a una contraofensiva derechista o “neoliberal” que no se ha asentado, ni consolidado gobiernos sólidos y estables en ningún país: ni en Argentina, ni Brasil, ni en Ecuador o Chile. Deben enfrentar los condicionamientos de la crisis capitalista y las respuestas populares, en particular del movimiento obrero, sin contar en general con recursos económicos ni políticos. El proceso político de Brasil, luego de la destitución de Dilma Roussef, estuvo asociado a un plan político que asegurara el continuismo del bloque de fuerza del gobierno de Temer en las elecciones de octubre de 2018, que terminó, sin embargo, con una pulverización de los principales partidos patronales. Un proceso análogo podría ocurrir con Macri en Argentina, donde se advierte la ausencia de un diseño de salida que unifique a la clase capitalista, tanto en el plano económico como en el plano político.

2. El ascenso de Bolsonaro ha sacudido el cuadro político regional y se ha transformado en un factor central de la situación política y los debates en nuestro país. El hecho de que se hayan desarrollado movilizaciones en varios lugares, no solo en América Latina sino también en Europa, dan cuenta de que está presente una conciencia de que gran parte del destino político del continente se está jugando en Brasil.

En este cuadro, en medio de la crisis capitalista internacional se presenta una aguda crisis de dirección de la clase obrera. Frente al ascenso de Bolsonaro, en la izquierda ha campeado el desconcierto, el horror y la falta de perspectivas. En general, ha carecido de un análisis político y una perspectiva estratégica que tenga a la crisis del capitalismo como ordenador.

El campo del nacionalismo y centroizquierdismo se caracterizó por no enfrentar a la derecha; por el contrario plantearon campañas frentistas de “unidad democrática” en Brasil y “antimacrista” en Argentina. La complicidad del Kirchnerismo con Macri y la aprobación de leyes estratégicas, y del PT y la burocracia sindical en no resistir el golpe y la prisión de Lula mediante una huelga general fue la tendencia dominante.

El inminente triunfo de Bolsonaro abre un nuevo escenario político continental, que señala la tarea de un frente único de la clase obrera para enfrentar al fascismo y, a la vez, una delimitación pedagógica con el nacionalismo burgués y los frentes de colaboración de clases. La izquierda asume una posición revolucionaria cunado desarrolla una delimitación política frente al poder del capital y prepara politicamente a los obreros mas avanzado y al conjunto de la clase para lucha por ese perspectiva.

La instauración de un régimen con base en el ejército y fachada “constitucional”, aliado a Trump y a su ofensiva contra Venezuela, coloca la amenaza de la intervención y la guerra en en lo que EEUU considera su “patio trasero”, América Latina y en particular contra Venezuela.

3. Uruguay no está desacoplado de la crisis continental, es un emergente más de la crisis mundial. Atravesamos un cuadro de dislocamiento mundial de la economía, con crecientes guerras comerciales, devaluaciones de los emergentes -e incluso en EEUU-, guerras bélicas y conflictos agudos en el seno del imperialismo afectan a las masas en todos los países, lo señala la necesidad de la unidad internacional de la clase obrera para enfrentar este escenario.

El gobierno se jacta que por tener 7000 millones de dolares en el Banco Central Uruguay está ajena de una crisis económica, que ya se manifiesta en miles de despidos. La deuda externa se triplicó en el período de gobiernos del FA; y la deuda del BCU supera con creces sus reservas. La economía uruguaya funciona en base al endeudamiento, a una calesita financiera que ha permitido patear, circunstancialmente, la crisis hacia adelante.

El FA, PN y PC son conscientes que el próximo gobierno tendrá que ajustar de forma más violenta que el actual. El gobierno pretende congelar la situación hasta las elecciones, parece haber un acuerdo en todo el régimen político de no patear la mesa y prepararse para las elecciones, candidatearse para llevar adelante la agenda de la burguesía que sólo seguirá financiando la calesita financiera si se procede a una guerra de clases contra los trabajadores.

Frente al fenómeno Bolsonaro, los cuadros políticos de la burguesía en Uruguay remarcan la estabilidad. El sistema tradicional de partidos en uruguayos, que garantizó la estabilidad política de la que tanto se jactan los políticos y académicos del régimen, está dando claras señales de agotamiento. Se ve en todo el cuadro político que la situación general es de disgregación.

El Frente Amplio formó parte de este sistema de estabilidad política, garantizando el salvataje del régimen en momentos claves de crisis. El FA fue el recurso político de reestructuración de las relaciones capitalistas después de la crisis de 2002, y de legitimación del régimen político y el Estado capitalista. El agotamiento del FA (y sus agentes en el movimiento obrero y popular) como instrumento probado y consolidado de contención política de las masas, y como último recurso de recambio para las clases capitalistas, es el ingrediente esencial de esta tendencia a la crisis política. La experiencia histórica de nuestro país da cuenta de que una crisis económica y social acelera la desintegración política y desvanece todo lo sólido. La situación de la región muestra la aceleración de los ritmos de la crisis política.

Uruguay podría tomar el camino de Argentina y Brasil donde la transición política se caracteriza por una desintegración de las fuerzas patronales en presencia y donde las clases sociales se ven condicionadas por el desarrollo de la crisis política, atrapadas por expectativas diversas.

Estamos en una etapa preparatoria, no frente a un desenlace, donde es necesario explicar a fondo a los trabajadores la envergadura del impasse del régimen burgués y desarrollar una intensa agitación política, para agotar esas expectativas de las masas en las diferentes variantes patronales.

4. El ascenso de Bolsonaro y los mandos militares en Brasil (que cuadruplicaron sus cargos en el Estado gracias al resultado electoral) envalentonaron a sectores del ejército uruguayo, que pretenden posicionarse como árbitros de la crisis política y social. Los ensayos de insubordinación castrense de los últimos meses, así como las declaraciones del Circulo Militar de que “hay condiciones para que los militares vuelvan al poder”, son señales de esta tendencia. En este sentido, un grupo de militares retirados formaron una agrupación política que pretende colocarse bajo el paraguas del Partido Nacional.

El ejército latinoamericano tuvo una formación común en Haití, donde se ensayó la preparación para operaciones urbanas y coordinación entre los mandos de la región. En este escenario golpismo en América Latina, Vázquez se adapta a los mandos militares como se expresa frente a la resolución del conflicto en torno a la caja militar que culminó con la votación de una ley que no toca ningún privilegio de los mandos militares.

Aunque en ocasiones sirva para la agitación y la propaganda, no es correcto en términos generales hablar de una derechización del FA frente a cuestiones concretas, porque el FA eligió un camino de derechización desde el principio. El rol del MPP fue central, en su alianza de larga data con el sector más vinculado al capital financiero por un lado, y con el partido comunista y los disputistas. Fue una pieza clave y posiblemente son los que definirán las candidaturas del FA. Mostraron un profundo compromiso con el régimen y tomaron la tarea de ponerse al frente del relacionamiento del gobierno con las fuerzas represivas.

La política del FA de relegitimar las Fuerzas Armas fue una política de Estado, que se expresó en el punto final, el “nunca más” y la reconciliación nacional. Son responsables del fortalecimiento económico y político, acaban de aprobar la militarización de las fronteras y el Servicio de Inteligencia Estatal Centralizado.

El papel del MPP fue central, a partir de la continuidad de Bonomi y también fue la de los principales Jefes de Policía. A su turno, Huidobro como ministro de Defensa, que lo mantuvieron a pesar de que la CAP-L se desintegró en las elecciones. Carlos Silva (del Circulo militar) destaca la política de Huidobro y dice que los militares lo extrañan.

Esa alianza entre el FA y las fuerzas armadas se está fracturando y la punta del iceberg es un problema económico: la Caja Militar. Vázquez para cortar un año y medio de discusión en el Frente Amplio ordenó votar la ley, todos los sectores hicieron silencio y se disciplinaron a una resolución que se manifesta públicamente como una concesión a los mandos militares (“estrategia de relacionamiento con la familia militar” y “no afectar a la oficialidad”).

La limitadísima reforma tiene como trasfondo la necesidad del gobierno de sanear sus finanzas, reducir el déficit fiscal y garantizar la cadena de endeudamiento: son las exigencias del capital financiero. Varios sectores del FA intentaron presentarlo como una campaña contra el militarismo y las FFAA. Falso. Es parte de reformas de otras cajas profesionales y precede a la reforma previsional general, que ha sido anunciada como una de las tareas estratégicas del próximo gobierno, y que constituye uno de los principales arietes de la burguesía. El problema de la caja militar ha dejado de manifiesto, nuevamente, los lazos que unen a un sector del FA con la defensa de los mandos militares y sus privilegios.

La lucha contra la derecha, las tendencias militares y fascistas y el imperialismo que les opera de soporte, no puede llevarse adelante a través de la subordinación al Frente Amplio, que es el cómplice y les allana el camino.

5. Esta tendencia no opera en el vacío: la crisis económica, expresada en el insalvable endeudamiento público y privado, en la caída tangencial de la renta agraria (base de todo el armado político de la última década) y en la creciente desinversión, está llevando a sectores capitalistas al ensayo de un viraje en relación al gobierno del FA y al régimen político. Las patronales rurales están encabezando este viraje, que hasta el momento se viene expresando en una creciente presión sobre el gobierno para ir a fondo en un ataque al salario y las conquistas obreras (reformas laborales mediante). La clase capitalista exige un cambio de régimen y el pasaje a un gobierno de guerra contra la clase obrera.

La crisis de los consejos de salario es la crisis del régimen de colaboración de clases (del cual constituye su mejor exponente), cimentada en una ruptura general de las condiciones que dieron sustento a este régimen durante mas de una década.

Hace tiempo que quedó atrás la situación del 2010, donde casi un 90% de los Consejos de Salario lograban acuerdos por unanimidad, y donde las patronales rurales toleraban la aprobación de algunas conquistas mínimas para los trabajadores del campo. El crecimiento de las exportaciones y aumento de los precios internacionales, fueron el lubricante indispensable de esa configuración en las relaciones sociales: el año que se aprobó las ocho horas para los peones rurales, cerró con cifras récords en las exportaciones lácteas. El agro acumula deudas que equivalen a un 80% de su producción, siendo la lechería su sector más crítico. Muy vinculada a los negocios con Venezuela (prósperos hasta el 2015), este sector se encuentra en una profunda crisis con cierres de cientos de tambos y una reducción de la producción y las exportaciones en un 10% y 30% respectivamente. Esta es la explicación del conflicto en el que se encuentran los trabajadores de la industria láctea, así como del salvataje estatal a Pili y del ataque a los Consejos de Salario.

En este escenario, la burguesía nacional toma sus recaudos frente al ascenso de Bolsonaro: el programa “proteccionista” de Bolsonaro augura efectos devastadores para amplios sectores de la burguesía con negocios en nuestro país, que tienen a Brasil como principal destino de exportación (es el segundo destino de las exportaciones totales de Uruguay). Estos sectores podrían ver con preocupación un eventual gobierno encabezado por el PSL, que reforzaría la caída de las exportaciones y los cierres de empresas. Este sector de la burguesía también tiene su expresión política en nuestro país y reclama la urgencia de firmar TLC con el Pacífico, Gran Bretaña, etc.

La inestabilidad de los recambios derechistas en la región, así como la mentada capacidad de pago del gobierno Frente Amplista, han condicionado la relación del capital financiero y los monopolios con Vázquez. Sin embargo, la revisión de las notas de deuda por parte de algunas consultoras está mostrando una revisión de este apoyo. La capacidad de pago del gobierno está subordinada a un ajuste brutal contra los trabajadores, y esto es lo que exigen los acreedores como condición para mantener su apoyo político al FA. El próximo gobierno deberá encarar esta tarea, y su política estará férreamente tutelada.

En cualquier escenario, el régimen de colaboración de clases está agotado y cualquier intento de reforzamiento como salida conciliada a la crisis no pasará de una parodia sin futuro. En este sentido, los partidos otrora “disputistas” (y sus expresiones en los sindicatos) tienden a reforzar su subordinación a esta política de ataque a la clase obrera.

En cualquier caso, es claro que la burguesía no dirige el proceso político de forma consciente y absoluta. Las clases reaccionan a la crisis. En medio de la crisis con las patronales rurales, la dirección de ANCAP se encuentra en la disyuntiva entre mantener el déficit y subir el precio de los combustibles, presionada por la suba del petróleo y el dólar. Ancap está pagando el derrumbe de una política sistemática de negociados para los capitalistas garantizados por las administraciones frenteamplistas, que le valieron un endeudamiento de 2000 millones y perdidas de 800 millones, y se llevó puesto al vice presidente. La relación entre el gobierno y las patronales, en un cuadro de movilización de Un Solo Uruguay y de quiebras y endeudamiento generalizados, está condicionada por el precio del petróleo y el dólar, en las puertas de la campaña electoral.

En este escenario, se están generando las condiciones en un sector de la burguesía para impulsar un recambio al FA, un cambio de frente. A su manera, todos los partidos del régimen se están preparando para eso. El impulso a la coalición de la oposición patronal al FA, lanzado por Sanguinetti y retomado por Lacalle Pou intenta el reagrupamiento de los sectores capitalistas e incluso militares en crisis con el gobierno. Pero también, el nuevo armado de Valenti-Mieres-Amado que, al igual que Novick, se preparan para un gobierno débil y de coaliciones. En todo el período se manifestaron tendencias en el propio FA a prescindir de un sector para hacer frente con la derecha, que de momento no fue necesario porque los “disputistas y críticos” han demostrado estar muy soldados a la defensa del gobierno.

El proceso se encuentra abierto y está condicionado por la evolución de la crisis internacional, e incluso por la deriva del gobierno de Macri y el posible gobierno de Bolsonaro. Se trata de una etapa de transición, un proceso abierto y en disputa en el que intervienen y se realinean todas las clases sociales y sus expresiones políticas.

6. El problema de movimiento obrero es central, pues el programa del gran capital y de sus fuerzas políticas para esta etapa pasa por un ataque histórico a las conquistas, al salario, a las condiciones de trabajo, que requieren de una contención, desmovilización y derrota estratégica del movimiento obrero.

La burocracia sindical asociada al gobierno se encuentra encuadrada en las estructuras partidarias del FA. Se trata de una particularidad en el cuadro latinoamericano el protagonismo de larga data del PCU en la dirección del movimiento obrero, y a través de eso como pata central del sostenimiento del régimen político. Un problema político central para el movimiento obrero es romper política e ideológicamente con el Partido Comunista, con su estrategia de colaboración de clases y la subordinación política del movimiento obrero.

El programa del PCU y de la burocracia sindical para el movimiento obrero no se diferencia demasiado del que presentan las patronales al gobierno. Su programa para enfrentar la crisis consiste en un aumento de los subsidios a determinados sectores de la clase capitalistas y en permitir el ataque al salario en defensa de las “ganancias razonables” de los empresarios. El cuadro se completa con medidas “contracíclicas” y un control de cambios en términos netamente capitalistas, prescindiendo de la nacionalización de la banca y el comercio exterior.

Para ambos se trata de defender la “competitividad” y la “ganancia empresarial”. Pero este programa, que se apoya en utilizar las finanzas del Estado para amortiguar y apuntalar determinados sectores capitalistas, choca con el cuadro de endeudamiento crónico de la economía nacional y con la orientación actual del Frente Amplio de priorizar los intereses del capital financiero y de los grandes monopolios. ¿Que recursos se utilizarán para esta política cuando las finanzas del Estado están comprometidas en el pago a los acreedores financieros y se dilapidan de a millones en el mantenimiento del dólar?

El programa no son solo enunciados de propaganda: en la práctica, el PCU y todos los disputistas se han subordinado a la orientación económica del astorismo, votando sucesivamente las Rendiciones de Cuentas (lo cual le tocó hacer al propio Andrade) y las privatizaciones. El programa de gobierno del PCU y de la burocracia sindical es, como mucho, el de un sector de la clase capitalista golpeada por la crisis, mas no el de los trabajadores.

Un programa que defienda integralmente una política de industrialización y obras públicas, de creación de empleos y de aumento general de salarios, solo puede ser llevado adelante rompiendo con el capital financiero, suspendiendo el pago de la deuda externa, concentrando el ahorro nacional a través de una banca única nacional y del control del comercio exterior, garantizando el control obrero de la economía.

7. La candidatura de Andrade es la expresión del “ala sindical” del PCU, se trata de una contención del movimiento obrero en los marcos del FA, pero al mismo tiempo de una crisis en el PCU y su base sindical.

En términos de candidaturas presidenciales, no es una novedad la existencia de sectores minoritarios que ofician de colectoras de votos para el FA, cuyo objetivo es bloquear la ruptura por izquierda y la emigración de votos. En las elecciones pasadas, este papel lo desempeñó Constanza Moreira y el armado electoral Casa Grande, que no sobrevivió a las elecciones y que acompañó sin oposición las líneas estratégicas del gobierno de Vázquez. ¿Dónde radica lo nuevo? En que el lanzamiento de una candidatura “obrera” expresa una situación política diferente a la que respondía la candidatura de Moreira. Su utilización por parte del PCU, representa un recurso político excepcional que da cuenta del creciente protagonismo del movimiento obrero en la escena nacional y de la transición que atraviesan los sindicatos con relación al gobierno y a la burocracia oficialista. Da cuenta de una situación de crisis. Andrade impulsó la candidatura de Vázquez para las elecciones anteriores. Es parte de la reacción del Partido Comunista al cuadro político de “divorcio” entre el FA y los movimientos sociales, en palabras del dirigente del SUNCA.

En el movimiento obrero, este divorcio se expresó en la huelga docente del 2015 y su consiguiente represión, en la lucha de los ferroviarios, en la conquista de direcciones sindicales por parte de sectores ajenos al oficialismo, en los posicionamientos de FENAPES y ADEOM frente al gobierno, en el aumento de la conflictividad y los paros generales y en el impasse crítico que atraviesan los consejos de salario. En este cuadro, no hay espacio para la candidatura de Astori.

Se trata de un recurso de bisagra con el movimiento obrero y con los “movimientos sociales”, que se coloca en los discursos como el representante de los militantes que no están integrados al Estado. Su objetivo político explícito es cerrar la “grieta”, funcionando como rastrillo de votos por izquierda para Martínez o Cosse. Esta precandidatura no se coloca como una oposición a la orientación capitalista que domina el FA.

Hay que señalar que el planteo de Andrade es un callejón sin salida. Si pretendiera colocarse como una oposición a la orientación de entrega nacional y ataque a los sectores populares debería colocar su candidatura en otro cuadro, y con otro programa.

8. Por un lado, la conciencia de los trabajadores está siendo sacudida por los despidos y los cierres de empresas, por la embestida de las patronales y el gobierno contra el salario y las condiciones de trabajo. Por el otro, el principal obstáculo para el desarrollo de las potencialidades del movimiento obrero para enfrentar el ajuste y la quita de conquistas, se encuentra en la política consciente de la burocracia sindical oficialista.

Su táctica consiste en la fragmentación de los conflictos y las reivindicaciones (para lo cual se apoyan en el carácter fraccionante de la negociación colectiva en los Consejos de salario), el aislamiento y le desgaste de las luchas, y la aprobación de medidas aisladas para descomprimir, sin un plan integral para enfrentar como clase los ataques de los capitalistas y sus partidos. Denuncian que una ofensiva de las patronales, pero no dirigen una respuesta consecuente.

El oficialismo pretende embretar al movimiento obrero en el chantaje de polarizar entre el FA y Macri / Bolsonaro. La tesis de la “defensa del bloque social y político de los cambios” ha sustituido la del gobierno en disputa, ahora se trata de cerrar filas en una defensa férrea del gobierno. La formación de la Corriente Gerardo Cuesta es la expresión de esta política en el movimiento sindical. Una estrategia que busca atar al movimiento obrero al Frente Amplio, ocultando la alianza y complicidad del FA con la agenda del capital financiero y los monopolios, de la derecha y del ejército.

De otro lado, el Congreso del PIT-CNT fue el escenario de la formación de bloques no oficialistas (“En Lucha” y la “coordinación de los 8 sindicatos”). El proceso de formación de tendencias no oficialistas en el PIT CNT podría derivar en una preparación para un escenario con un gobierno derechista, a través de un “sindicalismo apolítico” como ya lo insinuó Richard Read. En este cuadro, se abre la posibilidad de un fenómeno de adaptación a la derecha de un sector de la burocracia sindical en ruptura, con una falsa autonomía, que se está despegando del agotamiento del FA, se están despegando de un proceso que fracasa y señalan la eventualidad de conciliar o “concertar” con un nuevo gobierno. La eventualidad de una evolución a la izquierda de sectores de la burocracia ha sido lo excepcional en la historia del movimiento obrero.

Por otra parte, existen tendencias de ruptura por izquierda, expresadas por ejemplo en elecciones sindicales (y también estudiantiles) en donde triunfan sectores “clasistas”. No es idéntico el “apoliticismo” de un Read con el de corrientes autonomistas, que expresan un impasse y un repudio a los partidos integrados al régimen, pero estas últimas terminan generando ambiente también para la burocracia “apolítica” si no evolucionan hacia un polo revolucionario y socialista, es decir, una política obrera independiente.

La tendencias a ruptura por izquierda también están presentes en la campaña del sindicato de FFOSE y una gran cantidad de organizaciones sindicales y sociales hacia el plebscito sobre la Ley de Riego que recogió más de 300.000 firmas a pesar de la burocracia sindical y plantándose frente a una ley que tuvo el apoyo del FA, el Partido Nacional, Colorado e independiente. Se trata de hecho político que muestra un movimiento, heterogéneo y contradictorio, que es necesario continuar desenvolviendo en otros planos.

9. El movimiento de mujeres ha sido un terreno de enormes luchas políticas. En Brasil, se desató el movimiento Elenao, es decir, el pasaje de una intervención reivindicativa de las organizaciones de mujeres hacia la transformación de un canal de reivindicación e intervención política. En Uruguay, es necesario intervenir y potenciar el movimiento de mujeres, con una perspectiva independiente del gobierno y el Estado y las variantes burguesas, con una orientación de clase. Un movimiento que debe ser esencialmente antiburocrático; como lo muestra la sanción de la burocracia sindical de AEBU contra nuestro compañero Rafael Fernández por su apoyo al paro general de mujeres el 8 de Marzo. La burocracia sindical está comprometida en la defensa de la organización social vigente.

La lucha contra los despidos, la flexibilización y la precarización laboral; por vivienda, salario igual a media canasta, coloca a las mujeres trabajadores en primera línea. Asimismo, luchas concretas como la reivindicación de jardines de infantes públicos y estatales (y también financiadas por las empresas privadas), licencias por maternidad y paternidad, que abarquen el primer año de vida, presupuestación de la legislación vinculada a derechos para la comunidad LGTBI y violencia basada en género, son mojones desde los que debemos colocar la lucha contra la base de la doble explotación y la superación del capitalismo.

Denunciamos la complicidad del FA en el proceso de ajuste que ataca las condiciones de vida de los trabajadores en general y las mujeres trabajadores en particular.

10. En la juventud se expresa también una transición política. La reciente elección de rector expresó con la asunción de Rodrigo Arim, un programa esencialmente privatista y mercantilizador que contó con un amplio apoyo estudiantil entre los sectores del Frente Amplio y la derecha nucleada en la CGU. Todos los sectores políticos patronales felicitaron y se congraciaron con el nuevo rector, mientras repudiaban y hacían campaña abierta contra los estudiantes que se manifestaron en contra de ambos candidatos defendiendo las banderas de una Universidad hacia los trabajadores. Este es precisamente el nuevo elemento de la situación política dentro de la juventud y el movimiento estudiantil: el amplio agrupamiento de los sectores clasistas e independientes de la FEUU para denunciar a ambos candidatos, que representaban los intereses lucrativos de las empresas con la educación y la política ajustadora del gobierno. Este polo es la expresión concreta –en un frente particular- del camino que persigue el PT a nivel nacional; y se opone por el vértice con la concertación formada entre las juventudes de los principales partidos de la burguesía (FA, PN, PC y PI) que cerraron filas sin fisuras “en defensa de la democracia”. Debemos dotar a la juventud de un programa político para organizarse de forma independiente y enfrentar realmente los avances derechistas y fascistas en nuestro continente. La clarificación política para la organización de la juventud es crucial, especialmente para que la acción de lucha tenga una orientación estratégica y supere los límites de la despolitización y la militancia meramente educativa. En el mismo sentido, nos permite incluir los problemas políticos de la juventud obrera y en los barrios, y problematizar la agenda política del gobierno hacia la juventud, centrada fundamentalmente en la cooptación mediante la “agenda de derechos” (ley trans, aborto, cannabis, matrimonio igualitario, etc).

La conformación de una juventud socialista y revolucionaria que sea un faro para el reagrupamiento de los jóvenes que rompen por izquierda con el FA, es la tarea inmediata que se debe dar el PT para que esa transición política no concluya en reacciones individuales y despolitizadas contra la barbarie capitalista. La futura campaña electoral debe estar al servicio de esta tarea urgente.

11. En el cuadro actual, el movimiento obrero enfrenta una disyuntiva, un cruce de caminos. Por un lado, los sectores de la burocracia sindical protagonizan una fuerte tendencia a la adaptación, que se contrapone con una tendencia a la independencia política instalada en algunos sectores del movimiento obrero. La tarea del PT es fortalecer la independencia política del movimiento obrero, para que se postule como alternativa política a los partidos patronales. En el presente, las masas se encuentran atrapadas en la iniciativa de los sectores de la burguesía. La batalla es irrumpir con un planteo político, meter la crisis del Estado explícitamente en el movimiento obrero, que ya está colocada y ejerce un rol paralizante.

El PT debe aún conquistar a la vanguardia de los trabajadores para plantear una alternativa real. La tarea del PT en esta etapa es atraer a la vanguardia y a las masas a un lucha política activa por un polo obrero y socialista. La tarea es abrir una fuerte discusión política, con vistas a crear una alternativa real por izquierda al FA que emerja de las frustraciones presentes, soldados a un proceso real y a partir de campañas concretas. La Conferencia del PT diseña un planteo político para construir una opción política, no se propone el lanzamiento de una candidatura en solitario, se trata de lanzar una iniciativa de atracción con un planteo político.

Se plantea entonces una enorme tarea de propaganda, agitación y organización llevada a los barrios, fábricas y sindicatos que prepare el terreno para un reagrupamiento político independiente y revolucionario de los luchadores y obreros más avanzados. Es necesaria una iniciativa de cara a las agrupaciones de lucha en sindicatos y centros de estudios, para discutir nuestro planteo político y votar campañas concretas.

La campaña reclama, más que nunca, una intervención estratégica del Partido de los Trabajadores.

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