Declaración internacional
Con el pretexto de que los gobiernos de Bashar al-Assad y Putin han vuelto a utilizar armas químicas contra la población civil, esta vez en Douma, un barrio próximo a Damasco, Donald Trump, la inglesa May y el francés Macron han anunciado represalias de enorme alcance destructivo contra las posiciones militares, bases aéreas e instalaciones oficiales de ambos gobiernos en territorio sirio.
El año pasado, con justificaciones similares, Trump lanzó decenas de cohetes a esos objetivos en una única operación, luego de advertir de ella a Rusia, que retiró la aviación en forma anticipada. Los grandes medios de comunicación de EEU están incitando a Trump a que “no repita el error precedente”: en su lugar, presionan a favor de una ofensiva militar y política de mayor alcance, sin exhibir el menor resquemor de que ello podría desatar una guerra internacional que envolvería a todas las grandes potencias y a los principales estados de la región.
Ni las denuncias del año pasado, ni la reciente acusación contra Rusia de haber atentado contra la vida de un agente doble con productos químicos en un poblado de Gran Bretaña, han sido comprobadas de un modo eficaz. Lo mismo está ocurriendo ahora. Estaríamos ante una provocación que pretende funcionar como pretexto para extender la guerra en Siria. Inclusive para Putin, que se vale de las masacres como método de gobierno, no se explicaría que utilice el arsenal químico en una guerra que está ganando, y cuando su contraparte norteamericana, Trump, se encuentra enfrascado en una crisis interna, debido a la oposición del Departamento de Estado y del Pentágono a su planteo de retirarse de Siria.
Queda planteada la posibilidad de que la denuncia de la utilización de armas químicas en Douma forme parte de una falsificación propagandística, o de que los acusadores hayan usado a la milicia islámica que se encontraba hasta hace poco en el control de Douma, Jaish al-Ilan, para ejecutar la masacre bacteriológica. Al día siguiente de los hechos, Israel bombardeó bases del gobierno sirio y de las milicias de Hizobollah e Irán en Siria, lo que fue interpretado como una advertencia a Trump para que no se retire militarmente de Siria. Los analistas de esta guerra, aseguran que el Estado sionista ya ha bombardeado más de cien veces el territorio vecino desde el estallido de la guerra civil. El gobierno sionista no reconoció el ataque reciente, como tampoco un gran número de los anteriores. Sus acciones, sin embargo, han sido autorizadas por su ‘enemigo’, Rusia, que controla el espacio aéreo de Siria. “Netanyahu está pegado al teléfono rojo que lo comunica con Moscu”, recuerda un matutino norteamericano. La guerra internacional en territorio sirio es innegable: intervienen con sus ejércitos o milicias: EEUU, Rusia, Gran Bretaña, Francia, Turquía, Irán, Israel, así como Arabia Saudita, Qatar y Egipto, por medio de milicias interpuestas.
Mientras ocurren estos crímenes de guerra, la gran prensa de estos países siguen promoviendo ante la opinión pública la ‘vocación pacifista’ del imperialismo y los poderes reaccionarios en presencia. La masacre de población civil se estima entre 350 mil y medio millón de personas, y los refugiados en varios millones.
Trump propone retirar tropas norteamericanas del terreno, para impulsar una guerra más amplia por medio de agentes locales – como ha venido haciendo en Afganistán e Irak, por ejemplo. Con la memoria de la derrota en Vietnam, entre 1968 y 1974, no quiere ver el retorno de los ataúdes a los Estados Unidos. Es probable que el magnate de la misoginia autorice la ocupación de todo el norte de Siria por parte de Turquía, para que el ejército de este país oficie de gurka del imperialismo contra la presencia de Rusia. Putin hace lo mismo, como que ha autorizado a la aviación de Turquía a bombardear la región y proceder a ocupar la ciudad de Afrin, de mayoría kurda. Los enfrentamientos militares se combinan con los intestinos de cada bloque, en una carnicería infernal contra los pueblos. La guerra le ha dado a Israel un derecho de supervisión e injerencia ‘de facto’, que será usado para expulsar por completo a los palestinos de su territorio histórico. El sionismo se ha lanzado a la aventura de un ‘gran Israel’, como opresor de primer orden de un océano de pueblos árabes circundantes, y por lo tanto a guerras y sufrimientos sin paralelo.
Esta guerra envuelve al mundo entero. Si se imponen los Trump. May, Macron o Merkel, se fortalecerá la precariedad laboral y social del proletariado de EEUU y Europa, o sea la miseria sin fin. Putin y los ayatollas, castas capitalistas reaccionarias y opresoras, saben que no tienen ninguna posibilidad de victoria frente al imperialismo mundial; por eso buscan un ‘arreglo’ imposible con el imperialismo – como lo demuestran los repetidos intentos en Siria y demás países en guerra, y todos los intentos similares en Ucrania y en los territorios musulmanes en disputa de la ex Unión Soviética.
Llamamos, por todo esto, a las clases obreras de los países imperialistas y a todos los pueblos oprimidos a unir fuerzas y esfuerzos para una acción internacional contra el imperialismo y para derrotar las guerras imperialistas y reaccionarias mediante la revolución social.
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