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Clasismo o colaboración de clases

El Congreso del PIT-CNT dejó planteado un debate en torno a la “independencia de clase”. La mayoría, constituida por un bloque entre “Articulación” y el PCU, se declara abiertamente oficialista, sosteniendo que el gobierno y el movimiento obrero forman parte “de un mismo bloque social”. El documento mayoritario define al Frente Amplio como “la unión compleja y contradictoria de los intereses de los trabajadores, las capas medias más o menos tradicionales y de sectores del pequeño y mediano capital de la ciudad y el campo”, negándose a caracterizar la política del gobierno, cuyos ejes son el pago de la deuda externa y de la deuda interna con los grandes capitalistas, es decir, el sometimiento a los banqueros -que según la definición no estarían representados en el Frente Amplio por ningún partido. Se oculta así la defensa de los intereses de los grandes capitales y multinacionales, expresado en la política hacia el agro (sojeros, forestación, latifundios) y la industria en los últimos quince años, bajo gobiernos del Frente Amplio.

Encima el documento sostiene el artilugio de que las contradicciones internas de este bloque se agudizan con la lucha del movimiento obrero… “pero también aumentan las posibilidades de superar” dichas contradicciones. En otras palabras, el Frente Amplio representaría un pacto irrompible entre la clase obrera y sus explotadores.

Oposiciones

Frente a esta posición, se presentaron otros documentos -planteando la oposición a la caracterización del gobierno como parte de “un mismo bloque social y político” con los trabajadores. El documento de COFE (Confederación de funcionarios del Estado) hace énfasis en la crisis capitalista y en el ataque a los trabajadores para descargar sobre ellos las consecuencias de esa crisis, y critica a “los gobiernos progresistas del Cono Sur que, en el marco de la conciliación de clases, profundizaron el proyecto del capital”. El “llamado ‘bloque de los cambios’ incluye sectores que defienden los intereses del capital y que han predominado en la conducción económica del país. Quiere decir que rechazar la ‘restauración conservadora’ no implica, como contrapartida, el apoyo irrestricto al llamado ‘bloque político social de los cambios’, como si fuera una fuerza homogénea cuyo objetivo es defender los intereses de los trabajadores”. El planteo del sindicato estatal no va a fondo y no plantea romper con el gobierno y con el Frente Amplio, a los cuales no habría que dar “apoyo irrestricto” (¿pero sí “con restricciones”? ¿apoyo “crítico”?), y alerta contra la “restauración conservadora” lo que parece inclinarlo por mantener el “mal menor”.

Una postura de apoyo “crítico” al supuesto “mal menor” anula la posibilidad de que los trabajadores se constituyan en alternativa política, o para decirlo en el lenguaje rebuscado de la dirección del PIT-CNT, que lideren su propio “bloque social y político” a la cabeza de la lucha del conjunto de los explotados. Y sobre todo anula colocar la perspectiva estratégica de su propio gobierno, el poder de los trabajadores, en oposición a las variantes burguesas “conservadoras” o “progresistas”.

¿Independencia política?

Tras el Congreso, se ha constituido la corriente “En Lucha” -integrada por COFE y ADEOM, entre otros, pero también por el sindicato de la bebida (FOEB), cuyo dirigente Richard Read ha actuado como vocero de la nueva orientación sindical. Los planteos de Read son, para decirlo con moderación, como mínimo contradictorios con el documento de COFE. Bien leídos, son abiertamente contrapuestos.

El dirigente de FOEB también habla de clasismo y de independencia de clase, pero su planteamiento estratégico apunta a una forma aún más aguda de colaboración de clases. Vayamos por partes.

Read ha declarado: “Me parece que está mal y se hace un desvío ideológico importante si se llama desde el PIT-CNT a que los trabajadores voten al Frente Amplio o a cualquier partido” (Teledoce, 14/6). La afirmación podría tomarse como una autocrítica, si recordamos que el dirigente de la FOEB encabezó junto a otros dirigentes sindicales de “Articulación” (como Fernando Gambera y Gustavo Pérez de AEBU, o el actual presidente del PIT-CNT Fernando Pereira) una campaña a favor de la presidencia de Astori en 2009, e incluso convocó a una manifestación a favor del ex ministro de Economía Fernando Lorenzo. Read no plantea una ruptura con el Frente Amplio, con el que por otra parte es notorio sigue identificado. Su planteo reduce la independencia política a la autonomía sindical o incluso al apoliticismo. Ante todo niega que el movimiento obrero pueda tener su propia expresión política, independiente de los partidos que defienden al capital.

Para agregar más confusión, Read rechaza que el movimiento sindical sea “de izquierda”: “El movimiento sindical es clasista, no es de izquierda ni de derecha”. Esta definición del “clasismo”, que no sería “ni de izquierda ni de derecha”, equivale a que el movimiento obrero se limite a la labor reivindicativa en el marco capitalista, sin pugnar por terminar con la explotación del hombre por el hombre -como proclama el propio Estatuto fundacional de la CNT. Es el viejo planteo del sindicalismo compatible con la dominación de la burguesía, que conduce a la burocratización del movimiento obrero y a la colaboración de clases. Por el contrario, el clasismo pugna por fusionar al movimiento obrero con la izquierda revolucionaria, es decir, con la lucha por el poder para la clase obrera, y para la superación del capitalismo. La Declaración de Principios de la CNT proclamaba que la clase obrera debía dirigir los destinos de la nación, lo que sólo podría hacer bajo un gobierno de trabajadores. Un planteo de izquierda, anti-capitalista y además socialista.

Concertación”

Read impulsa abiertamente acuerdos multipartidarios e intersociales, con participación de todas las clases sociales y de todos los partidos, en “el espíritu que tuvo la Conapro al final de la dictadura”. La “Concertación Nacional Programática” fue un acuerdo de colorados, blancos y frenteamplistas, en torno a políticas a llevar adelante por el gobierno que resultara electo en 1984. En la Conapro se acordó el pago de la deuda externa, la garantía estatal a los depósitos en dólares en la banca local, la subordinación del salario a la evolución de la economía, y la restauración del CONAE (órgano rector de la educación establecido en la Ley Sanguinetti de 1973) con otro nombre: CODICEN. El Frente Amplio pactaba así la continuidad de la dominación de la banca internacional, y abandonaba el planteo de autonomía y cogobierno en la enseñanza pública.

El propio Read pone como ejemplo de esta política de concertación su incorporación al grupo Eduy21, acuerdo multipartidario que proclama la necesidad de una reforma educativa, y que está integrado y apoyado por representantes de la derecha y del astorismo. Y que recoge el repudio expreso de todos los sindicatos de la educación. El eje de las corrientes que apoyan a Eduy21 es terminar de liquidar la autonomía de la enseñanza, y el ataque a los sindicatos docentes (y su participación en los órganos de conducción de la ANEP, que es más bien simbólica o decorativa). El discurso derechista es que la educación está siendo conducida por los sindicatos, y reclama que sea el Ministerio de Educación el que dirija a los organismos de enseñanza pública. Paralelamente, reclaman mayor “autonomía” para los centros educativos, o más precisamente más poder para sus Directores. Es una continuidad con los planteos de la reforma de Rama de los años ’90, que enfrentó la lucha docente y estudiantil (pese a que buena parte de los dirigentes sindicales y de la cúpula del Frente Amplio lo apoyaron).

El dirigente de la FOEB plantea constituir “en el espíritu de la Conapro” un EmpleoUy21, para “discutir entre todos, Partidos, empresarios, trabajadores, académicos, el futuro del empleo”. Propone dejar estos acuerdos para 2019, “Sin la presión del ajuste salarial. Sin tener que provocar un resultado inmediato”. En otras palabras, cuando no nos divida la pugna entre la rebaja o la recuperación salarial, nos uniremos en un abrazo para generar empleo. Un planteamiento que anuncia por supuesto que no habrá ninguna lucha a fondo por el salario. El diagnóstico de Read es que “Estamos ante un desarrollo de trabajadores en sectores de punta de la economía con mucho estudio y gente que se nos queda rezagada, eso nos obliga a pensar en un desarrollo inclusivo”. La caracterización es que el avance tecnológico está dejando sectores sin empleo, con lo cual apunta a la “reconversión” de los trabajadores que por carecer de formación quedarían “obsoletos”.

¿Cuál orientación?

El agrupamiento “En Lucha” se define como una nueva orientación sindical, pero no se basa en un acuerdo de principios, sino en la confusión entre -por lo menos- dos orientaciones.

Tomemos por ejemplo el empleo. En oposición al planteo de Read, que explica el aumento del desempleo por los avances tecnológicos, el documento de COFE afirma que “Los bajos salarios, el desempleo, la segmentación social y la exclusión son producto de una desigualdad estructural que se profundiza con las políticas de liberalización de los mercados”. “El proceso de profundización capitalista en nuestro continente continúa buscando: reducir al mínimo las fronteras y las regulaciones económicas a través de Tratados de Libre Comercio y de Protección de Inversiones cada vez más invasivos y lesivos para la soberanía nacional; aplicar políticas de ajuste para bajar los costos del Estado y de la mano de obra con políticas restrictivas de diverso tipo”. En torno a estos TLC vaya que existe una “Concertación Nacional Programática”, entre el Frente Amplio y toda la derecha!

El planteo de Read niega la crisis capitalista, coloca la fantasía de un proceso de avance tecnológico que liquida el empleo tradicional y por lo tanto habría que ver cómo los futuros desempleados van a rebuscarse, y cómo “capacitarlos” para “incluirlos” (¿en dónde?). Es una caracterización totalmente ideológica (interesada) que nos quieren vender los propios capitalistas. Los obsoletos son ellos, no los trabajadores. El obstáculo para el desarrollo económico y el pleno empleo es el capital, no la escasa formación de la fuerza de trabajo. Lo que se necesita es la expropiación de los recursos naturales (¡tierra!) acaparados por un puñado de grandes empresas y multinacionales, la expropiación de los bancos y la gran industria, y el no pago de la deuda externa, como inicio de un proceso de reorganización económica y social sobre nuevas bases sociales. El planteo de Read da por supuesto que las bases sociales -capitalistas- nunca se van a transformar, y por ello la clase obrera está condenada a negociar y transar con sus explotadores: “concertar”.

América Latina

El documento de COFE es muy enfático al analizar el ascenso de Trump en EE.UU., y los golpes y recambios políticos que viene impulsando el imperialismo yanqui en América Latina, su patio trasero. Evidentemente este proceso político está conectado con la necesidad de llevar adelante una guerra (no sólo comercial) con sus competidores en el mercado mundial, en particular con China pero también con la UE. El establecimiento de gobiernos derechistas, muchas veces a través de golpes de Estado más o menos disfrazados, otras veces a través de elecciones, está asociado a un ataque en regla contra el movimiento obrero: reformas laborales, privatización y reforma de la seguridad social, rebaja salarial, privatización de la enseñanza y la salud. El contexto que analiza COFE es de agudización de la lucha de clases, o más precisamente una guerra de los capitalistas contra la clase obrera. La respuesta de los trabajadores no se ha hecho esperar, y la capacidad de los nuevos gobiernos derechistas para triunfar en esta guerra está por lo menos cuestionada. Macri y Temer están en la picota, y los rescates del FMI se parecen más bien a una piedra atada al cuello del náufrago.

La ofensiva antiobrera incluye obviamente a los gobiernos “progres”, como se puede ver en Nicaragua donde el matrimonio presidencial descarga la crisis sobre los trabajadores con una virulencia y represión que empalicede a muchos gobiernos derechistas. Este tipo de gobiernos, ¿es el mal menor?

El planteo de Read, que apunta a acuerdos con las patronales y los partidos políticos (centro-izquierdistas y derechistas), no tiene contacto con la realidad. Si el escenario es el que describe COFE, llamar a la “concertación” con las patronales y con todos los partidos equivale a desarmar políticamente a los trabajadores, conducirlos con los ojos cerrados a una derrota mayúscula. Con independencia de los intentos de Read, no vamos a un gran “pacto social” en torno a empleo, educación y seguridad, sino a una agudización de la “guerra de clases”.

Si el documento de COFE alertaba sobre el riesgo de una “restauración conservadora”, Read fantasea con la posibilidad de un gran acuerdo entre los progresistas sometidos a la banca y los conservadores que defienden a los terratenientes y exportadores (y también están sometidos a la banca), y además… ¡que este acuerdo no tenga por víctima a los propios trabajadores! El proceso político latinoamericano muestra que, sea a través de gobiernos “bolivarianos” (Nicaragua) y relevos en el seno del “progresismo” (Ecuador) como a través de triunfos “conservadores” (Argentina) o directamente mediante golpes de Estado (Brasil), la burguesía apela a recortar conquistas y descargar la crisis sobre la clase obrera.

Conciliación o independencia de clase

El documento de COFE afirma que el Frente Amplio gobernó en el marco de la “conciliación de clases”, es decir, lo responsabiliza por no haber atacado a los capitalistas y a la derecha. Nosotros decimos que el propio FA es un frente de colaboración de clases, que subordina a la case obrera a los intereses de la burguesía, estrategia que impide a los trabajadores plantear la lucha por su propio gobierno. El planteo de Read de realizar acuerdos multipartidarios en todo caso es una crítica al FA desde el extremo opuesto: quiere MÁS acuerdos con los capitalistas y la derecha, no menos. Es un planteo de colaboración de clases incluso más acabado que el de la propia mayoría del PIT-CNT, en tanto en un contexto internacional de guerra contra las conquistas obreras plantea una nueva “Concertación” con los capitalistas. Un planteo inviable, que desarma a la clase obrera.

El documento de COFE sostiene que la crisis “genera condiciones objetivas para la agudización de la lucha de clases, pero no existen condiciones subjetivas tales como conciencia, organización y dirección para poner en cuestión el dominio del capital”. ¡“Las condiciones también se crean”! Para la creación de conciencia y de una dirección que “ponga en cuestión el dominio del capital”, es necesario dar la espalda a la estrategia de “concertación nacional”, más que nunca en la etapa que hay que enfrentar los ataques capitalistas -provengan del falso ‘progresismo’ o de la derecha.

En el movimiento sindical está abierto el debate sobre qué hacer en las próximas elecciones. La posición oficialista es clara: van a votar y hacer campaña por el Frente Amplio, con independencia incluso de quién sea su candidato, lo declaran un matrimonio sin derecho a divorcio. La posición de Read parece ser: voy a negociar con cualquier gobierno que esté, no soy de izquierda ni de derecha, y en todo caso voy a trabajar para un gran acuerdo multipartidario. COFE coloca un planteo que podría conducir a un apoyo “crítico” al progresismo al que declara representante de intereses capitalistas -no de la clase obrera. ¿Los trabajadores no van a tener representación política? ¿Los dirigentes sindicales que critican al gobierno y a la mayoría sindical van a limitarse a elegir el menor de dos males?

ADEOM y Daniel Martínez

Vqleria Ripoll – Dirigente de Adeom

La lucha de ADEOM, otro sindicato que integra la orientación “En Lucha”, coloca una confrontación una vez más con el Frente Amplio, y recibe el ataque multipartidario… ¡en ese aspecto vaya que hay “Concertación Nacional”!

La actual presidenta del sindicato formó parte de una lista que intentó recomponer las relaciones con Daniel Martínez, pero la realidad demostró que esto es imposible. El precandidato frenteamplista ha volado sistemáticamente todos los puentes, provocando una inmensa crisis en la lista mayoritaria, que dominaba el PCU. Como le gustaba decir a Rodney Arismendi, “la vida misma” ha comprobado en la práctica la inviabilidad de armonizar las demandas de los trabajadores con el apoyo al gobierno frenteamplista.

La última asamblea de ADEOM aprobó una resolución en forma casi unánime que declara: “La política del gobierno de Martínez, al igual que el nacional, no defiende a los intereses de los trabajadores, no forma parte del ‘bloque social y político’ de los cambios que los trabajadores precisamos para enfrentar la descarga de la crisis capitalista sobre nuestras condiciones de vida, por el contrario es su facilitador, un peón de los bancos y el capital”. También reclamó el “pronunciamiento del PIT-CNT y de todos los sindicatos que lo integran, de rechazo a las manifestaciones públicas del intendente Martínez y a su política de privatización, precarización laboral y desconocimiento de las demandas de los trabajadores municipales y de los derechos sindicales más elementales de todo el movimiento obrero”.

La lucha de ADEOM, como la de los trabajadores de la educación, y del movimiento obrero en general, es apenas un anticipo de las batallas que vendrán en el contexto de una crisis capitalista que prepara grandes confrontaciones entre las clases. Para esa etapa de lucha debemos prepararnos con claridad. Los bloques que se forman sobre la base de la confusión y el ocultamiento de las diferencias, no preparan a los trabajadores sino que los desarman políticamente.

Es necesario profundizar el debate, en la perspectiva de poner en pie una alternativa política de los trabajadores, y de postular candidatos propios e independientes en oposición al Frente Amplio y a la derecha -que son dos variantes de la ofensiva capitalista. Por supuesto que a la clase obrera “no le es indiferente” quien está en el gobierno: sus reivindicaciones e incluso el mantenimiento de sus conquistas actuales está ligada a la lucha por un gobierno de trabajadores, no a elegir el menor de dos males.

Rafael Fernández

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