Rafael Fernández
Hace un año, el editorial de Tribuna estaba titulado: “Pasar del ‘desengaño’ a la oposición”.
La frase refería a un fenómeno del que todo el mundo hablaba, el creciente desencanto del electorado frenteamplista, la creciente disconformidad de los activistas con el gobierno y la cúpula del FA, que sin embargo se manifestaba todavía en forma pasiva, ‘por la negativa’.
Jorge Zabalza afirmaba que “los desengañados crecen” pero “no encuentran respuesta ni adentro ni afuera del Frente Amplio”.
En un año mucho ha cambiado. Está claro que estamos en un momento de transición en la conciencia de la clase obrera.
La manifestación más palpable son las recientes elecciones sindicales en diversos gremios, que tiene su expresión más visible en el sindicato municipal. Pero no son sólo elecciones, hay un proceso creciente de movilización –en esos y en otros gremios donde aún no se ha producido un cambio de dirección. La lucha de los trabajadores de tránsito de la Intendencia, los paros de maestras y profesores reclamando un salario mínimo de media canasta familiar ($ 25.000) en oposición a las burocracias de FUM y FENAPES, la reciente votación de la huelga en ADES Montevideo a partir del 20 de junio, nuevas movilizaciones masivas contra Aratirí, la protesta y ‘ocupación’ de la SCJ contra el traslado de la jueza Mota así como las marchas contra la impunidad, son otras tantas expresiones de esa tendencia a pasar a la oposición al gobierno, aunque esta tendencia sea todavía embrionaria. Y esta tendencia puede desenvolverse y alcanzar un pleno desarrollo consciente, como oposición política de carácter socialista al gobierno, o puede abortar si no median cuidados mínimos para ello.
En el caso de ADEOM, la elección coincide temporalmente con el inicio de la huelga de tránsito. La prensa atribuye el hecho al ‘regreso de los radicales’, pero la realidad es más rica. En las asambleas de base de ese sector, diversos compañeros que votan a la lista 2011 (frenteamplista) estuvieron entre los que mocionaron y luego defendieron el paro.
Seguramente si la conducción hubiera estado en manos de la 2011, sus dirigentes hubieran operado para intentar desactivar la lucha, postergarla o mediatizarla en función de conversaciones eternas (e infructuosas, como había pasado hasta ahora) con Ana Olivera. O sea que esta lucha en parte surge de factores bien anteriores al cambio de dirección, y en parte fue facilitada por ese cambio. Pero a su vez la caída de la 2011 de 9 a 6 cargos, y el ascenso de las listas no frenteamplistas, se explica precisamente por el agotamiento de la política de “no hacer olas al gobierno compañero”, que está igualmente expresado en el estallido de la huelga de tránsito.
Hace dos años, la 2011 había triunfado sobre la base de la derrota del gremio. Derrota cimentada en los decretazos de servicios esenciales de Mujica y Olivera, la utilización del ejército para levantar la basura, y la aplicación de sanciones antisindicales; y luego por la sustitución de la asamblea general por un plebiscito à la Sanguinetti para imponer la aprobación del nuevo convenio.
Luego de dos años de dominio absoluto de los amigos de Ana Olivera, el gremio hizo un balance, se recuperó parcialmente su estado de ánimo, y se expresó en forma lapidaria en las nuevas elecciones.
En el caso de ADES Montevideo, el cambio que se ha operado en el sindicato no es menos dramático que en ADEOM. Hace apenas unos meses, la prensa se hacía eco del esfuerzo de militantes frenteamplistas por retomar el control de las asambleas (que elpropio FA se ha encargado de vaciar), intento frustrado porque la bronca con el gobierno y el desastroso estado de la enseñanza no es exclusivo de los ‘radicales’ –sino de toda la base docente. A partir de allí se lanzó la iniciativa de juntar firmas para reformar los Estatutos de ADES, de manera de intentar retomar el control del sindicato, que se les iba de las manos.
Hoy se produce un hecho histórico: el Frente Amplio pierde el control del sindicato por primera vez, y el retroceso de la lista oficialista se produce en beneficio de la lista más combativa.
Las elecciones en otros sindicatos (Afcasmu, Soofrica, antes la UTHC) también manifiestan, con diversas particularidades, el mismo fenómeno general.
Los trabajadores están pasando, entonces, a la oposición.
Pero esa oposición es parcial, en tanto no se expresa como alternativa política, de poder. Si sólo se manifiesta en el terreno sindical, a través de las luchas parciales y reivindicativas, la oposición todavía no se plantea como consciente de sí misma ni de sus objetivos estratégicos.
El primer paso es hacer consciente lo que se da en forma todavía (más o menos) inconsciente, elemental o semi-espontánea. Esa es la labor fundamental en esta etapa, desde el punto de vista político.
No contribuye a esta evolución la repetitiva prédica que hacen algunos grupos (el 26M en particular), afirmando que “no se puede cambiar” los sindicatosni al PIT-CNT, que hay que abandonar la lucha por recuperarlos para construir sindicatos nuevos, supuestamente puros, y totalmente minoritarios.
El proceso vivo de la lucha de clases los está desmintiendo, pero ellos siguen con su pregón desmoralizador. Esto en lugar de ayudar a que la clase obrera sea consciente de sus propias fuerzas y potencialidades, contribuye a generar un bajón entre algunos activistas de izquierda que, hastiados del FA y la burocracia sindical oficialista, terminan auto-exiliándose del movimiento obrero. A esos activistas hay que mostrarles por el contrario una perspectiva de lucha concreta, no sólo de queja, para recuperar los sindicatos y el propio PITCNT, y construir una alternativa política de los trabajadores, de carácter socialista. No un nuevo y reducido “Frente- Amplito” con un programa “policlasista”, que reproduzca la estrategia de alianza con la burguesía progresista típica del estalinismo, sino una auténtica alternativa socialista –es decir, que luche por un gobierno de trabajadores.
Los avances clasistas en diversos sindicatos plantean la oportunidad de convocar a una asamblea o encuentro sindical clasista, para debatir una campaña en común para recuperar más sindicatos y al PIT-CNT para una política de estrategia de clase, y para impulsar un plan de lucha contra la carestía y la miseria salarial. Una iniciativa que engloba naturalmente a los militantes y dirigentes que conformaron la lista 41 en el congreso del PIT-CNT –aunque este agrupamiento se encuentra en un impasse y se ha desdibujado últimamente– pero que debe abarcar a más sectores y militantes que día a día dan la lucha por recuperar a los sindicatos como herramienta de los trabajadores, desalojando a la dirección burocrática y oficialista.
La construcción de una oposición sindical clasista es inseparable, para el PT, de la construcción de una alternativa política de los trabajadores, una oposición socialista al gobierno capitalista del FA y a la derecha blanqui-colorada. La intervención en las elecciones de 2013 debe estar al servicio de constituir esta alternativa de izquierda, elevando a los militantes sindicales a tribunos políticos, socialistas, que puedan utilizar la tribuna electoral y eventualmente la parlamentaria como caja de resonancia.
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