Argentina: Derecho al aborto, una victoria histórica que abre nuevos surcos

Las conquistas o reclamos populares suelen arrancarse de un modo tortuoso y hasta contradictorio. La conquista del derecho al aborto es el fruto de una lucha de cuatro de décadas de la mujer, con el apoyo del movimiento obrero combativo. La conquista de la legalidad del aborto, con todas las limitaciones que ha impuesto el gobierno del FdT y de sus compinches de la oposición, en la madrugada de este miércoles 30, es inseparable de la nueva transición política, inaugurada en forma conjunta por el agotamiento del anterior gobierno K y por el derrumbe veloz de la tentativa macrista, o sea de una crisis de régimen político, en el marco de una lucha popular incesante. La victoria de las mujeres de Argentina abre un fuerte horizonte revolucionario a la mujer de América Latina.

La “ola verde” integra al ciclo de movilizaciones que acompañaron al ascenso y al colapso político del macrismo – su bancarrota económica y financiera. Esa saga estuvo integrada por las ocupaciones de fábricas de 2017, la gigantesca -absolutamente gigantesca- movilización contra el 2×1 a los genocidas; la rebelión diurna y nocturna del 18 de diciembre contra la reforma previsional y, finalmente, las jornadas por el aborto legal.

A comienzos de 2018, ya acosado por los cimbronazos financieros y por la reacción popular, el macrismo echó mano de la cuestión del aborto, sin medir el alcance de su maniobra, ni tampoco sus contradicciones. Los pañuelazos, cada vez más masivos y recurrentes, aceleraron su tratamiento parlamentario. Una verdadera rebelión de las mujeres recorría al sistema educativo, e incluso en los colegios confesionales los uniformes comenzaban a adornarse de pañuelos verdes. La cuestión del aborto penetró en las fábricas y en las organizaciones obreras, en sus debates y controversias. La reivindicación ganó también a las barriadas. Argentina asistió a un levantamiento no declarado contra uno de los grandes bastiones del orden social dominante, la Iglesia Vaticana y las corporaciones religiosas, en especial las evangélicas.

Las movilizaciones que tuvieron lugar frente al Congreso tampoco registraron antecedentes. Al votar contra el aborto legal en 2018, el Senado reveló la catadura reaccionaria de las camarillas históricas de los partidos capitalistas de Argentina. Pero el régimen opresor y clerical había recibido una herida furibunda, alcanzando a su propia base popular. Quienes hoy formamos el PO (Tendencia) caracterizamos a ese golpe como “definitivo” – contra quienes, entre ellos los apóstoles del aparato partidario, se apresuraron a anunciar la “derrota” del movimiento por el aborto legal. Ea un argumento más que sumaba a la tesis del “planchazo” popular mundial, para justificar la política de la rutina electoral.

Los Fernández y el aborto

En un reportaje reciente, Alberto Fernández se jactó de impulsar el aborto legal como “promesa de campaña” – una “promesa de campaña” que no hubiera existido sin aquella movilización inmensa. El aborto legal es una concesión -tal vez la única- del gobierno FF al movimiento de luchas que precedió al derrumbe del macrismo. El mismo día en que el Senado votaba el aborto legal, el gobierno le asestaba un nuevo zarpazo a la movilidad de los haberes jubilatorios, y también en ese día el sindicalismo de las empresas exportadoras imponía su reivindicación de salario mínimo, 90 mil pesos, igual al costo de la canasta familiar. La maniobra de un gobierno en crisis fue el resultado, primero, de la ola verde, e históricamente de una acción consecuente de años y décadas del puñado de compañeras que, en conexión con el socialismo y con la izquierda, batallaron por el aborto legal.

El carácter manipulador y reaccionario de la aproximación oficial al aborto legal se aprecia en las modificaciones introducidas al proyecto original, en primer lugar, la objeción de conciencia personal e institucional, que legaliza la coacción de las instituciones privadas y clericales sobre sus profesionales. La reglamentación de la ley restringirá, a su vez, las posibilidades de aborto, luego de la semana catorce, aunque se encuentre amenazada la salud de la mujer. En el hospital materno infantil de Salta -ver en esta misma web- el 95% de los médicos se han declarado “objetores”, lo que constituye un baldón al derecho al aborto legal en esa provincia.

Senado

En efecto, el Senado de la Nación, el gobierno abrió la puerta para nuevas y graves concesiones al clero y la reacción política. El rionegrino Wretilneck y senadores del macrismo justificaron su voto favorable en nombre de la reglamentación futura de la ley, con la promesa de que eliminará la interrupción con una gestación superior de 14 semanas por razones de “salud integral”. En este caso, se eliminaría el concepto de “integral”, que alude a la salud psíquica de la mujer que lleva un embarazo no deseado – una cuestión decisiva.

En el debate del Senado abundaron las alusiones a “una nueva realidad” o “un reclamo del electorado”. El ala “pro-abortista” del kirchnerismo recurrió al argumento de que la ley “no obliga a nadie a abortar” – que sólo provee “los instrumentos legales a quien decida hacerlo”. Pero además se necesitan ´los instrumentos´ de salud pública, que es una obligación del Estado, y cuya falta o ausencia podría reducir a la nada el ´instrumento legal´.Todo apunta a convertir al aborto legal en un nicho reservado a (ciertos) hospitales públicos, rodeado de trabas para su concreción.

El derecho, bajo la sociedad capitalista, está siempre condicionado al poder político de la clase dominante. Mientras se discutía el aborto, la mismísima Cristina Kirchner y las principales cúpulas sindicales salían a pregonar una ´reforma del sistema de salud´, dirigida a recortar las prestaciones básicas y reforzar la subordinación del sistema público y de obras sociales, desfinanciados, a la salud privada. La interrupción legal del embarazo, ¿ingresará en el nuevo PMO? ¿Qué dirá la ´reglamentación´?

Finalmente, la hostilidad del poder político al aborto legal se puso de manifiesto en la exposición final de José Mayans, nada menos que el jefe de bloque oficialista. Mayans destacó que el aborto legal es contradictorio con “la vida desde la concepción”, según su interpretación de la Constitución nacional y el Código Civil. Con ello declaró abierto un período de impugnaciones judiciales, que siempre han sido acompañadas de movilizaciones fascistoides. La cláusula que invoca Mayans fue introducida por la reforma constitucional ´progresista´ de 1994, un producto incestuoso del ´pacto de Olivos´ entre Menem y Alfonsín. Una de las reformadoras fue Cristina Fernández de Kirchner, acompañada de Zaffaroni. La sanción del aborto legal es un clavo molesto incrustado en la coalición ´nacional y popular´. Por eso, el movimiento popular tiene una enorme lucha por delante para hacer valer al aborto legal de un modo efectivo. Esa lucha volverá a enfrentarlo con los partidos que ayer votaron forzados esta ley.

F y F sueñan con serpientes

Pero la especulación de que la sanción del aborto legal podría aportarle un respiro al gobierno acosado por el derrumbe social, la pandemia y el hipotecamiento económico, no duró siquiera la noche misma del Senado. Como le ocurrió al torturado poema de Silvio Rodriguez, “Sueño con serpientes” – “la mato y aparece una mayor”.

En esa misma tarde, una virtual huelga general de 20 días en el cordón agroindustrial de Santa Fe -el corazón económico del país- arrancaba un salario igual a la canasta familiar, junto con otras reivindicaciones. Detrás de ellos, los portuarios, marítimos y otros gremios de la zona avanzan ahora por las mismas conquistas. Es un golpe concreto al acuerdo que el gobierno quiere firmar con el FMI, y una lección de cómo se lucha contra el FMI – por medio de la lucha de clases, no del palabrerío nacionalista; por medio de la acción directa, no de los discursos parlamentarios.

Los pañuelazos integran una lucha de alcance histórico de los obreros y trabajadores de Argentina y de la mujer y del movimiento obrero internacional. Con esta comprensión, hemos participado de la movilización y la vigilia que, entre el 29 y el 30, concentró a miles de compañeras y compañeros frente al congreso nacional.

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Author: Marcelo Ramal