Aporte del Partido de los Trabajadores – Conferencia Internacional

1 El triunfo de Trump, de un lado, y el Brexit, del otro, expresan un salto en la crisis mundial. Ponen en el tope la agudización de la guerra comercial, aflora una crisis de régimen político en Estados Unidos y señala un principio de ruptura de alianzas internacionales. Todo esto ocurre en un cuadro de desequilibrios políticos de conjunto y de multiplicación de guerras imperialista localizadas, pero de alcance internacional.

Guerra y restauración capitalista

2 La cuestión de la guerra, en la actualidad, como consecuencia de la crisis mundial y la lucha por la redistribución de mercados, se encuentra ligada a la etapa abierta por la disolución de la URSS y la restauración capitalista en desarrollo en Rusia y China. La unidad de Alemania, luego de la caída del muro de Berlín, precipitó la desintegración de Yugoslavia y la guerra en los Balcanes, por un lado faccional, por el otro de re-colonización imperialista.

El gobierno ruso (Yeltsin) advirtió el alcance de esta guerra, pero fue incapaz de enfrentarla porque se había transformado en una sucursal del capital financiero y del gobierno de Clinton. La crisis económica descomunal en Rusia, en 1997, que amenaza con la disolución nacional de Rusia, y la guerra de Chechenia, alimentada por el Pentágono, obligan a los servicios rusos a tomar el poder – (Putin). La recuperación del aparato estatal no impide, sin embargo, que el imperialismo imponga el pasaje de Ucrania al campo imperialista, que es respondida por una secesión en el este y la ocupación de Crimea por parte de Rusia.

Por su parte, se desarrolla la restauración del capital en China y su gigantesca integración al mercado mundial, incluida la integración a la OMC, en el marco de una política de seguridad que articula a EEUU, Japón, Corea y Taiwán. Es decir, la penetración del capital financiero incluye el reforzamiento del cerco militar.

Un conflicto mundial nuevo

3- En el marco de esta crisis internacional, estalla la bancarrota mundial de 2007/8, que sigue al defol ruso de 1997, la crisis de los tigres asiáticos, la quiebra de Argentina, las quiebras de las “punto com” y el derrumbe bursátil norteamericano de octubre de 1987. El Brexit y el triunfo de Trump son una expresión política ulterior de este estallido. En otro plano, esta bancarrota precipita las revoluciones árabes que ponen en quiebra regímenes nacionales y populares -y otros que no lo eran. Los levantamientos y guerras en europea del este, de una parte, y la derrota de las revoluciones árabes, de la otra, crean el terreno propicio para un nuevo salto en el asalto imperialista al Medio Oriente, luego de las invasiones a Afganistán y a la ocupación de Irak. La guerra en Libia puso de manifiesto la rapiña por los mercados, cuando quedaron afuera del reparto Rusia y China, que habían apoyado la destrucción del régimen de Khadaffi.

Esto explica el giro de estos dos estados ante la intervención de la Otan en Siria, por vía interpuesta y por vía directa, y la estructuración de una alianza con Iran. El éxito de la intervención de Rusia inicia una crisis en el seno de la Otan, por un lado entre EEUU y la UE, y por otro lado con Turquía. Con el ascenso de Trump se insinúa un acuerdo ‘sui generis’ entre EEUU y Rusia, que es saludado por el sionismo, esto en la medida en que permita una alianza de Israel y el bloque árabe que integran Arabia Saudita y Egipto, para neutralizar a Iran. A partir de aquí se desarrollan nuevas contradicciones, de un lado con la UE, para la cual Iran es una pieza fundamental de penetración económica, y con Turquía. Hay una unidad de procesos y causas diversas.

Aún no se han articulado los bloques en conflicto de una guerra mundial generalizada. Una prueba de fuego para esta articulación está relacionada a las posiciones de unos y otros (EEUU, China, Japón) con relación a Corea del Norte.

Brexit, Trump y la guerra comercial

4 – El Brexit y el triunfo de Trump, ponen de manifiesto que la crisis mundial que estalla en 2007 no se puede resolver por medios económicos. Dibuja una guerra comercial y financiera, con la desintegración de la UE y una revisión potencial de alianzas estratégicas. Trump saludó el Brexit y declaró a Alemania su ‘enemigo principal’ – por otro lado, la principal aliada de China.

La crisis del Estado español, que la secesión de Cataluña se limitó a poner en evidencia, es otra manifestación de la tendencia disolvente en la UE, que cada potencia intentará aprovechar oportunamente.

Los desequilibrios que provoca el pasaje del ‘multilateralismo’ a una guerra comercial inician una transición internacional inevitablemente convulsiva. Una muestra es el reciente desplome de las bolsas, sacudido por una parte, por el anuncio del gobierno de Trump de avanzar hacia una política de devaluación del dólar, y de otro lado por el aumento de los aranceles a la importación de acero y aluminio, que marcan una confrontación abierta con China y la Unión Europea.
Se manifiesta con más claridad que la causa de todas las guerras es, bajo el capitalismo, la guerra comercial y financiera (que en la época de ascenso eran guerras de ascensión del sistema, y ahora de su decadencia)

A diferencia de las dos guerras mundiales anteriores, EEUU no aparece en escena como último recurso de su desenlace o como árbitro de él, sino que es el motor fundamental. Las oscilaciones de estas guerras repercuten en EEUU en forma directa como crisis de régimen político. La crisis de régimen de la principal potencia imperialista funciona, dependiendo del conjunto de los factores en juego, como una contención del estallido de una guerra generalizada, y por otro lado como el factor que puede precipitarla en cualquier momento. El esquema precario de alianzas existentes y la crisis política norteamericana, convierten a Israel en la carta que podría precipitar una guerra generalizada. Entre guerras internacionales en escenarios locales y una guerra nuclear, no se puede descartar la hipótesis de una guerra generalizada sin alcance atómico – dada la supremacía militar abrumadora de Estados Unidos. El escenario para un conflicto de este alcance aún no se encuentra establecido, ni tampoco las alianzas en disputa. La suposición de que Rusia y China ocuparían el mismo campo contra el imperialismo tradicional, ya ha sido refutada en última guerra imperialista (Segunda Guerra Mundial) e incluso en la ‘guerra fría’.

Restauración y capital financiero

5 La integración de China al mercado mundial ha funcionado mediante un acople comercial y financiero con Estados Unidos y en un alejado segundo lugar con Alemania. China le compra los bonos del tesoro a EEUU, y éste oficia como principal inversor en China; de esta manera los chinos financiaron el déficit fiscal norteamericano. La existencia de un estado nacional unificado en China ha operado hasta ahora como un factor de ‘transición ordenada’. La burocracia china evitó que ocurriera lo contrario mediante una liquidación ‘ordenada’ de la ‘revolución cultural’ de Mao.

Este acople enfrenta una crisis como consecuencia, de una parte, del progreso de la industrialización china, que intenta dejar atrás su condición de empresa tercerizada de las economías occidentales y, de otra parte, como resultado de la des-industrialización relativa de EEUU. La tasa de beneficio del capital mundial ha conocido un ascenso como consecuencia de la incorporación de un mercado que se caracteriza por una alta tasa de explotación y la acumulación de un enorme fondo de capital. Este período ha entrado en reversión, de ahí la consigna “America First” de Trump. China ha ingresado en una crisis de deuda colosal, comparable a Estados Unidos, pero sin la solvencia financiera de éste, que no es nacional sino internacional.

China no puede deshacerse de la deuda norteamericana sin precipitar una desvalorización de esos activos y una crisis financiera internacional. La burguesía china se encuentra atomizada con relación al poder del Estado, que sigue en manos de una burocracia que opera muy por encima de los intereses particulares.

China no tiene un capital financiero internacional articulado en forma autónoma: a pesar del crecimiento de la Bolsa de Shanghai, sus principales fuentes financieras siguen siendo Hong Kong y Nueva York. En su conjunto, el desarrollo del capitalismo en el campo se encuentra muy retrasado, y la industria y los bancos siguen bajo un control del estado considerable aunque no absoluto como antiguamente. El estado nacional y las fuerzas armadas no han alcanzado, ni de lejos, la proyección internacional de un gendarme de intereses imperialistas. No se puede excluir, en abstracto, que en un futuro distante China pueda llegar al estadio de dominación de los monopolios y de una disputa independiente del mercado mundial, por parte de ellos, pero para llegar a ello debería pasar antes por varias guerras civiles y varias internacionales.

Las contradicciones de China se manifiestan en su propia expansión. Tiempo atrás había logrado unir a todo el mundo, con la excepción de EEUU y Japón, en un Banco de inversiones de Infraestructura, para financiar las obras en la ruta de la seda, por Asia y África. El Brexit puso fin a esa adhesión del Reino Unido, mientras Australia acaba de rechazar un emprendimiento común con ese fin. De modo que Londres dejó de ser la fuente para financiar los negocios de China en la zona euro. Esa expansión requiere, para ser financiada, internacionalizar el yuan, o sea abrir el mercado financiero de China al capital extranjero.

Potenciaría a la burguesía mundial, no a China, y esto solamente si la ruta de la seda resultara rentable en relación al capital a invertir. Hasta ahora los proyectos chinos en el exterior no han dado resultados saludables. Los países que negocian con china están quebrando, como Venezuela, Ecuador, Cuba, y Brasil que ya ha dejado atrás la ilusión de los Brics.

Por último, China no tiene la expansión política, ni las redes mundiales para asegurar su primacía; no ha completado ningún desarrollo capitalista. Los monopolios chinos son estatales; China ‘exporta capitales’, pero no es eso lo que la caracteriza.

Exportar capital es subordinar la economía del importador de capital al exportador; China se ha convertido en socia de capitales en el extranjero. Tampoco hay que confundir exportación de capital con fuga de capitales, como ocurrió a lo largo de 2014; el gobierno chino restringe la salida de capital para evitar el hundimiento de su moneda.

En el mundo actual, las inversiones (o exportaciones de capitales) se desarrollan hacia un lado y otro (Uruguay ‘exporta capital’ a Paraguay y eso no lo hace un país imperialista o sub). Lo que hay ver es cómo se ha desenvuelto esa madurez -de las relaciones capitalistas- y evaluar la etapa; china todavía tiene que expropiar 400 millones de campesinos. En el caso de china, su exportación de capitales se caracteriza como un método para robar tecnología (que no tiene) a los capitales con mayor desarrollo tecnológico. Que china se transforme en imperialista no puede descartarse, pero supone un conjunto de transformaciones brutales -antes de que suceda deberá pasar por crisis, estallidos y rebeliones fenomenales.

La exportación de capitales de China es una anomalía; trata de abreviar el camino a un desarrollo y al mismo tiempo supone la fusión con el capital extranjero, una alianza con los capitales con los cuales va a entrar en choque.

Una guerra hipotética de Estados Unidos contra China representaría un intento de colonización imperialista de China, por parte del imperialismo yanqui, pero sería absurdo decir lo contrario, o sea de parte de parte de China a Estados Unidos. Esto en caso de un conflicto ‘bilateral’, si ello fuera posible. En una guerra generalizada, China se encontraría alineada con otras potencias, que sí son imperialistas. Pero no sería lo que la segunda guerra fue para la URSS: imperialista de conjunto y defensiva de un estado obrero en el caso soviético. Rusia y China son hoy potencias sociales contrarrevolucionarias, o sea producto de una contrarrevolución capitalista en una y otro. En estas condiciones actuarían como socios mayores o menores de otras potencias históricamente imperialistas, en resumen, la humanidad se encontraría ante dos bloques reaccionarios.

Realineamiento de fuerzas abierto

6 De un modo general, asistimos a un pasaje de la disputa comercial a la militar, sin existir aún condiciones políticas internacionales para una guerra mundial o, mejor, una transición a nuevas guerras, crisis políticas mayores y por lo tanto situaciones revolucionarias y rebeliones. En este sentido, la primera opción de Trump es ejercer presión a la Unión Europea en alianza con Rusia, que es combatida fuertemente en su gabinete. Los medios alemanes informan que la UE ya se prepara para una guerra comercial con Estados Unidos. Tenemos la novedad que estamos ante el principio de disputa entre EEUU y Europa. El Brexit fue alentado en Inglaterra para aliarse con EEUU en una guerra financiera, sin embargo EEUU produjo un giro de tipo proteccionista que afecta ese tránsito. A su turno, Alemania encabeza la pugna contra Rusia por Ucrania, y al mismo tiempo está enfrentada a toda Europa -especialmente con Francia- por la alianza con Rusia por el gasoducto que maneja Gazprom (empresa rusa que esta presidida por un ex primer ministro alemán).

En Rusia, los grandes oligarcas presionan a Putin para desarrollar una base más amplia de desenvolvimiento capitalista -que no dependa sólo de los precios del petróleo-, por otro lado, los grandes bancos están quebrando en Rusia y ahora el Banco Central tiene que salir al rescate. Éste debe ser rescatado, a su vez, por el capital internacional lo que puede significar un mayor dominio del capital internacional sobre Rusia.

La crisis mundial se desarrolla al interior de los propios estados, como lo demuestran la crisis abiertas en Alemania, España, Gran Bretaña y ‘sourtout’ EEUU. México, en primer lugar, pero toda América Latina van a ser barridas por la guerra comercial de Trump (o por la caída de Trump).

El retorno al ‘status quo ante’, sea luego de la disolución de la URSS o de la bancarrota capitalista mundial, es una hipótesis imposible. Hay una dinámica: la tendencia a la guerra solamente puede ser derrotada por la revolución internacional.

Crisis mundial y América Latina: el patio trasero de la guerra

7. Frente al derrumbe, el capital busca salidas cada vez más violentas; un síntoma de que la crisis sigue en pie.

América Latina es, de nuevo, un patio trasero de las guerras internacionales, como lo demuestra la crisis acerca del memorando con Irán en Argentina y los acuerdos militares firmados entre Macri y Netanyahu; la crisis del Nafta y la militarización en México; la lucha por el petróleo de Venezuela entre la rusa Rosneft, las petroleras chinas y el capital norteamericano. El ‘lava jato’ en Brasil es un episodio mayor de una acción política internacional desde el gobierno de Obama, que en definitiva ha modificado todo el tablero petrolero y energético de Brasil, y golpeado la alianza Brics y Unasur. La ‘paz’ con las Farc ha creado un escenario de guerras de para militares que es superior al que existía cuando el estado hacía la guerra al ‘narcoterrorismo guerrillero’.

Por su parte, los gobiernos derechistas que reemplazan a los regímenes nacionalistas burgueses en bancarrota, tampoco pueden remontar las crisis económico-sociales que asolan a sus países.

En Chile, el relevo derechista ‘cantado’ para la burguesía, Piñera ha entrado en un impasse como lo manifiestó el balotaje entre el candidato oficialista -Guillier- y el ex mandatario derechista; ambos retrocedieron en las últimas elecciones ante la emergencia de una nueva formación política, el Frente Amplio, que se presentaba por primera vez. El Frente Amplio, que reunió el 20 % de los votos y fue la gran sorpresa en la primera vuelta, quedó colocado como fiel de la balanza electoral. Su dirección ha emitido un comunicado de apoyo vergonzante al oficialista Guillier.

Tres puntos centrales de la plataforma del FA –No más AFP, gratuidad de la enseñanza y un impuesto extraordinario a los ricos– han sido desahuciados por el oficialismo frentepopulista.

La elección chilena significó un baldazo de agua fría para las expectativas de la derecha latinoamericana y mundial, que pretendía con un triunfo de Piñera consolidar un giro político continental profundizando la victoria electoral macrista en Argentina y el golpe de Temer en Brasil. La sublevación popular contra el fraude derechista en Honduras, la impasse de la derecha para concretar el autoproclamado derrocamiento de Maduro en Venezuela, se suman a este empantanamiento de Piñera en Chile.

Temer esta acuciado por crecientes denuncias de corrupción (Odebrecht) contra él mismo y todo su equipo, tan graves o peores aún que las que se lanzaron sobre los desplazados del PT, que no ha impedido que siga adelante con su agenda antiobrera. Por ejemplo, la prohibición de aumentar el gasto social en los presupuestos durante los próximos 20 años, la aprobación de la reforma laboral que extiende la jornada de trabajo hasta 12 horas diarias, fraccionamiento de las vacaciones, etc.; y la reforma previsional en marcha que aumenta la edad de retiro de las mujeres de 60 a 65 años, entre otras cosas. El PT de Lula ha establecido un acuerdo en algunas regiones con los candidatos ‘golpistas’, con el apoyo de la CUT.
En la Argentina, Macri también tropieza con esos condicionamientos.

Aunque el triunfo electoral de Macri lo insufló para impulsar la reforma laboral y provisional, la rebelión popular expresó los límites y contradicciones de un ‘régimen a la carta’. A dos años de su ascenso Macri no logró obtener los recursos políticos para la ofensiva en regla que pretende imponer; Argentina asiste a una transición en el período de gobierno macrista y el régimen de coalición a la carta, que incluye a la CGT. El detonante de la transición ha sido el pasaje del descontento popular con el ‘ajuste’, a una movilización de rechazo a ese ‘ajuste’. Las movilizaciones populares han agarrado al régimen político por sorpresa y han puesto al desnudo sus límites y su carácter inestable o provisorio. La nueva etapa plantea una confrontación más abierta, entre el régimen de coalición a la carta y el descontento y la movilización popular.

La ofensiva neoliberal y el ataque de los gobiernos derechistas, lejos de atenuar la delimitación con el nacionalismo burgués o con los partidos de la colaboración de clases la intensifica. Los revolucionarios no nos unificamos con el nacionalismo burgués, sino que nos delimitamos más que nunca de él. La izquierda nacionalista y frentepopulista utiliza la coartada de la derecha para llevar a los explotados a actuar como furgón de cola de variantes burguesas.

Revolución final

8 – Cada situación nacional o particular debe ser examinada en esta crisis del capital mundial y su tendencia a las crisis políticas y a las rebeliones, de un lado, y a la guerra, del otro. Este desarrollo tiene lugar bajo el paraguas de ‘gobiernos democráticos’ y su contrapartida, la estrategia democratizante de la izquierda, que ha descubierto tardíamente que podría obtener un espacio en el ámbito parlamentario.

El encandilamiento con la democracia es usado en muchos casos para ignorar la tendencia de fondo de la etapa. La demagogia democratizante fue un arma del imperialismo en la pelea para imponer la restauración capitalista en la URSS, China, Europa del este o incluso Cuba, y floreció en la estación subsiguiente a la victoria del capital. Es una etapa agotada.

América Latina ha registrado el derrocamiento de varios gobiernos electos por medio del llamado ‘golpe parlamentario’.

En tanto la situación mundial ha ingresado en una etapa de desequilibrios crecientes, crisis políticas nacionales, una guerra comercial cada vez más intensa, rebeliones populares y golpes militares, y el aumento de guerras imperialistas localizadas, las principales potencias en presencia han dado prioridad a treguas renovadas, acuerdos y compromisos, para prevenir un derrumbe mundial y guerras que superen los límites locales. Esto obedece a la imposibilidad de hacer frente al poderío abrumador del imperialismo yanqui y, en consecuencia, a la ausencia de un proyecto imperialista alternativo al que despliega el norteamericano. En estas condiciones, el mundo atraviesa una etapa de transición relativamente larga de bancarrotas financieras, crisis políticas, guerras locales de duración cambiante, nuevas treguas y acuerdos. En este terreno, la clase obrera enfrenta el desafío de asimilar el carácter transitorio de las derrotas políticas de las últimas tres décadas, que necesariamente deberá ir acompañada por un progreso de la vanguardia de ella para desarrollar partidos revolucionarios. La cuestión de la guerra debe ser abordada en forma concreta y estratégica, en contraste con los planteos ultimatistas del ala sectaria del centrismo, y en contraste con las ilusiones de un progreso democratizante, que caracteriza al centrismo oportunista.

Es necesario hacer una labor de propaganda tenaz sobre la etapa de guerras y revoluciones, socialismo y barbarie.

¡Abajo la guerra imperialista!

¡Que la crisis la paguen los capitalistas!

¡Por la construcción de partidos socialistas y revolucionarios!

¡Por la construcción de la IV Internacional!

PARTIDO DE LOS TRABAJADORES

+ posts
Share:

Author: Partido de los Trabajadores