Este 8 de marzo, día internacional de la mujer trabajadora, más de 50 países serán escenario de un Paro Internacional de Mujeres en el que mujeres y hombres de la clase obrera reclamarán contra la violencia social e institucional y por todas nuestras reivindicaciones. El grito por #NiUnaMenos, contra la barbarie de los femicidios, por el derecho al aborto legal, contra el oscurantismo clerical en sus diversas formas, por el desmantelamiento de las redes de trata, por igualdad salarial, contra el ajuste y la precarización laboral y por los derechos laborales de la mujer trabajadora, recorrerá el mundo. La extensión de estos reclamos, las distintas formas de violencia de género que se repiten país tras país, ante la complicidad e incluso la deliberada responsabilidad de los distintos gobiernos, dan cuenta de un movimiento que se está enfrentando a una política consciente de los Estados por reproducir el sometimiento y la opresión de las mujeres, como una herramienta de control social sobre el conjunto de los explotados.
Este Paro Internacional de Mujeres no es un rayo en cielo sereno, sino un nuevo capítulo de lucha de un movimiento en ascenso, que pone a las mujeres de pie a nivel mundial. Está precedido por las masivas movilizaciones por #NiUnaMenos en Argentina, que se extendieron rápidamente a distintos países y continentes, como sucedió asimismo con en el paro del 19 de octubre pasado tras el brutal femicidio de Lucía Pérez en el mismo país. Por la huelga de las polacas que enfrentó el poder de la iglesia y su pretensión de restringir aún más el derecho al aborto legal. Por el paro de mujeres en Islandia por la igualdad salarial. Por la multitudinaria movilización de mujeres en Estados Unidos ante la asunción de Trump, en repudio a la misoginia y el fascismo del nuevo presidente. Por la lucha de las mujeres kurdas que enfrentan con sus milicias femeninas al régimen opresor de Edrogan y el Estado Islámico en Turquía. Todas ellas, junto a mujeres de otras decenas de países, saldrán una vez más en rebelión este 8 de marzo, copando las calles y paralizando los lugares de trabajo, en defensa de sus vidas y de sus derechos.
La movilización de las mujeres tiene lugar en un cuadro de creciente descomposición social y de una crisis capitalista que no da tregua. La salida del capital a la crisis requiere una mayor ofensiva sobre los trabajadores y las trabajadoras, con un incremento de la super-explotación laboral y la destrucción de millones de puestos de trabajo. El ataque al trabajo golpea aún más los ya bastardeados derechos laborales de las trabajadoras, cuando se hace imperiosa la conquista de los mismos, como las licencias especiales por violencia o para el cuidado de familiares dependientes, la ampliación de licencias por maternidad y paternidad, los jardines materno-paternales o de primera infancia en los lugares de trabajo y estudio, terminar con la discriminación que impide el acceso a puestos más altos dentro del escalafón laboral, el reclamo por la socialización de las tareas domésticas y de crianza. En el caso de las mujeres migrantes en Latinoamérica y Norte América, así como las refugiadas en Europa, la persecución y criminalización de la que son víctimas acicatea un estado de absoluta indefensión.
Las burocracias sindicales de todos los pelajes son cómplices de este vaciamiento y retroceso de derechos. Ello explica su ausencia o tímida participación en el paro que colocará las demanda de las mujeres en primer plano a lo largo de todo el globo terráqueo. La lucha por nuestros derechos debe inscribirse en la pelea por una nueva dirección en el movimiento obrero, capaz de unir a la familia trabajadora en la lucha contra un régimen de explotación y opresión.
Esta política de ajuste contra la clase obrera es común a todos los gobiernos. El movimiento de mujeres debe desarrollar una estrategia política independiente frente a todos los gobiernos y bloques capitalistas, y no ser un campo de maniobras para los sectores “progresistas” de una burguesía en decadencia que no puede superar el terreno de la demagogia en relación a nuestros derechos.
En Argentina, la movilización por #NiUnaMenos nació durante la presidencia de Cristina Kirchner, bajo cuyo gobierno los femicidios y la violencia contra la mujer se multiplicaron, en un cuadro de absoluto desamparo por parte del Estado. Más de 3000 mujeres murieron por abortos clandestinos, decenas fueron encarceladas o procesadas por causas abiertas por prácticas de abortos, la realidad laboral y doméstica de las mujeres no hizo más que empeorar y el negocio capitalista de la trata de personas hizo desaparecer a miles de mujeres en absoluta connivencia con el poder político y judicial. Macri hoy profundiza esa política en el marco de un ajuste cada vez más violento, que es a su vez el caldo de cultivo de la violencia doméstica, social e institucional.
En Chile, el 74% de las mujeres tiene un salario igual o menor a 530 dólares y el 13% se encuentra bajo la línea de pobreza. Los femicidios acrecientan las cifras cada año y los abortos clandestinos alcanzan a unos 70.000 anual. Ante esta situación, el gobierno de la Nueva Mayoría se empeña en cooptar y quebrar al movimiento de mujeres, mientras es incapaz de garantizar siquiera la aprobación de la legalización de las 3 causales para la práctica de un aborto (en caso de violación, cuando la persona sufre una incapacidad mental, o cuando corre riesgo la vida del feto o de la madre).
En Uruguay, el gobierno de Tabaré tampoco da respuestas a las demandas de las mujeres mientras crecen la violencia y los femicidios, como lo ha puesto de manifiesto el reciente asesinato de Valeria Sosa. Por otro lado, el fallo de una jueza clerical que impidió la realización de un aborto a una mujer violentando la ley vigente, y las declaraciones del ministro de la Suprema Corte de Justicia Chediak catalogando los femicidios como crímenes pasionales, son muestras del avasallamiento a los derechos de las mujeres que es moneda corriente en Uruguay. Mientras todo esto ocurre en el país, el Frente Amplio convocó un Congreso de Mujeres pretendiendo erigirse en representación política del movimiento de mujeres uruguayo, algo imposible por parte de un gobierno cuya política ha sido el recorte del gasto social, los tarifazos, el aumento del boleto, las pautas salariales a la baja y los despidos.
En Paraguay las mujeres trabajadoras, campesinas e indígenas ven empeorar sus condiciones de vida cotidianamente. El gobierno de Horacio Cartes niega el derecho al aborto y es responsable de que cada día dos niñas víctimas de abuso sean obligadas a llevar un embarazo a término y de que se multipliquen los casos como el de Carolina Marín, “la criadita”, asesinada en Caaguazú por su patrón.
En el centenario de la Revolución Rusa, vuelve a copar la escena el método de la huelga y la rebelión, a 100 años de que las obreras textiles de la ciudad de Petrogrado en reclamo por “Pan, Paz y Trabajo” hayan dado el puntal final a la opresión zarista que luego abrió el camino a la revolución proletaria. En este 8M de 2017 aquella gesta cobra toda su vigencia y significado, con un capitalismo en descomposición que descarga con rudeza todo el peso de la crisis sobre las espaldas de trabajadores y trabajadoras cada vez más empobrecidos. El origen del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, proclamado por las mujeres de los partidos obreros nucleados en la II Internacional, pugna por abrirse paso después de años de falsificación histórica deliberada, donde se quiso pasar al olvido la unidad entre la lucha por el socialismo y la liberación de la mujer. Más que nunca el fin de la opresión de la mujer requiere el fin del régimen de explotación del capital sobre el trabajo. Las mujeres conquistaremos nuestra emancipación, derrotando los intentos de cooptación, de la mano de una estrategia de poder para la clase obrera y por el socialismo.
Este #8M vamos al paro y nos movilizamos
Argentina – Buenos Aires, 17hs: Marchamos de Congreso a Plaza de Mayo
Santiago de Chile, 19hs: Marchamos desde Plaza Italia hasta Alameda y Echaurren
Uruguay – Montevideo, 18hs: Marchamos desde Plaza Libertad a la explanada de la Udelar // 21hs: Festival en Plaza Libertad
Paraguay – Asunción, 18hs: Marchamos desde la Plaza Uruguaya hasta la Plaza de la Democracia
Plenario de Mujeres Trabajadoras de Uruguay
Plenario de Trabajadoras de Argentina
Unión de Mujeres Trabajadoras de Chile
Florencia Aguirre, militante por los derechos de las mujeres en Paraguay – miembro de La Colectiva
Por una organización de la mujer trabajadora: independiente del Estado, la Iglesia y los partidos patronales.