Violencia es ajustar

Casi a diario nos informan que existieron nuevos episodios de violencia en alguna institución educativa: golpearon a un docente, hubo una pelea entre estudiantes o se realizó algún acto contra el edificio.
Poco se dice, sin embargo, sobre las otras formas de violencia que se viven diariamente en cada institución pública: la pauta general es el recorte presupuestal, la falta de funcionarios, de materiales, de técnicos, de espacios educativos, los magros salarios, el multiempleo, la superpoblación estudiantil y un largo etcétera, forman parte del contexto en el que miles de estudiantes asisten a la educación formal durante su trayectoria académica.
¿Qué sucede cuando es el Estado el que mata, vulnera, defiende a los capitalistas saqueadores y recorta el presupuesto para pagar la deuda externa? ¿Qué hacemos cuando la Guardia Republicana mata a un joven en la puerta de un boliche? ¿Qué hacemos con las empresas que cierran y dejan sin trabajo a 700 trabajadoras como en Fripur? Todo esto sacude nuestros hogares y los de los estudiantes con los que trabajamos.
En un contexto de bancarrota capitalista, donde las crisis agudizan las contradicciones, la educación formal no está exenta de los golpes propios de un deterioro en las relaciones sociales. Sostenemos que sólo puede ser superado con un gobierno obrero, en el marco de autonomía y cogobierno, con una educación integral que posibilite el desarrollo de todas las potencialidades humanas. Sin embargo, en el proceso, se hace imperativa la defensa de los derechos de estudiantes y trabajadores a condiciones de estudio y trabajo dignas y para esto es crucial contar con un presupuesto que supere el (incumplido) 6% del PBI.
Frente a este imperativo, las respuestas que el Estado brinda son irrisorias y hasta agraviantes: por ejemplo, ante repetidas situaciones de violencia “intraescolar” el Consejo de Educación Secundaria instó a los trabajadores a desarrollar “jornadas de reflexión” de tres horas por turno en un día preestablecido y notificando con una semana de anticipación a los trabajadores que con nula o insuficiente ayuda de equipos multidisciplinarios (recordemos que fueron recortados en decenas de liceos) debían, una vez más, desarrollar tareas frente a la total desidia de las autoridades. En liceos que han denunciado autoritarismo y hostigamiento por parte de las direcciones (como el 23 o el 38) las autoridades han demorado su accionar, por lo que los trabajadores debieron ocupar con el objetivo de establecer una denuncia pública frente a la omisión.
La carencia de un presupuesto acorde a las necesidades, es en sí misma, un recorte. En una educación pública que año a año recibe a más estudiantes, la decisión política de exonerar a los grandes capitales, promueve menos liceos, menos escuelas, menos espacios de recreación extra-escolar, menos personal capacitado para abordar de forma integral las realidades educativas, menos contenidos abordados en las aulas.
Los trabajadores sindicalizados paran sus actividades ante casos de violencia, con el objetivo de denunciar, precisamente, que las carencias que se viven en los centros educativos impiden cualquier acción de prevención u abordaje de conjunto y someten a la comunidad a arreglárselas como puedan. Es por esto que M. Julia Muñoz, con sus apariciones públicas, intenta descentrar el eje del problema, que son las consecuencias de una política de ajustes que desarticula a las comunidades educativas, promueve los bajos aprendizajes y obliga a los trabajadores a movilizarse ante cada piso roto, dirección autoritaria o falta de porteros. Esta mecánica la adoptó la propia Celsa Puente con la agresión sistemática hacia los docentes en la primera mitad del año, cuyo corolario fue la acusación de padecer “síndrome de Diógenes”.
Es necesario colocar el problema desde una óptica de conjunto, en la que el Estado y el gobierno del FA, en alianza con los partidos patronales, se responsabilicen de las problemáticas que el sistema genera y promueve, de los cuales son cómplices.
¡Ni un solo trabajador más agredido! ¡Inmediata respuesta ante cualquier episodio de violencia! ¡Presupuesto acorde a las necesidades! ¡Autonomía y cogobierno para ANEP!

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Author: Natalia Leiva