¿Quo vadis, 26M?

La lucha de la banca oficial (y el resultado de las elecciones en AEBU) pone fin a una discusión en el seno de la izquierda. Demuestra que con una política consecuente, y en un escenario de creciente ruptura de los trabajadores con el Frente Amplio, es posible poner en pie direcciones clasistas y anti-burocráticas, recuperar los sindicatos, librar una lucha contra la subordinación al gobierno de parte del PIT-CNT.

Recientemente un artículo de La Juventud (órgano del Movimiento 26 de Marzo) se refería a las elecciones en la FEUU: “una nueva derrota del oficialismo”, festejando el triunfo de un lema integrado por el FPE-SP (Susana Pintos) y la lista 1958 (vinculados a “Casa Grande”, de Constanza Moreira). El artículo resulta llamativo, en primer lugar porque no considera “oficialista” a una lista frenteamplista como la 1958. No se nos escapa que el crecimiento electoral de esta lista puede ser un reflejo distorsionado de un proceso de crisis del estudiantado con el gobierno, pero de ahí a proclamar una derrota del FA hay una distancia enorme. Pero lo más llamativo es que el 26M se venía negando a intervenir en la FEUU, y planteaba crear gremios estudiantiles “independientes”, al igual que en los sindicatos. Festejar un avance del lema del FPE-SP y la 1958 revela un abandono disimulado de esa política.

Otro ejemplo en este sentido fue el discurso del diputado Eduardo Rubio en el parlamento, cuando se trató la reestructura del BROU. El legislador del 26M y la UP saludó la lucha de los trabajadores de la banca oficial. Pero el 26M impulsaba la ruptura con AEBU e injuriaba a quienes hoy integran la “Coordinación para el Cambio”, acusándolos de cómplices y colaboradores por permanecer en el gremio bancario y en el PIT-CNT. ¿Nuevamente hay una renuncia no declarada a la política de construir “sindicatos independientes”?

Sin embargo, en otros sindicatos los militantes del 26M continúan con la política de atacar a las agrupaciones clasistas. Es el caso de Postales y ADES, por ejemplo, donde se mantiene la verborragia contra los que supuestamente son “cómplices”… por librar una lucha denodada contra la burocracia sindical. En el sindicato del Correo, el 26M ocupaba un rol destacado, con presencia incluso en la Mesa Representativa del PIT-CNT. La política ultimatista condujo no sólo a la renuncia a ese cargo sino a proclamar un sindicato paralelo ultra-minoritario. Hoy el sindicato postal lleva adelante una lucha ejemplar contra las tercerizaciones, mientras que el sindicato “independiente y combativo” del 26M no acata los paros.

Obstaculizar la lucha por recuperar los sindicatos (expulsando a la burocracia sindical) y pretender desviar a los trabajadores a un camino electoralista y parlamentarista, es el mejor servicio que se puede hacer al Frente Amplio y a la cúpula sindical oficialista. La intervención en las elecciones o en el parlamento debe estar al servicio de denunciar a todos los partidos defensores del régimen capitalista y de fortalecer las tendencias a la lucha independiente de los explotados. La intervención del diputado del 26M en el debate sobre el BROU colocó denuncias aisladas sobre la privatización, sin vincularlas a una denuncia de conjunto sobre la entrega nacional, y por ello no levantó ni la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores ni el no pago de la deuda externa. Un movimiento obrero clasista y una izquierda consecuente no pueden limitarse a la defensa del Estado contra las privatizaciones, eso es “estatismo”, y en forma demagógica lo pueden hacer incluso los partidos tradicionales porque responde a su pasado (batllismo). La lucha por una dirección clasista (revolucionaria) para el movimiento obrero se vincula a la lucha por un programa de transformaciones sociales, por un gobierno de trabajadores.

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Author: Rafael Fernández