Fuecys: ¿El mejor convenio posible?

La dirección del sindicato de comercio y servicios cerró el acuerdo para los trabajadores de supermercados, con un convenio que mantiene los niveles salariales (ajuste promedio de 8,5% anual); dejando de lado la reivindicación de los 20.000$ a julio de 2016, para aceptar la propuesta del Poder Ejecutivo y los empresarios.

En una asamblea general de delegados, que estuvo dividida, se impuso la posición de la dirección de Fuecys, que se retiró con el mandato de negociar la aceptación en términos generales del convenio, el levantamiento del conflicto, si se modificaba la cláusula de paz absoluta colocada por las patronales. Cuestión que fue rápidamente cambiada en la redacción, incluyendo una cláusula de paz para los temas referidos en el convenio.

Los principales dirigentes de la Federación valoraron como positivo el convenio y lo señalaron como “el mejor convenio posible” según expresiones de Favio Riveron.

O al decir de Abigail Puig colocándolo como “la defensa de la negociación colectiva como herramienta de los trabajadores”, concepto que sostuvo para explicar “cómo se sale de un conflicto a 72 horas de las fiestas tradicionales”. Es decir que el fin en sí mismo no sería la conquista de las reivindicaciones parciales que permitan progresar las condiciones materiales de los trabajadores más sumergidos, sino el desenvolvimiento normal del régimen de colaboración de clases apuntando a la superación de una coyuntura del año.

Pero… fue el mejor convenio posible?

Antes de ser firmado el convenio obtuvo algunos avances, en cuanto a la categorización, prima por antigüedad, pagos por quebrantos de caja y reconocimiento de derechos de maternidad y cuidados de hijos a cargo. Pero relegó el planteo central de la plataforma de la Federación que eran los $20.000 de mínimo retroactivos a junio de 2016, postergándolo para la primera franja de categorías a enero de 2018 ($19.747 casi a final del convenio), fijando el salario de ingreso a junio de 2016 en 17.145$, una verdadera miseria.

La fórmula acordada supone que los cajeros pasarán a la segunda categoría a los seis meses de trabajo y el conjunto de los empleados a los diez meses de su ingreso. Hasta hoy ese pasaje entre categorías estaba sujeto a criterios de rendimiento determinados por la empresa.

La prima por antigüedad aumenta de $180 a $240 mensuales, retroactivo al 1° de julio de 2016; y a $ 260 a partir del 1° de julio de 2017 (el planteo original del sindicato eran $300). Y el pago por quebranto de caja pasará de $ 709 a $ 1.000 mensuales.

También se propone una licencia especial para padres con hijos menores a cargo de entre 3 y 5 días dependiendo de la situación; y una licencia especial para víctimas de violencia doméstica, de hasta 5 días.

En cuanto a la cláusula de paz, Fuecys solo queda con las manos libres para tomar medidas de protesta si de aquí al 1° de marzo detecta casos de represión sindical.

En términos salariales el convenio establece un acuerdo con validez de dos años, desde el 1º de julio del 2016 al 30 de junio del 2018. Incluye ajustes semestrales nominales. El total anual de los ajustes nominales en cada año del acuerdo, será de 8,5%. Los porcentajes adicionales correspondientes a los salarios sumergidos, según lineamientos, se otorgarán en forma anual en julio/16 y julio/17. Segunda categoría: en julio/17 recibirá 2% adicional. Tercera categoría: en julio/17 recibirá 2% adicional.

El 8,5% de promedio anual que establece el convenio se da de bruces con una inflación que ya ha superado los dos dígitos y que augura una nueva dosis del ajuste para el año 2017. El anuncio de un aumento general del mismo porcentaje para las tarifas públicas lo dice todo. Como resultado de esta suba se procesarán los ajustes en los productos de la canasta familiar (que ya está valuada en $65.000) y no como consecuencia del aumento de salarios y el “traslado a precios” como repiten como loros los defensores del capital.

En una lucha que llevó más de cuatro meses de ocupaciones y trancazos, el entusiasmo de los trabajadores determinó la masividad de las medidas de lucha. El salvavidas llegó cuando se planteaba para el sindicato la perspectiva del trancazo en las jornadas del 22, 23 y 24 de diciembre; lo que colocaría a la patronal en la obligación de negociar en el sentido de mejorar la oferta. Sin embargo horas antes de que esta situación se desarrollara, un lobby impulsado por PE en la persona del propio ministro de trabajo, Ernesto Murro alineó a la dirección oficialista para que el sindicato aceptara la propuesta de la patronal.

Conclusiones

En el cuadro actual de ajuste, las direcciones sindicales oficialistas buscan resaltar el mecanismo de la negociación colectiva, que se plantea como un método de reforzamiento de la colaboración de clases, para colocarles un techo a los reclamos de los trabajadores (pautas). Con la ayuda de estas direcciones el gobierno sostiene el salvataje a las ganancias del capital. La balanza capital trabajo no se ha modificado en favor de los trabajadores, sino que se han acentuado las ganancias particularmente en el sector de comercio y servicios. El convenio firmado no significa un aumento sustancial de salario, y en un cuadro de aumento de la inflación augura incluso pérdida de salario real, en un sector que ha amasado ganancias fenomenales en todo este período a costa de la superexplotación de sus trabajadores.

La masividad y adhesión a las medidas de lucha fueron una muestra de la combatividad de los jóvenes trabajadores de supermercados. El método que fue introducido por nuestros compañeros en las luchas salariales de 2011 desde el cual, a través de trancazos y ocupaciones de supermercados se conquistaron las más importantes reivindicaciones y avances salariales del sector. Esa enseñanza y ese método de lucha fue rápidamente asimilado por los trabajadores que marcan el camino para romper con las pautas de ajuste del gobierno y la patronal. Los avances logrados son el resultado de este método y no de la capacidad para negociar de la dirección que en todo caso bloquea el desarrollo de una lucha independiente y se niega a ir a fondo por todas las reivindicaciones.

La gran ausente en estas lides de fin de año es la dirección del PIT-CNT, que no convoca a la mesa representativa para discutir el paro general en apoyo a los sindicatos que están luchando en sexta ronda de consejo de salarios.

La lucha de los trabajadores de supermercados fue aislada. Los principales dirigentes oficialistas se abstuvieron de manifestarse por la pérdida de 100 puestos de trabajo en Zenda, o los de la empresa CABA (fabricante de bebidas de Ancap). Tampoco se convocaron por los cuatro trabajadores muertos en el depósito de pirotecnia, haciendo pesar la ley de responsabilidad penal, contra este crimen. Ni considera un ataque a los trabajadores el tarifazo anunciado para enero.

La política de esta dirección se basa en la defensa de los mecanismos que refuerzan el régimen de colaboración de clases, que chocan constantemente con la vanguardia obrera que sale a la lucha por sus reivindicaciones.

Necesitamos recuperar los sindicatos para los trabajadores, para quebrar el ajuste y por el triunfo de las luchas. Por la independencia política del PIT-CNT para que la crisis la paguen los capitalistas.

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Author: Pablo De Leon

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